jueves, 31 de mayo de 2012

Hasta el rabo todo es toro

Madrid, 30 de mayo de 2012. Menos de dos tercios de entrada. 6 toros de Carriquiri, impecablemente presentados en general, pero mansos, flojos, sosos y descastados. Sólo sobresalió el sexto, bravucón en el caballo. Carlos Escolar, Frascuelo, silencio en ambos. Ignacio Garibay, silencio y silencio (aviso). Javier Castaño, palmas y vuelta.

La corrida iba por un auténtico despeñadero. A las carencias del ganado, excepto en carnes y hechuras, se sumaba una apática o incapaz actitud de los diestros, sumiendo al espectáculo en una de sus simas más profundas, de aquellas de las que es casi imposible retornar, el aplastante y bochornoso tedio. Arrastrado el quinto casi podíamos afirmar que se trataba de la corrida más aburrida, fastidiosa y plomiza del ya patético ciclo isidril de 2012. ¡Y ya es difícil! No hubo, en los cinco primeros, ni toros ni toreros dignos de tal nombre. El trampantojo del trapío lucido por alguno de estos modernos carriquiris -de origen y encaste Núñez-, no era capaz de ocultarnos de la vista la vacuidad de su condición de res de lidia, ayunos sus interiores de bravura, de casta, de acometividad, y aun de la perseguida e insultante actitud colaboracionista de la toreabilidad.
Los diestros, como contagiados por el mal del hastío, no mostraban siquiera actitudes, no digo aptitudes… Ni la torería consustancial de Frascuelo apareció ayer por su coso, por la plaza que le adora, por la que bebe los vientos por su gracia singular. Garibay anduvo con el jet-lag taurino, incapaz de sacar nada en claro de ambos oponentes. Las ilusiones concebidas y puestas sobre los hombros de Javier Castaño, se desvanecieron en el tercero… Nada hacía augurar, cuando las mulas retiraban el cadáver yerto de ese Letrado corrido en quinta instancia, que podría remontarse el festejo… Pero lo hizo.
El sexto, Flamenco, 633 kilos (Foto: las-ventas.com)
Costó lo suyo, no fue fácil. Pero, de repente, cuando todo parecía adecuarse al guión previo del festejo, a Castaño se le ocurrió despertar de su letargo, erigirse en lo que desea la afición madrileña, y tomar, por fin, las mismas riendas de la lidia, abandonadas a su triste suerte hasta ese momento. Nada nos había ofrecido en los lances de recibo al sexto, Flamenco de mote, de 633 kilos, feo de hechuras y de distinta arquitectura a la de sus hermanos, negra la capa y negros los augurios. El toro, como la mayor parte de sus hermanos, campó a sus anchas, distraído y sin fijar en el primer tercio, presagiando una versión de la capea en la que se había transformado la lidia de los cinco previos. Tomó una primera vara, apenas refilonazo, suelto, entrando corrido al caballo en chiqueros, sin que nadie lo evitara… Cabeceó dos veces en el peto y salió suelto. Otro más… Pero, de repente, inesperadamente, apareció el Castaño que deseábamos ver; decidió poner orden en el caos intelectual y material del festejo; fijó al bicho a bastante distancia del caballo, prácticamente en los mismos medios, y Tito Sandoval, uno de esos varilargueros que aun reúnen condiciones para inscribir su nombre en el libro áureo de los picadores, citó, desde su sitio, alegrando al toro, dando los pechos del caballo, consiguió que se le arrancara el toro y le puso en hierro en los rubios. Fue un encuentro fugaz, de un instante, sintió el hierro, cabeceó y salió huido del envite. Castaño lo recuperó, volvió a colocarle en los medios, si cabe un poco más lejos, y Sandoval volvió a hacer la suerte como emociona, con gracia, donosura y verdad, y el bravucón volvió a arrancarse. La gente se levantó de sus asientos, de su apatía y de sus bostezos. Era la suerte de varas recuperada. Aun menos que el anterior encuentro duró éste, el toro volvió a sentirse dolido y salió nuevamente suelto. El castigo aun era insuficiente, y Castaño volvió a lidiar, a llevar al toro al platillo central y tras un recorte, lo dejó nuevamente en suerte… Tito –con nombre de emperador romano de los Flavios- citó e hizo la suerte como los cánones ordenan, y por tercera vez –sin contar la de tapadillo en toriles- el toro se arrancó alegre al caballo. Hubo un relampagueante encuentro, antes de dolerse al hierro y despedirse con coz inclusa del peto. No era un toro bravo, era una suerte brava y un bravo al picador y a su lidiador. La gente se puso en pie y ovacionó al varilarguero, como lo hizo días atrás con Meléndez; debió dar, como debió hacerlo aquél, la vuelta al ruedo, como lo hemos visto hacer antaño, aunque sea por el callejón, a pie, agradeciendo los nutridos y prietos aplausos. El toro, un bravucón, intentaremos explicarlo en entrada de días próximos.
La suerte de varas en su integridad (Foto: las-ventas.com)
La corrida, por fin, había comenzado. David Adalid, como en la última novillada y en la cuadrilla de Damián Castaño, anduvo brillante en garapullos. Javier salió con la montera calada, para qué abandonar el precioso y torero tocado, si no se brinda el toro. Todo parece molestar a los diestros de hogaño…, la espada, la montera, las zapatillas… Castaño intenta recuperar esa tradición de antaño, como en su día han hecho otros diestros con regusto clásico. Hubo un interesante tanteo, con un soberbio cambio de manos, por alto todo y en tablas. Sacó el bicho a los medios y creo que ahí se equivocó. El toro no era bravo, ni siquiera tonto, soso o ñoño, era un mulo que aparentó en varas como si fuera bravo, un bravucón sin casta. Aguantó dos tandas a derechas. Hubo emoción y transmisión en ambas, lo llevó cosido a la muleta, citando y colocado de perfil, pero largo y sometido al engaño, pero… ya en la segunda le costó más terminar la serie porque el toro se empezó a quedar y a protestar. 
Con la zurda se vino la faena abajo; el exceso de tela en el extremo de la muleta, que se rezagaba en cada lance de la panza de aquélla, provocó que el toro siempre enganchase el trapo, ensuciando por completo el trasteo, y eso que el diestro anduvo mejor colocado. El encimismo inútil fue recurso para levantar de nuevo los ánimos del respetable, antes de apostar por el toreo pueblerino que tan de moda está en los tendidos de sombra…, como en los de sol. Un simple pinchazo, tendido, pero por arriba, y un descabello, sólo le conseguirían esa vuelta… ¡Ay si hubiera matado…!
La fiesta, por fin, y a muy última hora, había recuperado el pulso y la alegría de vivir.
El resto fue penoso. Frascuelo nada hizo en su primero, un bicho bonito, manso, soso y descastado, al que no supo cómo meterle mano y que se aplomó en seguida. Descolocado y sin ideas lo despenó de media desprendida, sesgando. Tampoco vimos su proverbial torería en el cuarto, un bicho engatillado y algo escaso de cuerna, que cumplió con el guión del encierro, muy manso, soso y descastado. Hasta cinco entradas hizo a los de caballería, para que lo acosaran en las últimas y recibiera el castigo oportuno. Despegado siempre, desde fuera, Frascuelo optó por espantar moscas. El toro no iba y al diestro le iba que no fuera. Casi media espada, por arriba, con práctica cinegética le sería suficiente para verlo arrastrar.
El primero, Peluquero II, un colorado -casi melocotón- de 580 kilos (Foto: las-ventas.com) 
El mejicano Ignacio Garibay tampoco hizo gran cosa en su primero, ni aun ese vistoso toreo con el capote que siempre ha caracterizado a los diestros aztecas. El animalito, flojo, soso, manso y descastado no decía nada, pero tampoco exigía las precauciones del diestro, situado excéntrico en las suertes, abusando del pico muchas veces y próximo al nihilismo táurico. Tres pinchazos bajos, cuarteando, otro más arriba y una entera tendida dieron fin al segundo capítulo. Lo del quinto fue una repetición de la jugada: el toro muy manso, algo brusco –este sí-, soso y rajándose en cuanto pudo. El diestro no lució ni percal, ni franela, lo pasó en paralelo, sin dominio, descolocado, sin continuidad y a veces sucio. Prometimos que acabarían en chiqueros –tenemos testigos- y allí terminaron, para una entera por los bajos, un barbeo por las tablas y un aviso postrero. El benevolente público madrileño, pasó página y se guardó los pitos.
Castaño nos defraudó en el tercero, porque esperábamos verlo como al fin apareció en el sexto. Mal en la lidia de ese Peluso, otro que apuntar a la lista de mansos, flojos y descastados, pero protestón y complicado, no conseguiría templarlo en casi todo el trasteo. Sólo le vimos bien en la tanda al natural, en que de perfil lo llevó mucho más limpio, mandado, largo y corrigiendo parte de los defectos del animal. No sé por qué volvió a cambiar de mano…, porque ahí volvería a las andadas. Sólo en esa serie estuvo claramente por encima de las pobres condiciones del bicho, se impuso el toreo… al “pegapasismo”. Se tiró con ganas a matar, cobrando una estocada por arriba –con desarme- y fallando en un único intento de descabello. Menos mal que luego hubo emoción en el sexto, despertándonos a todos y levantando la ilusión por la fiesta. ¡Hasta el rabo todo es toro!

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Silencios
En todas las lidias de todos y cada uno de los toros, el público participa en el veredicto final. Es una especie de añeja y espontánea asamblea tan democrática como certera. Sí, existen bastantes observadores cultos –de cultura y de cultivo-  en los graderíos de las plazas de toros. El presidente es, o debe ser un moderador justo y capaz.
En la mayoría de espectáculos masivos, los espectadores son pasivos. O faltones y violentos como los fanáticos del balompié. ¿Sobran los cerebros?
Y hay una amplia y rica variedad en las “sentencias” que “dicta” el respetable con respecto a los méritos o desméritos en el comportamiento individual y dual de hombre y animal.
Variedad que va desde la petición de indulto para el toro, a homenajearle con vuelta al ruedo, pasando por ovacionarle, silenciarle o pitarle en el arrastre.
Variedad que va desde otorgar los máximos trofeos al lidiador a reclamar los tres avisos por sus contratiempos en los fallos con los aceros a la hora de la verdad… o suerte suprema. Ojalá dichos veredictos fuesen tan ágiles, ajustados y transparentes a la hora de enjuiciar a las “elites” en general y a los políticos en particular.
Ojalá…pero abundan los silencios. Como el silencio de la dictadura capitalista: oír, mirar y callar. No tiene nada en común con escuchar, ver y participar.
¿Nos imaginamos 25.000 personas en directo, expertas, o normalmente capacitadas, sentenciando las vaguedades, abstracciones y mentiras de los “mandamases” de la economía, la política o la justicia?
Las pitadas, y los tres avisos o vuelta al toril, estarían a la orden del día.
Pero estamos en la era de los silencios, aunque haya suaves “voces” discrepantes como las del 15M.
Sí, los silencios en el ciclo taurino primaveral de Las Ventas, igualan o superan al resto de consideraciones. También, también va pasando con la abstención en las elecciones.
Hay silencios de comprensión, de prudencia, de respeto…el lidiador no ha tenido toros…el lidiador ha pinchado en demasía…el toro se ha venido abajo en la muleta…el toro no ha tenido suerte con el lidiador…toro y torero no se han acoplado…tal torero o cual ganadería no están en buen momento…
Lo preocupante son los silencios por no tener que decir o que hacer…por complicidad… por las indiferencias.
Sí, son muy intrigantes, patéticos y amenazadores los silencios que más abultan y abundan. Hay que cavilar y “mojarse” acerca de las aspiraciones de las “elites profesionalizadas” que “administran” un ocio-negocio que llegó a ser metáfora ejemplar de vivencias y supervivencias. Ese bagaje  ha quedado, en: ¿coge el dinero y corre?
¿Los toros de Carriquiri? Una traca de cinco petardos – con matices en la muleta porque la torería de Frascuelo y la voluntad de Garibay fueron insuficientes para ponerlos a prueba-, hasta el tercio de varas en el sexto. De nombre Flamenco. ¿Fue bravo o manso? ¿O no fue ni bravo ni manso sino todo lo contrario? ¿Tenía la vista cansada? A mi me pareció un toro silvestre, de esos en extinción que no se sabe por donde va a entrar y salir. Genuino, sin etiquetas. Hasta la primera vara parecía el petardazo final de la traca. Silencios a granel. Y el inteligente Javier Castaño, experimentó. Para el segundo puyazo lo deja en los medios, el “silvestre aflamencado”se dirige al caballo como un obús -633 kilos-, no pelea en bravo, pero repite con el mismo ímpetu otras dos veces. Emoción y conmoción. Ovación de gala a toro, torero, caballo y picador. Ovación de gala a dos pares de cartel de David Aladid –simpático pareado-, ovación a la unidad de maestro y cuadrilla. El toro encuentra en Castaño la responsabilidad y el pundonor de un hombre firme y gallardo. Faena a la clásica y ortodoxa usanza. De someter, de dominar, de poder a poder por los dos pitones, sin frivolidades, ni concesiones. Justifica con creces las expectativas propias y ajenas que le rodean. Media defectuosa y descabello le condicionan un premio más gordo. En diez minutos nos hemos puesto de pié, más veces, que en toda la feria. Vuelta triunfal.
            Silencio en las masas
            Silencio en las mesas
            Silencio en las misas
            Silencio en las musas
            Conversar es entenderse
            ¿Solo se larga, o se ladra, de Ronaldo y Messi?


Birlibirloqueando 4





Fernando Bergamín Arniches

Escribo el miércoles 30 de Mayo.  Ayer día 29, en la Plaza Monumental de Las Ventas, se cortó la coleta al término de la corrida un torero irrepetible: Julio Aparicio, para mí -aunque sé que a él le gusta poco que así se le llame- Julito.
Se cortó la coleta en el único acto de verdadera dignidad y torería de toda esta lamentable Feria del 2012. Y se nos va uno de los toreros privilegiados en arte, gracia, luminosidad y "pellizco" que ha dado el toreo en las últimas décadas. Tocado por esas "gotitas" sublimes que según el siempre recordado y único Rafael de Paula, "Dios...deja caer sobre muy pocos, pero grandes creadores".  De cualquier arte.
La emoción que hoy siento, no me permite extenderme demasiado en esta nota. Ni quiero hacerlo. Sólo señalar algunas pequeñas o grandes cosas.
Fue Aparicio un novillero absolutamente excepcional, el mejor que yo he visto nunca, en finura, estilo, y gracia pura sevillana. En alegría de cante chico y hondura de cante grande. Recordaremos siempre aquella mañana en la Maestranza sevillana del casi niño Julito. Pura gracia angelical, sublimes maneras. Hasta llegar a su época de matador de toros -gran matador por cierto- y comienzan sus grandes tardes... y sus ciertas desigualdades, pero siempre en gran torero. Después de tardes cumbres en casi todas las primeras Plazas de España, llega a Madrid un 18 de Mayo de 1994, tarde que resulta inevitable señalar por su faena única al toro Cañeco de Alcurrucén. Este día significó su consagración definitiva, sobre todo para el gran público: los visionarios del toreo, ya lo sabíamos desde aquella transparente mañana sevillana.
Prefiero casi pasar por alto un hecho trágico, pienso que muy definitivo en su vida: la horrible y diabólica cornada que le atravesó el cuello un 21 de Mayo del 2010 en Madrid, cornada proporcionada por un toro de Juan Pedro Domecq, ¡asesino de poca casta, y peor sangre! Me hubiera gustado que ayer a Julio Aparicio le hubiera cortado la coleta un torero, un torero de verdad. No podré olvidar nunca la frívola y estúpida sonrisa disimulada del Fandi cuando realizaba este mítico acto. Recuerdo que su alternativa en Sevilla la recibió de las manos mágicas de Curro Romero, por ello me da tanta tristeza haberlo visto terminar en esas otras manos sin ninguna significación, ni en el toreo, ni en su vida personal.
Julio Aparicio en Valencia (Foto: artetoreo.com)
Recuerdo siempre a su padre el gran Julio Aparicio, primerísima figura del toreo y uno de los más poderosos y completos entre los más grandes de su época.
Recuerdo a su Malena, madre del torero, desaparecida hace pocos meses. Grandiosa Malena, tan querida y eje vital de todos los suyos, además también de gran artista.
Y quiero terminar -aunque me salga de mi estilo, porque el hecho lo merece- dándome el gran gusto de hacer un gigantesco "corte de manga", digno de Fellini por su enormidad, a todos aquellos que ayer 29 de Mayo de 2012 tiraron almohadillas a Julio Aparicio en la primera Plaza del mundo: Monumental de Las Ventas. Almohadillas tiradas durante el acto y después del corte de coleta. ¡Va por ellos...!
Y para el torero grande, Julio Aparicio, Julito, mi admiración de siempre, mi solidaridad, y mucha suerte en la vida... haga lo que haga. Fue un torero, un torero de los más grandes, es un torero. No dejará de serlo nunca. Tiene alas... "para volar sobre las nubes, y contar las estrellas de una en una". Y esas alas no se las ha cortado nadie. Gracias torero.

Madrid 30 de Mayo de 2012

miércoles, 30 de mayo de 2012

Nuevas localidades de España y Portugal se suman a la rebelión ciudadana en defensa de la tauromaquia


Desde la Asociación Internacional de Tauromaquia, que tantas y tan buenas cosas está consiguiendo en estos años, nos pasan la siguiente nota informativa. Enhorabuena a la labor de coordinación y orientación de nuestro buen amigo Williams Cárdenas, en buena medida impulsor en nuestro país de las declaraciones de múltiples localidades que se van sumando en la defensa de la fiesta. Entre las últimas en conseguirlo está la muy taurina localidad malagueña de Antequera, que ha blindado sus festejos taurinos declarándolos Patrimonio Cultural Inmaterial; junto a ello en nuestro vecino Portugal se han conseguido hasta siete nuevas declaraciones.
Antequera. Málaga
El Ayuntamiento de Antequera presidido por su Alcalde D. Manuel Barón Ríos, y a propuesta del grupo del Partido Popular, con el apoyo del PSOE y del concejal no adscrito, y la abstención de IU, declaró la Tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo antequerano, sumándose de esta manera a la rebelión cívica popular que se extiende por miles de ciudades y pueblos de Europa y América.
La plaza de toros de Antequera, vista aérea
De esta manera, quedan protegidos sus festejos taurinos, muy arraigados en la localidad, en especial los que se celebran en la Real Feria de Agosto de Antequera, que este 2012 contará con 4 corridas de toros en las que participan como es costumbre, las máximas figuras del toreo.
La declaración aprobada, resulta la primera dentro de la provincia de Málaga, sumándose así a la iniciativa de acabar con los ataques que se vienen produciendo en tiempos recientes contra una de las manifestaciones culturales más profundas y arraigadas en la cultura hispánica como es la Tauromaquia, entendida ésta tanto en lo referido a espectáculos que tienen lugar en las plazas de toros, como las celebraciones taurinas populares por las calles de multitud de localidades.
Portugal.
En nuestro vecino Portugal no cesan de producirse declaraciones de sus ayuntamientos a favor de la Tauromaquia, identificándola como Patrimonio Cultural Inmaterial de sus pueblos y ciudades.
Ahora han sido Portalegre y Santarem (capitales de distrito), Monforte, Moura, Fronteira, Benavente y Alcochete las que se unen a la importante lista que gracias a la implicación de los aficionados portugueses y la organización PROTOIRO no cesa de aumentar en el país luso.

Los toros en las antípodas

Nuestro buen amigo e infatigable difusor de la fiesta en China y la antigua Formosa, José Campos Cañizares, Secretario de la Casa de España en Taiwan y profesor de la Universidad WenZao, no para de organizar actos y eventos que den a conocer nuestra cultura y la fiesta de los toros en aquel muy alejado rincón del planeta, prácticamente en nuestras antípodas.
Al margen de la exposición que brillantemente ha promovido la Casa de España en aquella República, ahora nos cuenta que en Shanghai la Biblioteca Miguel de Cervantes y el Consulado de España en aquella populosa ciudad continental, con su valiosa colaboración y presencia pretende dedicar unas jornadas a la fiesta nacional.
En su notable afán de difusión y promoción de la fiesta –algo que por cierto debería corresponder principalmente a las autoridades españolas y sólo no a instituciones particulares o a personas concretas, tal y como señala la Ley de 1991-, pretende además convertir las jornadas en escuela práctica de toreo, como ya lo hiciera en su Universidad WenZao, donde hubo de conseguir que Rector y Gobernador Provincial incluso se colocasen una montera y practicaran cuatro naturales, ejecutados con gracia… oriental. Para ello ha dispuesto el traslado de capotes y muletas con los que los asistentes a las jornadas podrán comprobar las dificultades del arte y su manejo artístico. Es de agradecer la labor incansable de nuestro buen amigo y compañero en lides bibliográficas en pro de la fiesta, algo de lo que podían tomar buena nota, Gobierno Español, Mesa del Toro o diferentes agrupaciones de profesionales.
Las jornadas comenzarán el viernes 1 de junio con una conferencia magistral titulada "La corrida de toros española: cultura y arte". En ella se analizará el origen de las fiestas populares en torno a los toros que se remonta cientos de años atrás. Hay evidencias de la presencia del toro bravo en la Península Ibérica desde tiempos prehistóricos, época en la que pudo nacer el vínculo entre el toro y el hombre. José Campos, taurómaco y doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, explicará, desde el punto de vista de la cultura y el arte, de dónde procede la corrida de toros, la plaza de toros, el paseíllo y muchas otras peculiaridades del apasionante mundo taurino.
El día 2, sábado, en horario matutino, se desarrollará un Taller taurino léxico-literario, asimismo impartido por José Campos, que ahondará en la especificidad del rico léxico taurino, que conforma uno de los campos semánticos más bellos y prolíficos de la lengua castellana. Y por la tarde habrá una Proyección de cine con la película Torero, presentada también por nuestro gran activista José Campos. En esta película, el famoso bailaor español Antonio Canales muestra diferentes facetas del mundo taurino a través de la pasión y la fuerza del baile flamenco. Antes de la proyección se prevé una actuación de flamenco en vivo.
        
En definitiva, enhorabuena a José Campos Cañizares, una vez más, por su impagable labor de difusión, promoción y profundización en este aspecto fundamental de la cultura hispana, llevada en este caso, casi, hasta nuestras mismas antípodas.

¡Y se cortó la coleta!

Madrid, 29 de mayo de 2012. Más de tres cuartos de entrada. 5 toros de Las Ramblas, desigualmente presentados, aunque muchos sin culata y excesivamente gordos, mansos en general, sosos y descastados. 1 toro de Hermanos Fraile Mazas (4º bis), manso e inédito para la muleta. Julio Aparicio, pitos y bronca. El Fandi, silencio en ambos. Miguel Ángel Perera, silencio y ovación (aviso).

Estaba cantado, pero debió ocurrir antes. Lo de Julio Aparicio era arrastrar la memoria por el lodo fangoso de la ignominia y el deshonor. Las cualidades de torero de clase, las hazañas estéticas del pasado, no han podido reverdecer en estos años de penuria, de crisis en todos los sentidos incluido el ético, y poco a poco ha ido sucumbiendo a sus miedos internos, su apática actitud vital, las paranoias y la catatonia. Y un torero catatónico, incapaz siquiera de responder al estímulo del público, del toro, es una auténtica ruina para el arte.
Creí que se cortaría el apéndice capilar hace días. Cuando lo del otro día en Madrid, cuando arreció la bronca y las almohadillas las tiraron a dar, cuando se vio la decrepitud física, ética y estética del diestro, arruinado en su mismo ser, por sus propias carencias. ¡Qué lástima de torero!, porque lo fue. Atesoró gracias, profundidad, arte y cualidades de esas que llamamos eternas. En lo más recóndito de su corazón, allá en un lejano y oculto paraje de su alma, de su rebelde alma de artista creador. Y creó, ¡vaya si creó!, hermosas páginas para la historia de la tauromaquia, salpicadas entre la bohemia y el desorden de su devenir, sin continuidad, a ráfagas geniales. Se fue, al fin, y regresó a un principio cuando ya no había retorno posible. Y en ese vaivén de la vida, de su vida, de la recuperación del arte, se nos marchitó por completo, apareciendo sólo el espantoso y seco esqueleto óseo de lo que fuera su toreo, la imagen nervuda, tendinosa, temblorosa y putrefacta de la agonía táurica. No le olvidaremos, aunque debamos olvidar y pasar página a ésta su –hasta el momento- última tarde en Las Ventas, vestido de fucsia y un azabache que nos anunciaba negros y oscuros presagios.
Foto: las-ventas.com
Le cortó la coleta el Fandi con Perera de testigo… ¡hubiera tenido que ser el sin par Lagartijo el grande! O Curro, o Paula, o alguno de los excelsos artistas que han brindado y escrito páginas tan gloriosas como las suyas, aunque efímeras y escasas al fin. Su pasar por la fiesta nos volverá a retrotraer a pasadas experiencias cercanas al verdadero misticismo que debe envolver al toro y al toreo, olvidando fracasos como el de esta tarde de fucsia y azabache, carne y muerte.
No hay paliativos para su actitud de hoy, ni para la del otro día. Cuando uno se halla sumido en la vergüenza de lo que pudo ser y no es, cuando ni apenas se confía en sí mismo y en una remota resurrección, cuando ni aun se sueña con la faena perfecta, es que se ha muerto para el arte; se vive, como lo puede hacer uno en la muerte aparente, cataléptico, pero no se es sino una sombra, vago recuerdo de uno mismo, espectro que nunca debiera engalanarse con luces en la fiesta de la vida.  
Aparicio ha arrastrado ésta su agonía por el ruedo de esta triste primavera venteña; en su primero, aun con esfuerzos para él sobrehumanos, no conseguiría sino mostrarnos su miedos y desconfianzas, abusando del pico para escupir el toro, ayudándose con el estoque en los lances al natural con que alejar al descastado de Las Ramblas, y antes de quitárselo de la vista de un bajonazo infame. No lo veíamos claro cuando en el cuarto salió decidido a brindar a la Infanta Elena… ¿para qué? Esa misma confusión agónica que le hizo embarcarse en tal brindis le hizo naufragar ante el toro de Fraile Mazas, un bicho que nada parecía querer, y al que le habían dejado a modo tras el caballo… Le quitó las moscas, se dobló entre mucho movimiento y le sacudió un pinchazo bajo y otro hondo, bajo, delantero y perpendicular, ambos cuarteando… por no huir. Con el tercer descabello acabó con la infeliz vida de su oponente y con el agridulce sabor de una carrera que algunos añoraremos… pese a todo.
El resto del festejo fue –asimismo- para olvidar por completo. Un encierro, éste de las Ramblas, nuevamente indigno para Madrid, aunque ya nadie proteste, aunque nadie reclame, aunque nadie saque a relucir su condición de aficionado. Se ve que, como el toreo de Aparicio, la afición agoniza. Toros sin remate, sin cuajo, engordados con piensos compuestos, que apenas pueden exigirse a sí mismos, y también agonizan durante veinte minutos entre arrancadas sosas, caídas varias y un sinfín de descaste. Toros para figuras, ¡qué caramba! No hacen falta anti-taurinos. Acaso embistió algo más que sus hermanos, o con algo más de movilidad, el segundo, al que le apuntamos la condición de noble y soso. Al resto… entre el descaste y lo mular –como el quinto-.
El segundo pidiendo perdón por su existencia... ¡vaya culata! (Foto: las-ventas.com)
El Fandi se gano buenos aplausos toreando a la verónica con la capa. No es Rafael de Paula, ni siquiera Aparicio, pero manejó bien el percal en los lances finales y ¡hasta ganó terreno hacia los medios! Banderilleó a su estilo su primero, en el que le apuntamos sólo un segundo par casi sobre un pitón, el resto pasado. Y con la muleta, una nulidad, ni aun con el oficio de otras tardes, todo desde fuera y para fuera, tres y el de pecho y a otra cosa, despegado siempre y sin ilustrar nada de eso que llamamos arte de torear. Una entera algo desprendida le valdría. Peor anduvo en el quinto, el mulo del encierro. Mal en banderillas, dejando varios palos por los suelos en las cuatro entradas realizadas, antes de una quinta salvadora. Con la franela, desconfiado, encorvado muchas veces, dudando. No lo vio claro en ningún momento y ni aun anduvo con esa técnica que deben ofrecer las más de cien tardes que al parecer torea desde hace media docena de años. Tampoco es que los andares de cow-boy ayuden mucho cuando uno espera ver torear…; son cosas del esquí, sin duda. Un pinchazo con saña y una entera tendida y delantera, sin pasar, necesitaron de un descabello.
Perera ofreció más de su propia receta, aunque muy desdibujado en su primero… que se llamaba Indefinido, una croqueta colorada que se fue sin torear, como se le apuntó desde varios lugares de la plaza. Hizo, eso sí, el “bravo” animal por rajarse desde el mismo comienzo, aunque se lo pensó mejor y anduvo en los alrededores del diestro, o éste en los suyos, quién sabe. Después de bastantes pases sin aclamación alguna, por las afueras del toreo, hubo sendos pinchazos caídos que antecedieron a media por la misma zona geográfica, y hundimiento del Titanic. 
El tercero, justito y gordito (Foto: las-ventas.com)
Le aplaudieron bastante más –y hubieran seguido haciéndolo por los pesados de algún que otro tendido a los que les dio por protestar a deshora, no por otra cosa- en las tres series iniciales del sexto, Madroño, un ser menos que justo de presencia, corto y sin remate por detrás… como les gusta, en definitiva. Desde fuera, fueron dos o tres tandas de toreo postmoderno, echando la pierna atrás, pero ligando y aprovechando las dulces embestidas de aquello. Ovación, aumentada y corregida por lo inoportuno de la crítica. El animalito dijo que hasta ahí había llegado, y vino el subsiguiente arrimón y toreo pueblerino. Que si circulares inversos, que si alardes entre los pitones, para luego citar desde la oreja enseñando el trapo a un lado del cuerpo, que si penduleos, que si bernardinas… Al público de sombra le gusta, tanto o más que al de sol, esto del populismo taurino. Ya no habrá que marcharse a la solanera a la búsqueda o mendicidad de aplausos facilones, con el calor que da aquello. ¿Un hallazgo o una evidencia? ¿Quién lo hubiera dicho hace una simple década? Un pinchazo bajo, un aviso y una entera un tanto desprendida dejaron la cosa en petición insuficiente y ovación…
Por la mañana había estado hablando, escuchando y viendo torear con las manos y con el cuerpo a Rafael de Paula, que no sé por qué me tiene aprecio… Oírle hablar en privado de toros y toreros, de formas y fondos, de arte –que no de artistas- y toreo, es, se lo puedo asegurar, un auténtico lujo que no he pagado ni podre pagar suficientemente. ¡Cómo acompaña el gesto elocuente a la parquedad de sus palabras! ¡Cómo hablan sus manos y su ya añorada cintura! ¡Cómo te explica en breves sonidos la profundidad del arte…! Y luego lo de esta tarde; vamos, si lo sé me quedo viéndole torear y hablar de toros todo el santo día. Ya les contaré.
No hubo suerte para el espontáneo, que parecía sudamericano; y es que no hay trabajo ni para los autóctonos (Foto: las-ventas.com)
Por cierto, la nota pintoresca del festejo corrió a cargo de un espontáneo. ¡Sí, de un espontáneo! Se lanzó al ruedo con muleta y estoque –sería simulado- cuando se decidió devolver el cuarto, que se cayó lo suyo en varas. No tuvo suerte, las cuadrillas y luego la policía impidieron que hubiera toreo de alguna clase…, ¡quién sabe si el único toreo de la tarde!

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Marcas
A estas alturas, presto poca atención a las marcas de moda, de “imagen”, de cronos, de…
Las primeras, porque las encarecen los nombres de narcisistas. Aunque puedan fabricarse en talleres de todo a cien, o explotando niños y ancianos.
Las segundas, porque solo se ve el escaparate de tiendas del montón, o de trastiendas mugrientas.
Las terceras, porque en el deporte hay muchos estímulos…a veces, sin que se enteren los estimulados.
Y luego hay otras, como las del Guinness, suelen ser marcas de sandeces competitivas. Mi admiración por Alec, un excelente actor con el mismo apellido.
Por cierto, hay pasillos en Las Ventas que los han convertido en incómodos rastrillos.
Sí, hay excepciones, pero no justifican reglas y paripés.
Hay actividades y marcas casi anónimas en todos los sectores, con mucha más ética y estética que casi todas de tanta nombradía.
Otra acepción de las marcas, es la que las huellas imprimen o dejan.
Huellas profundas que marcan estados de ánimo, motivaciones, límites, reflexiones, supersticiones, decisiones, despertares, miedos, valores, ocasos, acciones, reacciones…
Los toreros que se juegan la vida de verdad, saben o intuyen mucho de las huellas propias, ajenas, humanas. La trayectoria de los  toreros que llegan a las cúspides, la marcan infinidad de sensaciones. Tres sobresalen.
         a.- La cornada o cornadas gravísimas.
       b.- Cuando el patrimonio empieza a ser holgado pensando en el presente y el futuro.
         c.- Cuando son padres.
¡Qué triángulo tan decisivo y extremo! ¡Alteran y condicionan los estados de ánimo!
Los aficionados preguntan, comentan, dicen: ¿Qué le pasa a Julito Aparicio?... ¿hacia que marca corre tanto El Fandi?... éste no es mi Perera…
A veces vemos que Fulano es más marca que torero. A veces observamos que la torería de tal o cual figura camina hacia la cursilería. ¿Y el misterio de Tomás?
No se si los cambios o recambios de los protagonistas son más o menos razonados y razonables, pero las cosas son como son.
Gravedad, estabilidad, paternidad, afloran pálpitos que hacen meditar más allá de rumores, de triunfos o de fracasos.
¿Sugerencias? La mía es que no engañen o se engañen en esas coyunturas.
¿El festejo de ayer?: tres verónicas de Aparicio, y sus broncas… el capote y banderillas de Ángel Otero… espontáneo… la nobleza del 2º y 6º… los acelerones nebulosos y extremos de Fandi y Perera… la guasa de muchos espectadores… Mejor lo cuenta, sin cuentos, el doctor y paciente Cabrera Bonet.
            Hay marcas con firma de carcas
            Hay carcas fan de las marcas
            Su peso y pose es cuestión de dineros
            Confunden ser y estar con aparentar
            Huellas y ánimos sin despertar
            Lejos están del valer y valor toreros.

martes, 29 de mayo de 2012

¡Qué devuelva la medalla!

Intereses espurios en los reconocimientos venteños
¿Qué es lo que está pasando en los reconocimientos veterinarios en la plaza de toros de Las Ventas? Desde hace muchísimos años no contemplábamos un desastre de tal magnitud en el ganado que está saliendo por la puerta de chiqueros de la que antaño fuera catedral del toreo.
Hace unos días comentábamos que una voz presidencial  nos soplaba al oído que no hay día que no haya problemas en los reconocimientos y en la designación del ganado a lidiar. Corridas enteras, camiones y camiones, han pasado día sí, día también por la plaza. El que está haciendo negocio con esto es el transportista, sin duda, y me cuentan que Matilla tiene siempre preparados más de un camión por si las moscas... 
Hasta 18, 24 o 26 toros han sido reconocidos más un día para que se lidiaran al fin seis, a veces de ganadería no anunciada, alguno de los cuales no era digno del coso madrileño. El trasiego es incesante y la pérdida de la categoría, con ello, notoria.
Estos días atrás un veterinario -que no es de la plaza, conste- me comentaba que en la raíz del asunto puede encontrarse la figura de Florito. Florito, a quien días atrás se le concedía una gran distinción por la Comunidad de Madrid, que hace años fuera el veedor de la empresa y que hoy sólo anda en sus quehaceres de torilero y cabestrero de la plaza..., entre otras. "¡Qué devuelva la medalla!", gritó un espectador el otro día a mi lado ante el fracaso de mayoral del coso en retirar a uno de los inválidos subsiguientes (y eso que no se echan atrás las chivas...). Pues eso...
Florito que manda como nadie -nunca mejor traída la frase de que "ostenta mando en plaza"- en los corrales de Madrid, no siempre facilitando la labor de los profesionales que reconocen el ganado e interviniendo, al parecer -y según esta voz amiga- a su antojo, para que se acabe lidiando esa sarta de bichos indecentes que hacía años no veíamos en Madrid. Con ello la gente, la crítica, la afición, se vuelve en contra de la empresa y de sus veedores por las reses impúdicamente lidiadas, y a río revuelto..., ganancia de pescadores. Pero los más perjudicados, como tantas otras veces, son los aficionados. 
En el fondo del asunto puede encontrarse ese cuatro por ciento del precio de una corrida de toros que al parecer, y según reconocieron -en vivo y en directo en la radio- algún que otro ganadero en mi etapa de trabajo en las ondas, se lleva el veedor de la corrida. El tripartito, notablemente descontento con la situación, parece se ha reunido con el antiguo veedor de Taurodelta para intentar llegar a un acuerdo satisfactorio. ¿Quién sabe si lo lograrán?
Sea como fuere, los reconocimientos de Las Ventas y lo que se lidia muchas tardes está siendo un auténtico escándalo como no se veía desde los años terribles del hambre...
Si son ciertas las versiones -muy documentadas, por cierto- de ese soplo veterinario, un nuevo escándalo acecha a Madrid. Ya no es sólo una adjudicación vergonzosa a la empresa tripartita, sino las dificultades, tejemanejes e intereses espurios desde su mismo entramado. Una lucha de poder y de intereses para hacerse con el ansiado porcentaje -sacado de mala forma a los ganaderos que tienen que pasar por ese aro- del veedor. 
¿Hacen falta antitaurinos para algo?

domingo, 27 de mayo de 2012

¡Albricias, un toro bravo!

Madrid, 27 de mayo de 2012. Casi lleno. 6 toros de los Herederos de Baltasar Ibán, bien presentados (excepto el 4º), encastados en general (excepto el 6º y menos el 1º) y con juego desigual en caballo y muleta. Destacaron, por bravo, el 2º, Pistolero, y por noble y boyante el 3º, Camarito. Fermín Espínola, silencio y silencio (aviso). Serafín Marín, saludos (aviso) y silencio (aviso). Rubén Pinar, división (aviso) y silencio.

¡Albricias! Parece mentira que en los tiempos que corren, con el toro del mono-encaste, con la majadería de la toreabilidad que conduce a la borreguez y a la condición boyar, con lo mal que han salido los toros esta feria… y esta temporada, de repente, nos topemos con un toro bravo. Pero fue así, sin paliativos; con esa bravura exigente e indómita, con su punto de fiereza, con la entrega justa y medida y desbordante, con casta y acometividad por arrobas… las mismas que lució en trapío y hechuras. Ese segundo, de nombre Pistolero, habrá de ser toro de premio para aquellos jurados –si es que no lo supera alguno de los que aun han de saltar al ruedo madrileño- que busquen la verdad de la fiesta, no las componendas y los abrazos con toreros o empresa.
Ha tenido que ser en una corrida de las que, a priori, no gustan las figuras, ¡qué sorpresa! (entiéndanme la ironía). Corrida de Baltasar Ibán muy interesante en líneas generales, bien presentada (con un único lunar), y encastada para lo que hoy estilamos. Corrida –como nos reconocía un ganadero a la salida del coso- de las de azulejo en el patio de arrastre… si no fuera por ese sexto que desdijo de su sangre y estirpe, y quizá también por el primero. Corrida en hechuras y tipo de la casa –no se fijen en el peso… que es la sempiterna frase que escuchamos los aficionados cuando pedimos trapío y nos lo quieren cambiar por kilos-. Pues, ahora, no se fijen en el peso…, y busquen las hechuras de estos Contreras “adomecados” con lo de Los Guateles. Toros bonitos, de buenas grupas y lomos, con remate, enmorrillados, de hocico de alcuza y algo degollados sin exageraciones, de bonitas y tocadas –algo levantadas las puntas- cabezas, pero sin exageraciones córneas; finos de cabos, de rabo largo y velloso –a un par les arrastraba por el suelo-, armónicos, ni largos ni cortos y con la alzada correspondiente a su tamaño, sin exageraciones. Fenomenal, nueva lección de trapío, si no fuese por ese cuarto que sacó el ganadero, más lavadito de carnes y culipollo. Una corrida, en definitiva, de Baltasar Ibán, de las que nos gustaría aprendiesen muchos cómo se presenta un toro en Las Ventas –y no ese segundo de Espínola, por cierto-.
Pistolero, el bravo segundo, número 29 y con 554 kilos (Foto: las-ventas.com)
Una corrida que de haber transcurrido al revés, hubiera dejado un muy grato recuerdo en cualquier aficionado, pero que, como en otras ocasiones, se deslizó en sentido inverso al deseado…, de más a menos. Los tres primeros, a mi juicio tuvieron mucho mayor interés que los tres finales, destacando ese segundo y un tercero excepcional en boyantía y nobleza. El cuarto, el que cayó en trapío, embistió con generosidad hasta que le ahogaron y otro tanto le sucedió al quinto, muy castigado en varas –¡pero de verdad!-, aunque se frenaba un poco –a pesar de venirse de lejos- y derrotaba más que sus hermanos. ¿Quién sabe si el sexto, al que también ahogó Rubén Pinar, hubiera lucido más si le hubiese dado esos cuatro metros que pedía, esa distancia a la que el toro, cuando le veía, iniciaba un movimiento tímido de manos y levantaba la carita más alegre?
Nos quedamos, sobre todo con el juego del segundo, bravo en varas, que fijo y codicioso empujó en el caballo como hacía tiempo no se veía en Las Ventas, que costó un sin vivir sacarlo del caballo y cuando al fin lo abandonó sacó su genio… Entró larguito al segundo envite, y aunque ya no le castigaron mucho, también empujó algo. Perseguiría en banderillas, y llegó alegre, codicioso, con recorrido y metiendo la cara en la franela, al último tercio. A pesar de que el bueno de Marín no acertó con toro de tanta clase, y tendió a ahogarlo en las tandas finales, el animalito siguió moviéndose y en dos buenos derechazos postreros volvió a demostrar la clase y calidad de su brava condición. Aun hubo de sacar genio a la hora de la muerte, desarmando al catalán –¡aprende Rajoy!- y buscando guerra antes de que lo descabellara al primer intento.
Muy bueno para el torero fue el tercero, que sin embargo manseó en varas y banderillas, llamando a mamá –cosa que tampoco se escucha habitualmente en la actualidad-. Pero, ¡qué caramba!, era una máquina de embestir, de planear, de meter la cara sin aspavientos e ir largo y con clase en los engaños, capote o muleta. Sin claridad de ideas, Pinar se lo dejó crudito, y así se lo recordaron, como a Marín los suyos o al mejicano Spínola en el cuarto, alguna que otra voz de los tendidos. Fueron las dos estrellas del encierro, aunque también disfrutamos con el juego de cuarto y quinto, que no llegaron, ni mucho menos, a tales excelencias.
Otro buen toro Camarito, el tercero, número13, con 580 kilos (Foto: las-ventas.com)
El mejicano abrió plaza frente a otro de los que bajaron el listón, Lastimoso, de 546 en la báscula; mansote, soso, protestón y algo bajo de casta, aunque le sacudieron de firme en el caballo –y le taparon, como siempre, la salida, ¡qué pesaditos…!-. Ni tuvo mucho viaje, ni embestidas claras, y desde fuera el azteca y sosos ambos, lo mejor en el haber del diestro fue la brevedad y una buena estocada, por arriba y tirándose como una vela. El cuarto, Ruiseñor, 528 en la tablilla, al margen de su escaso trapío, fue un bicho manso pero embestidor. Como todos los de esta ganadería –casi diríamos que los de este encaste- iba bien en la distancia, de lejos, con alegría y generosidad…, ¡triste sino, porque ello conduce a que les acorten los terrenos para ahogarlos! Eso hizo el americano en cuanto pudo, en la segunda serie a derechas –o con la derecha, mejor dicho-. Le acabó por esconder el trapo y citarlo de uno en uno… y así no hay quien vea el juego del toro. Fue un aburrimiento y una sosería, poniéndose, además pesado y escuchando un aviso –¡diez minutos, qué querría!- después de dejarle una única estocada por donde uno luce el chaleco.
Spínola en el que abrió plaza (Foto: las-ventas.com)
A Serafín le tocó Pistolero, que llevaba 554 kilos a los lomos. Bastante hizo con no salir derrotado de la contienda, y aun, si mata a la primera, quizá hubiera tocado pelo, tan generosa estaba la gente disfrutando con el toro, que se llevó una ovación en el arrastre que antes hubiera sido una vuelta. Aunque lo citó de largo casi siempre, acababa ahogándole un tanto, pero sin que el bicho lo acusara notablemente. Estuvo por debajo del toro, no cabe duda, pero no desbordado, simplemente ramplón, algo sucio en ocasiones y más bien al hilo que en la rectitud. En aquello de… aseado, sin más. Levantó algo los ánimos en unas manoletinas finales –el toro las tomaba como si le fuera la vida en ello-, y bajó las esperanzas después de pinchar por arriba –con desarme-, oír un aviso y descabellarlo con certitud.  En quinto lugar salió Asustado –debía temerse lo que le darían en el primer tercio-, luciendo 590 kilos de encaste Ibán. Serafín brindó al palco real –como el republicano Espínola o Pinar en su primero- pero el toro ya no era ese segundo; más corto en sus arrancadas y protestando a veces, acabó por viajar lo justito ante el achique de espacios del de Montcada. Cuando ya rozábamos el nihilismo, fruto paradójico de la abundancia de vacío argumental y muchos pases, lo despenó Marín de tres pinchazos caídos –uno de ellos con movimiento ulterior para ahondar el estoque ¡qué cosa tan fea!-, un aviso y una entera pero muy baja.
Pistolero y Serafín Marín, fíjense como embiste, cómo mete la cara y cómo galopa (Foto: las-ventas.com)
Ese extraordinario tercero, Camarito, pesó sus buenos 580 kilos y fue magnánimo, espléndido, dadivoso sin par en sus nobles y dulces embestidas. Pero Pinar, fiel al toreo post-moderno, siempre descolocado y tirando líneas para fuera y acometidas al baúl de los olvidos, lo desaprovechó por completo.  Es cierto que algo le aplaudió el público bullanguero –ya saben, el del descanso dominical…-, pero acabaron por darse cuenta de que el mérito correspondía más al toro que al diestro, y cuando terminó sin limpieza y sin ideas, con una entera desprendida y escuchando un aviso, hubo división… hasta en el parte de la empresa ¡nuevas albricias! El sexto, Camarino, de parecido nombre pero muy diferentes maneras, pesó 541 kilos, y fue el que menos nos pareció del encierro. Manso, se fue a menos muy rápidamente, acusando menos casta que sus hermanos. Para mí, no obstante, que la eterna manía de acortar terrenos y ahogar los toros, para darse el consecuente arrimón -que tiene mucho menos mérito que esperar al antiguo expreso de Andalucía a 120 kilómetros por hora en medio de las vías-, tuvo buena parte de la culpa… Pero dejémoslo en una hipótesis de trabajo, como se dice ahora. El animalito comenzó a quedarse corto y a protestarle al diestro albaceteño en cuanto pudo, en la segunda serie. Con un toreo periférico y aislado, nada vimos, ni por una, ni por otra parte. Media desprendida valdría para ver una muerte fulminante, y ahorrarnos –a Dios gracias- el aviso también habitual. Gracias.
Vimos al fin, ¡albricias!, un toro bravo y con eso nos damos por pagados… no sé si todos…

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Hipocresía
Las puertas al mar y a la frontera, hicieron de Cataluña en general y de Barcelona en particular, lugares vanguardistas, cosmopolitas, tolerantes y abiertos. Llevan un tiempo que las “elites” egoístas han mareado, y se han  encerrado tanto en sí mismas que el “seny” es casi lunático. Aunque en matices tengan parte de razón.
Los pueblos –ciudadanos normales, educados, correctos, cordiales y serviciales-  son muy parecidos en todos los rincones del mundo. A los pueblos de bien –repito, todos o casi todos, sean blancos, negros, altos, bajos, creyentes, agnósticos, guapos, menos guapos, pobres o menos pobres- los equivocan y dividen los golfos pudientes e insaciables, y los “ídolos” con cabeza y pies de barro.
Quiero al pueblo catalán, allí pasé tristezas y alegrías en el último tramo de mi infancia y casi toda mi juventud. Me quedan lazos de primera magnitud.
En cuestión de toros, toreros y toreos me formé como aficionado práctico entre los años 1960-1975 con carteles de postín, y llenos o casi llenos en las gradas a precios asequibles. Empiezan a llegar turistas al por mayor y los carteles son menores a precios más elevados.
Al negocio cuando solo es negocio le cortan la coleta la decadencia o la ruina.
Han prohibido los toros, es verdad que la afición parece haber ido de más a menos -¿y el fenómeno Tomás?- pero las “autoridades” no han hecho nada por mantenerla y potenciarla. Más bien la han perseguido, denigrado, silenciado y desprestigiado.
Hipocresía “nacionalista” impura y dura, porque Barcelona y barceloneses de cuna marcaron hitos en la Tauromaquia desde hace siglos. Nada que ver con el franquismo, ni con el españolismo, tampoco con el humanismo o el animalismo. Solo hay que estudiar el pasado y el presente.
Van cambiando un mosaico de posibilidades  en casi todos los órdenes, por el césped y los palcos del Clan Barça. Respeto la maestría en cualquier actividad, y varios de sus jugadores la tuvieron y la tienen…pero hay vida y enjundia más allá de la esfera de una pelota monda y lironda.
Han prohibido los toros grupos minoritarios de un parlamento con muchísima abstención a la hora de votarlo.
Esa droga universal y actual llamada fútbol, provoca tantos malestares y odios entre los pueblos como la peor de las crisis y pestes.
Ahora, andan locos por conseguir instalar una multinacional de juego y vicio en un mano a mano con las “autoridades” de Madrid. Me dan escalofríos de vergüenza y de rechazo cuando oigo los argumentos de MAS-ESPERANZA para conseguir el improductivo botín. Pan para hoy y hambre para mañana, parecen pirómanos disfrazados de bomberos.
¿La corrida de ayer? El tercero de la tarde se llamaba Camarito y casi fue un caramelito de puerta grande…pero, se estrelló con un torero y toreo modernos y no hubo concierto. Por lo demás, hagan caso al criterio imparcial y a la honestidad de Rafael Cabrera Bonet.
¡Qué pegotes, peligros, pecados, pendejos, pelagatos, pelotas, perdularios, pájaros,  pendencieros y comisiones… rondan las “elites”. Lo escribo bajo mi responsabilidad.
            Echan la culpa a la izquierda
            Pero la derecha egoísta y lerda
            En Cataluña, ha prohibido los toros.
            El origen fue el Sr. Mas –o menos- y sus foros
            Si, no olvidar que tienen o tenían mayoría
            Mayoría muy minoritaria, que hipocresía
            ¡Cuidado con las manías y los chotos de las masías!


Birlibirloqueando 3






Por Fernando Bergamín Arniches

Creo que desde mi última nota publicada en este entrañable blog de Rafael Cabrera, han pasado siete Corridas de Toros de esta lamentable Feria de San Isidro del 2012. Muy pocas cosas para comentar, por lo que de antemano pido disculpas a mis lectores, si es que los tengo. Sólo algo para reflexionar.
Esta Feria he decidido bautizarla como Feria de la Oportunidad, recordando aquellas famosas  novilladas organizadas en la inolvidable Plaza de Vistalegre, por el no menos inolvidable amigo y torero de gran dinastía Domingo Dominguín... ¡El gran Domingo! En aquella importante Plaza de Carabanchel, hoy convertida en siniestro supermercado taurino, vimos y vivimos allí tardes que han quedado para el recuerdo de todo aficionado o visionario del toreo. Porque en aquel entonces, además de "oportunidades" como sucede ahora en Las Ventas (revise el lector los carteles actuales, compruebe los actuantes y juzgue), se ofrecían magníficos carteles toreros en la Plaza de los Dominguín.
Uno de esos carteles de Vista Alegre con interés...
Pues bien, el día 23 de Mayo decepción total de la corrida de Juan Pedro Domecq. Un Morante siempre pleno de torería, poco pudo hacer con los Juan Pedro, sólo un gran quite del perdón (aunque nada había que perdonarle): dos verónicas soberbias y una media frustrada. Mató mal y desganado. Un Talavante correcto pero frio... que sustituía al mediático Cayetano. Además del desconocido mexicano Juan Pablo Sánchez que cumplió sin "decir nada", salvo un cierto sentido del temple que más bien creo que se debió a la notable invalidez de los Domecq. Así pasó uno de los tres carteles aceptables de esta Feria. La Plaza no se ha llenado de verdad más que con Los Caballos... ¿En qué San Isidro había sucedido esto? Muy mal va la cosa, seriamente mal.
El resto de las corridas hasta hoy domingo 27, fracaso ganadero y pura medianía de los toreros anunciados en esta "oportunidad" venteña.
Para terminar, quisiera hacer un breve comentario sobre el "montón" de toreros mexicanos que nos han intentado vender como gran atractivo de este serial, y créanme que al hacerlo siento un gran dolor y tristeza. He vivido - aunque muy joven, niño aún - la edad de oro del toreo de aquel país: allí vivía entonces, y sigo sintiendo por México mi mayor admiración y respeto. No voy a dar ahora nombres de aquellos inmensos toreros de entonces, porque quiero hacerlo en otra ocasión largo y despacio. Pero sí quiero señalar ahora que, hoy por hoy, no existe el toreo mexicano si los presentados este año en Madrid son realmente las figuras. Llegan a España y se españolizan en el peor sentido de la palabra. Sus mentores les aconsejan olvidarse del capote - en el toreo mexicano imprescindible -, a "cerrar el compás" y limitarse a los dos pases, como nos decía siempre el gran Cañabate. Se convierten en vulgares "pegapases". Para eso, aquí ya tenemos bastantes. ¡Pobre México! Como se decía, "tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos". Ahora parecen cumplirse estas palabras. Hagamos una pequeña excepción para salvar la chispa y pellizco que por ahora sólo ha dejado "el chaparrito" Joselito Adame. En cualquier caso deseamos que se revele ese cierto misterio: ¿por qué van los toreros españoles a México y vuelven toreando mejor, y templando mucho más? En otra ocasión seguiremos. Por ahora vamos a continuar esperando... aunque como decía Apollinaire: "¡Qué violenta es la esperanza!". Y lo digo además por el futuro  de todo el Arte del Toreo.

Domingo 27 de Mayo de 2012