domingo, 2 de junio de 2013

Toros, toreros y toreos

El comentario de Ángel Arranz

Imágenes
Es verdad, a medida que uno se va haciendo mayor disminuye el espacio de la memoria y la retina para recordar y visualizar las imágenes, pero siempre hay un hueco para la capacidad de sorpresa. No, no hay que confundirlas con imágenes prefabricadas, premeditadas, “comerciales” o fugaces.
Lo bueno que tienen los mayores es su ojo cubero de la universalidad de las cosas, no importa tanto que sean o no universitarios académicos.
Siempre me ha gustado escuchar a los maestros verdaderos y honestos de cualquier faceta, y cuando más mayores, más aprendo. Lo que no tiene precio, ni pérdida de tiempo, es su capacidad de síntesis, sus sentencias y sus parangones. Casi todo lo resumen en ejemplos gráficos o en imágenes que van más allá de las promociones o las novedades interesadas que beneficiando a unos perjudican a otros. A esas alturas, prefieren cambiar impresiones con naturalidad, autenticidad y generosidad en todas o casi todas las ocasiones…cueste lo que cueste.
Algunos seguimos o pretendemos seguir esa estela cuando opinamos y analizamos los avances y retrocesos del sector que abordamos o creemos conocer.
En mi caso, algunas vertientes de los toros, toreros y toreos.
He cruzado los sesenta “tacos” de edad, de mi principal ocio, me acordaré hasta que los dioses quieran de los dos tercios de banderillas y uno de varas que ayer compartí como espectador en Las Ventas.
Lo que no entendía, entiendo ni entenderé es el porqué no se haya prodigado mucho más. Hubo una interesante cuadrilla en los años ochenta y de siempre ha habido excelentes profesionales sueltos, pero me tengo que remontar a 50 años atrás cuando la cuadrilla de Jaime Ostos protagonizaba tercios y suertes que nunca debieron caer en desuso.
Hay toros, que por sus características, sabemos que es difícil lucirlos en la muleta pero han “servido” para lucirlos en capote, banderillas y puyas.
Mi exigencia de la lidia, dentro de lo posible, ha de ser integral y unida desde que el toro sale por toriles hasta que se lo llevan las mulillas.
Algunas, pocas tardes, pero sobre todo la de ayer me da la razón que ya será incontestable. Es verdad que tomar la muleta después del recital que dio la cuadrilla de Javier Castaño es casi imposible estar a su altura. Por su espléndida innovación merece conseguirlo siempre. Lo que es indiscutible es que esos torerazos tienen derecho –mejor juntos que separados- a sentir y exhibir su vocación en el mayor número de festejos y en el mayor número de plazas del mundo.
No se los pierdan, sus nombres son: Tito Sandoval, picador; Marco Galán, David Adalid y Fernando Sánchez, banderilleros. El otro picador tampoco es manco. Ayer, esa cuadrilla, dieron una histórica vuelta al ruedo en Las Ventas con el público en pie aplaudiendo, y con el beneplácito de su matador, que esperaba muleta en mano para comenzar la faena.
Para saber de los toros de Cuadri, del resto de la función, y de sus matices, lean a mi excelente“Doctor”.
Hoy quiero homenajear con mi modesta coplilla al acontecimiento de ayer en la cátedra y catedral del arte de torear.

No es lo mismo
Lidiar con suavidad
            Que
Pegar pases con brusquedad
No es lo mismo
Banderillear con torería
          Que
Poner palos sin armonía
No es lo mismo
El ajuste de los puyazos
           Que
El maltrato a mazazos
No, no es lo mismo
Maravilla que pesadilla
¡Qué imágenes, qué cuadrilla!




No hay comentarios:

Publicar un comentario