viernes, 28 de diciembre de 2012

Don Juan Contreras Murillo, creador de un encaste (I, Los inicios)


Días atrás, buscando datos sobre éste ganadero clásico, con motivo de su relación con Joselito el Gallo, me di cuenta de que no todo lo que figura en las relaciones de ganaderías o libros que han escrito sobre ganaderos, eran correctos con respecto al criador pacense. Vienen estas líneas, pues, a “desfacer entuertos” y a acercarnos a una figura que se halla, más que probablemente, en los primeros pasos del desarrollo del toro moderno que propició también, por una lado los cambios en la forma de torear y por otro la creación de un encaste con personalidad propia.

Don Juan Contreras Murillo
Vaya por delante mi admiración a André Viard por el magnífico trabajo que hizo en su revista “Tierras Taurinas” (Opus 13, marzo 2012), aunque –en su formato de revista- nos falten algunas referencias para justificar algún documento, algún aserto o alguna “puesta en escena” verdaderamente romántica. La mayor parte de los datos contenidos en ella son, sin embargo, absolutamente fiables, fidedignos.
Don Juan Contreras y Murillo, nacido en 1861, rico propietario afincado en Burguillos del Cerro, cuyo nombre aprovecharía Alfonso XIII para concederle el Vizcondado que le otorgó en 1921, no adquiere su vacada murubeña en 1907, como tanto se ha escrito, sino en diciembre de 1906, tal y como afirma la fuente documental más próxima al acontecimiento que hoy conocemos (José Becerra Álvarez y José Neira Otero, “El consultor taurino. 1910”; Sevilla, 1910). En este “Consultor”, a modo de Guía Taurina de la época, Becerra y Neira nos dicen que:
El entusiasta aficionado Sr. Contreras compró en Diciem­bre de 1906 á la señora viuda de Muruve, un respetable núme­ro de vacas y tres toros escogidos para simiente…”.
Es verdad, sin embargo, que aunque la compra debió efectuarse a finales de 1906, el pago quedó aplazado, como dice Viard, hasta –como máximo- el 31 de enero de 1907. El traslado del ganado, como defiende también sobre testimonios documentales, se realizó a mediados de enero de 1907: el 15 de enero se ponen las reses en camino hacia tierras pacenses (Viard, op. Cit., pág. 17-18) encabezadas por los sobrinos del ganadero Joaquín Murillo y José Durán. Al parecer, la viuda de Murube se hallaba en algún problema económico-financiero, lo que podría justificar la rápida venta de la porción de Ibarra que adquiriría su yerno –y encargado del ganado murubeño- Manuel Fernández Peña, al Conde de Santa Coloma año y pico antes de esta nueva enajenación de ganado, y que acabaría con la vacada en una década, al ser vendida al hermano del marqués de Urquijo, que la pondría a nombre de su esposa, Carmen de Federico.

El hierro y divisa de la ganadería en el libro de José Emilio Pinar, "Indicador de hierros y divisas" (1914)
Con ello “desfacemos” uno de los errores que parecen perpetuarse en diferentes medios. Pero es que, además, en unos meses adquiriría asimismo una porción del ganado de Collantes, que al parecer desechó y acabó por vender a don Rodrigo Solís:
“…con posterioridad adquirió también otra considerable punta de ga­nado también escogido á D Emilio Ruíz de Bustillo, de la di­suelta sociedad «Collantes y Bustillos», cedió ésta al ganadero extremeño D. Rodrigo de Solís para conservar y reproducir sin mezcla alguna la casta Muruve, por la que siente extremada predilección y á la que dedica especial cuidado.
Aunque es muy probable que no se realizaran cruces entre ambas porciones, quién sabe si no se quedaría con alguna vaca sobresaliente de este otro ganado, cuya procedencia –últimamente- era bastante parecida a la murubeña. Valentín Collantes, heredero de la vacada de su padre, había echado en 1896, 43 vacas de Murube y 22 de Núñez de Prado (de sus sucesores, lógicamente) con algunos becerros a las reses familiares que tenían origen Gallardo, por un lado, y de Sebastián Montero y Rafael Laffitte por otro. Así pues, en 1907, la vacada, aunque claramente mixta, tenía buenos porcentajes de sangre murubeña o de sus primos hermanos los de Núñez de Prado; no sería extraño, por tanto, que alguna vaca superior quedara en manos de Contreras para reforzar –o refrescar-  lo adquirido a la viuda de Murube.

Un descendiente contemporáneo: Pistolero, el mejor toro lidiado en Madrid en San Isidro 2012 (Foto: las-ventas.com)
Sea como fuere, y con o sin aporte extraño, es el ganado de Murube el que formará la base del encaste que acabará forjando el futuro Vizconde de Burguillos del Cerro. La ganadería de Murube atravesaba entonces, en manos de Manuel Fernández Peña –el yerno de doña Tomasa Escribano-, un momento dulce. Sus reses, aunque sin gran poder, eran mayoritariamente bravas en el caballo, y empezaban a brindar bastantes posibilidades a los de a pie, dando juego en los dos restantes tercios. Quizá el mayor “pero” que cabía poner a la ganadería, era su presentación, demasiado chica para el tipo de toro que entonces se corría en las principales plazas, algo que acabaría también condicionando a don Juan Contreras y Murillo. Los mentados Becerra y Neira –como también lo hacen los anuarios de Dulzuras- lo subrayan:
“…sabido es que, salvo rarísimas excep­ciones, estos bichos suelen dar inmejorable juego en un palmo de terreno, sin ese corretear de aquí para allá que obliga á los varilargueros á acosarlos obligándoles á que medio cumplan, como acontece con lamentable frecuencia á otros animalitos para vergüenza y deshonra de la fiesta nacional”.
Recordemos, como hacíamos días atrás, que un toro de la viuda de Murube, “Escarapelo”, ganaba el premio de la corrida concurso de San Sebastián en 1909, como hacen también los autores,
tal fue el juego que dio en franca y noble lid este precioso ejemplar, cuyo retrato al óleo estuvo expuesto al público en el escaparate de una importante casa de comercio de Sevilla”.

La página del Consuitor de Becerra y Neira, citado (1910)
Con esas bases don Juan Contreras seleccionó y mimó la ganadería para ver lidiar las primeras reses en 1910, aumentando algo el número de cabezas que la componían:
Bien sabe D. Juan de Contreras lo que se trae entre ma­nos, y de la acertada dirección de su vacada no hay que dudar, pues con una escrupulosidad á todas luces plausible, apura las notas de tientas y selecciona machos y hembras cual si toda su vida se hubiera dedicado á esta clase de faenas, y cuenta ya con tres camadas sucesivas que en número de 237 cabezas ha au­mentado á la base.”
Fíjense que los autores hablan de que ya tenía tres camadas en 1910, esto es, las nacidas en 1908, 9 y 10 (lo que prueba que probablemente comprara sólo becerras, eralas o utreras con o sin preñar, pero ningún macho, que hasta entonces no había lidiado).
Para comprobar el juego que darían en la plaza, Contreras hizo lidiar en mayo de 1909, y en Jerez de los Caballeros, dos de los tres sementales adquiridos a Murube, “Ratón”, “Aceituno” y “Manchonero”, nombres que, por cierto, hemos visto también en vacadas afines o derivadas de ésta, confirmando el buen comportamiento de aquellos. La lidia corrió a cargo de Manuel Mejías, Bienvenida. Y tal juego fue superior en ambos casos; dicen así Becerra y Neira:
Uno de ellos, motejado «Ratón», hizo una gran pelea con los montados, de los que recibió, sin salir de un mismo tercio de la plaza y contra querencia, diez buenas varas por ocho caídas y cinco caballos muertos, y demostrando hasta la última hora la bravura y nobleza de los de su casta, siendo ovacionado durante su arrastre, al que mató Bienvenida previa lucida faena. El señor Contreras conserva la cabeza de éste bicho como grato recuerdo á su memoria.
«Manchonero» se llamó el toro en cuestión: tomó de los mismos picadores que el anterior, 12 puyazos con verdadera codicia y siempre recargando, de tal modo, que el picador «Veneno», en la décima vara, le introdujo en las péndulas una tercia de palo, sin que esto le hiciera ceder en sus furiosas aco­metidas; después de seis costaladas y cuatro cabalgaduras fue­ra de combate, fue agraciado el señor Contreras con una ova­ción que aún repercute en sus oídos, y el toro recibió, como último homenaje, el que las mulillas lo arrastrara á los acordes de la música, no sin antes merecer el honor de que le sacaran algunas instantáneas”.
El tercero de los sementales fue vendido a Manuel Sánchez Tabernero, el famoso Marqués de Llen -título pontificio-, como semental:
Según los antecedentes que tenemos á la vista y que nos merecen entero crédito, D. Juan de Contreras vendió uno de sus primitivos sementales al Sr. Marqués de Llén en 6.000 pesetas”.

Un Ibán, con algunos hermanos de camada, de hace un par de décadas en el Batán Foto RCB)
Téngase en cuenta que según norma ganadera de aquellos tiempos, un buen semental costaba lo que valía una corrida completa, que es –aproximadamente- lo que cobró Contreras por aquél. Sin duda hubo de tratarse del restante, “Aceituno” de nombre. A modo de ejemplo, por aquellos mismos años, los tres sementales de Santa Coloma que sirvieron para poner en marcha la vacada de José Vega, en El Escorial (origen del encaste Vega-Villar) costaron 18.000 pesetas, lo mismo por cabeza que éste del que hablamos (“Palmas y Pitos”, Año II, núm. 84). Pero no fue sólo el procreador, sino que también adquiriría un lote de vacas, según llega a declarar el propio marqués en una entrevista con José Sánchez Gómez El Timbalero (“Los toros de mi tierra. Siluetas de ganaderos e historiales de las ganaderías salmantinas”; Salamanca, Imp. y Lib. De Francisco Núñez Izquierdo, 1913) que juntaría a las vacas de Veragua que ya poseía, con lo que se trataría de la primera venta de la ganadería, antes que la realizada en 1911 a Carlos Sánchez y Sánchez.
Con tales mimbres, como suele decirse, y a base de paciencia y selección, fue Contreras forjando la que sería una de las vacadas fundamentales de la edad áurea del toreo. No llegamos a saber si lidió ya algunas reses en novilladas menores en 1910, pero sí que nos aparece su nombre en 1911, en el anuario de “Toros y Toreros” que entonces redactaba el crítico de ABC Manuel Serrano y García Vao Dulzuras:
Don Juan Contreras estrenó la ganadería el 14 de Mayo en Badajoz, con toros flojos, y después dio seis en Almendralejo, el 16 de Agosto, y cuatro en Barcarrota, el 8 de Septiembre. También en Badajoz, el 8 de Septiembre, lidiaron novillejos los niños de Córdoba” (pág. 312).
Parco y no muy favorable juicio el de Dulzuras, que destaca la flojedad del ganado lidiado en la presentación y la poca presencia de los novillos pacenses de septiembre, algo que –lamentablemente- habría de acompañar a la vacada en los siguientes años. Además, tampoco hubo diestros de postín en aquellas tardes, pues ni Mazzantinito, ni Ostioncito, ni Angelete ni Alfarero lo eran. Son tiempos aun de prueba.

El famoso Bastonito, lidiado por César Rincón... un ejemplo de bravura moderna
La revista “Arte Taurino” (Año I, núm. 8) nos deja de su debut un panorama algo más alentador:
Los bichos de D. Juan Contreras, que en esta corrida ha debutado como ganadero, fueron pequeños, bravos y nobles, llegando el quinto a superior”.
Por cierto que, en el festejo del 8 de septiembre de ese año, encuentra la ganadería su “bautismo de sangre”, pues uno de los novillos –el sexto, “negro, zaíno y bien criado”- originó la muerte a Antonio García el Zurdo. El diestro cordobés fue topado en banderillas, sin herida al parecer, pero con fractura del esternón y conmoción visceral, falleciendo a la mañana siguiente de una crisis convulsiva. Dos aspectos merecen destacarse en la crónica de ese día, según “Arte Taurino”, que los bichos fueron “grandes, mansos y difíciles para unos muchachos como los que componen la cuadrilla citada” y que –cuestión que ponemos en muy seria duda- los novillos que fueron sin picar, eran “procedentes de un cruce con toros de Benjumea”. ¿Pudo quizá Contreras utilizar uno o más sementales de tal origen para dar más caja a las reses murubeñas? Quédenos la duda, aunque remota.
Ese mismo año de 1911 –reproduce un documento muy interesante al respecto André Viard (op.cit., pág. 24), aunque muy diferentes fuentes atestiguan también la transacción- vendería ya algunas cabezas –machos y hembras- a Carlos Sánchez y Sánchez, de Terrones (Salamanca), al que iría a parar la mitad de su vacada con el tiempo… Pero no adelantemos acontecimientos. Entre las cabezas vendidas a Carlos Sánchez iría un eral o utrero, “Naranjito” un bicho precioso, así como varios “becerros” que dieron un juego extraordinario:
Ayer hice la tienta de machos y no tiene Vd. perdón de Dios en no haberse quedado a presenciarla pues seguramente hubiese Vd. gozado muchísimo con lo que aquí vimos. Tenía apuntados seis becerros de la mejor raza para apurarlos…
Al primero se le dieron veinticuatro puyazos recargando en todos con furia y quedándose en el caballo hasta hacerle el quite. El segundo que salió frío tomó 42 puyazos contra querencia, los tres últimos con la puerta de la plaza abierta, en todos recargó y se recreció de modo admirable. Tan ciego se puso en la pelea que ya en el campo volvió hasta tres veces a la puerta de la plaza, dejando el ganado y los bueyes, buscando más pelea. Un fenómeno” (Viard, op.cit., pág. 25)
En 1912 se presentará la vacada en Madrid, primero en novillada, el 25 de julio –lo que le da la antigüedad-, y más adelante en otra novillada el 15 de agosto y en corrida de toros el 29 de septiembre. En el cartel del primero de los festejos figuraron Celita, Eusebio Fuentes y Larita. El ganado de esta tarde, según Víctor Pérez López (“Anales de la Plaza de Toros Madrid”; Madrid, UBT, 2006), tuvo “aceptable presencia. En varas, el primero y quinto fueron voluntarios, manso y fogueado el cuarto, cumplieron los restantes. En el último tercio fueron nobles y buenos el primero y quinto, sin dificultades los restantes”. El primer novillo, “Flor de Jara”, es aplaudido en el arrastre y Celita da una vuelta al ruedo. “Sol y Sombra”, a través de su crítico El Tío Campanita, dirá de esta primera novillada madrileña:
Los toros del señor Contreras que se lidiaron por primera vez gustaron a los espectadores; muy bien criados, finos y de bonita estampa; en la pelea, para ser de desecho, cumplieron bien, resultando un toro muy bueno en todos los conceptos el que rompió plaza, porque además de bravo y voluntario, se recreció al castigo [se refiere a su pelea en varas] y fue hasta lo último más noble que un borrego. Encontré oportunas las palmas que tocó el público cuando lo arrastraron, y opino que esta nueva ganadería ha de ser muy simpática a todos los toreros, porque hay casta y exceso de nobleza”.
La novillada del 15 de agosto (novillada y no corrida, y el 15 de agosto, no del 5, como se ha escrito), con Vázquez, Torquito y Paco Madrid en el cartel, tampoco defraudó a los aficionados; se lidiaron seis toros terciados y cortos de cuerna, pero en varas tuvieron voluntad los cinco primeros y fue bravo con los del castoreño el último. Y, en la línea que ha de marcar a la ganadería, en el último tercio tuvieron, en general, buenas condiciones o pocas dificultades en la lidia.
Sus hermanos mayores, los toros de septiembre, fueron lidiados por Francisco Martín Vázquez; Isidoro Martí, Flores; y Alfonso Cela, Celita. “Los toros estuvieron bien presentados y sin exageraciones. En varas (28-16-10) fueron bravos y de poder el segundo (5-5-3) y cuarto (5-3-3), siendo aplaudidos en el arrastre; flojo el sexto y cum­plieron los restantes. En general, mantuvieron sus buenas condiciones en los restantes tercios.”
Fíjense que Víctor Pérez López apunta, siguiendo varias crónicas de ese año, que los toros fueron buenos en el último tercio, al margen de su mayor o menor bravura en los caballos. Dulzuras, diría de ellos, en el correspondiente anuario que “salieron los toros superiores”… algo iba cambiando en el toreo ya a esas alturas.
El mismo crítico, Dulzuras, nos comenta que:
Es esta ganadería procedente de la de Murube, formada con machos y hembras de la célebre vacada y puede ser una de las mejores. El resultado de este año ha sido excelente”.
Al margen de los corridos en Madrid, se lidiaron en Barcelona y en Trujillo, y junto a los novillos madrileños citados los hubo también en Barcelona.
Por cierto, que el día de su presentación en corrida de toros en Madrid, el 29 de septiembre se lidiaría un bicho notable, “Golondrino” de nombre, negro bragado y bien puesto de pitones, estoqueado con poca fortuna por Flores, que fue bravo y de poder en varas (tomó 5 varas por otros tantos derribos y tres caballos para el arrastre), y se mantuvo con buenas condiciones en los restantes tercios, siendo ovacionado en el arrastre. Otro más, “de buenas condiciones” le apuntamos el 15 de agosto, “Baratero”, negro bragado y apretado de cuerna, que en varas fue bravo y de poder, tomando cinco varas por cinco derribos y luego siguió noble, pastueño y bueno en los restantes tercios; lo estoqueó Paco Madrid, todavía novillero en esas fechas. 

1 comentario:

  1. EXTRAORDINARIO ARTÍCULO!!!!..., perdón las mayúsculas, pero lo merece.

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