miércoles, 10 de octubre de 2012

Birlibirloqueando 11





Por Fernando Bergamín Arniches

A  Javier Grandes, que se ha ido pronto, sin esperar otro otoño.

¡Ay de aquellos otoños pasados en Las Ventas...! Hace años, pero no tantos, o tal vez sí. Me perdonará el lector, pero en esta nota que no quisiera demasiado extensa, escribiré muy poco sobre la última Feria de Otoño del 2012. Los carteles no tenían para mí prácticamente ningún interés. Creo poco en los toreros en esa línea de heroísmo ni en esos toracos casi todos ya sin sangre brava, aunque en muchos casos con terrorífica y desproporcionada presencia, que tanto suelen gustar hoy en la Plaza Monumental de Madrid. No importa que después resulten mansos perdidos, blandos, sin fuerza y descastados casi todos. Cuando sale alguno con interés para la lidia, tampoco se le da, porque precisamente en esta Feria he podido comprobar que los toreros heroicos no son ya buenos lidiadores, aunque tenga que reconocer que se juegan la vida con verdad, lo que merece un gran respeto. Me quedo con una triste despedida en Madrid de un buen torero como el Fundi, aunque justamente en esa su última tarde madrileña no estuvo a la altura de sus dos difíciles pero lidiables toros de su lote. Le deseo toda la suerte que se merece en su nueva vida, y que tal vez le faltó en el toreo. Guardaré también el recuerdo de dos magníficos pares de banderillas al sesgo del subalterno David Adalid, colocados a un cinqueño manso y de cornamenta desproporcionada y terrible, toro feo y descastado como toda la corrida de Palha. Una vez más.

Uno de los dos grandes pares de Adalid (Foto: las-ventas.com)
Prefiero recordar otros otoños que, como escribió Proust, dejaron en mí  y en tantos otros visionarios taurinos "ese oloroso recuerdo... el olor melancólico... el perfume imperecedero de aquel pasado". Pero quiero dejar claro que ese mismo sentimiento lo he tenido esta última temporada en grandes ocasiones, con toreros creadores y toros proporcionados, en pleno presente. José Tomás y su esencia única, aparte de todos. El "divino" Morante de la Puebla. El Manzanares ya recuperado de Sevilla, en este mismo otoño. Talavante en varias tardes torerísimas. El gran Juli actual, durante toda la temporada. Un Perera que se va centrando en el toreo auténtico, y ese gran torero, Juan Mora, que no torea porque no quieren nuestros más "brillantes" empresarios. Ese pasado pues de perfume y sabor imperecedero, sigue vivo gracias a toreros como ellos.
Ahora sí, en memoria más lejana, debo recordar aquellas tardes, en otoños pasados, cuando el toreo era posible en Las Ventas sin las deformaciones y puros intereses comerciales de hoy. Y con un público bastante más sensible. Las tardes memorables de Antoñete, del mejor Antoñete. El toreo grande y profundo, andaluz de alma, del gran Curro Vázquez. La tarde mágica de Rafael de Paula, en su inmortal faena al toro de Martínez Benavides, aquel 1 de Octubre de 1987..., después de su consagración definitiva años antes (esta vez en Vista Alegre) con un toro de Fermín Bohórquez también en otro otoño, el de 1974. Fue el 5 de Octubre y esa misma tarde se despidió del toreo, el que fue "el toreo mismo": Antonio Bienvenida. No podemos olvidar la presencia y torería, llena de conocimiento, de Luis Francisco Esplá, casi siempre presente aquellos otoños. Como tampoco olvidamos una lección otoñal mucho más reciente, la tarde de Juan Mora: justeza, tiempo y sabor del toreo eterno. El toreo fundamental de Julio Robles y un gran Ortega Cano... Y otros más que se me quedarán involuntariamente fuera.
¡Ay de aquellos otoños! ¡Ay de aquel "perfume imperecedero" de la torería  intemporal! Cuando aún existía la diferencia esencial de ser culto o estar simplemente documentado que, en esta época tan difícil para todo, vamos perdiendo, hasta para poder reflexionar desde muy dentro sobre el arte del toreo.


Madrid, 8 de Octubre 2012

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