miércoles, 12 de septiembre de 2012

Viard zanja la polémica con el Juli

Julián López "El Juli" en su perfil de Twitter desataba la polémica hace un par de días con unas frases desafortunadas tras su actuación pasada en la localidad francesa de Dax: "Mala suerte hoy en Dax… y en momentos un ambiente no lógico en la afición francesa... en Dax nunca había visto algunos aficionados así… Imagino que la campaña invernal está dando sus frutos! Espero que lo estén disfrutando porque si lo que querían era crear ese ambiente lo consiguieron!". Escasa y corta opinión tiene de los aficionados franceses el diestro si cree que se dejan –masivamente- manipular tal y como dice, ya que, como en cualquier otro grupo o colectivo, siempre habrá voces u opiniones discordantes. Cuando una mayoría está en contra… probablemente es porque hay alguna razón –o muchas- objetiva para ello; no siempre la dócil masa se ha de mover -en el pastoreo taurino- hacia los verdes pastos en que el mundillo del toro les da de comer. 
Y, el Juli, sigue escribiendo que el mundo del toro, su profesión, es "la única en la que gente de dentro se preocupa por crear una imagen distorsionada y negativa de los que de verdad tiran del toreo" pretendiendo, dice, "demostrar que con lo que disfruta y se emociona la gente es mentira!!, creando falsa demagogia sobre la realidad del toreo". No es, precisamente, la gente de dentro, sino la de fuera, la que está al margen de los intereses económicos que ellos mismos manejan, la que no cobra el “impuesto revolucionario” precisamente, la que a veces manifiesta opiniones contrarias, pese a que le molesten. Buena parte de la crítica en estos últimos años, aupada a medios de comunicación de masas, ha ido –por intereses más o menos espurios- haciendo una eficaz labor de zapa en la afición o público ocasional, siempre alabando y ensalzando a las figuras –minusvalorando siempre, también, a otros que a veces arriesgaban mucho más- y manipulando la imagen de la fiesta. Todo está bien, todo es magnífico, la labor de los diestros es siempre impecable… recuerden lo que decíamos hace una semana en este blog con respecto a la retransmisión televisiva… Siendo Julián, como hemos dicho tantas veces, un gran torero (lo que me ha conllevado acervas críticas más de una vez, por cierto), lo de Valladolid, sin ir más lejos, ¿no es distorsionar la cruda realidad? ¿No se engaña con ello al público? ¿No se están ensalzando valores inexistentes? ¿Pasar por alto las cinco o seis caídas de su toro en Valladolid, sin hablar más que muy de pasada de “pocos bríos”, no es ofender a la inteligencia e intentar encubrir el desastre? ¿Subrayar lo bien que lo mató, habiendo dejado una estocada trasera, con salto hacia fuera para superar el pitón derecho, en vez de volcarse sobre el morrillo, no es intentar engañar a la gente sobre los verdaderos valores de la suerte suprema? ¿Quién, por tanto, y siguiendo sus palabras, crea falsa demagogia sobre la realidad del toreo
Tampoco le pediríamos "esto" todos los días...pero ¡hombre!, de vez en cuando... Un Concha y Sierra (Foto: Salva)
Julián siguió diciendo: "Destrozar el eje del reclamo del público es su propósito… esa es su aportación al toreo... enhorabuena!! sentíos orgullosos. A nosotros nos puede matar cualquier toro en cualquier momento y resulta que los íntegros son ellos y nosotros en entredicho…". Niega con ello la libertad de opinión –y consecuentemente la de prensa- y la libertad para poder juzgar libremente a cada cual según criterios propios y no los impuestos por los propios profesionales del sector. Curiosa manera de enfocar el problema: la crítica es siempre muy mala si opina en contra, y si opina favorablemente, probablemente se quede corta… Acostumbrados, como lo están los de más arriba –porque, desengáñense, siempre son los más arriba y casi sólo ellos-, a que la prensa cante sus enormes virtudes, sus hazañas frente a la mona… de Pascua, se sorprende que pueda haber periodistas independientes que clamen por otro modo de entender la fiesta, que no dependan de su “publicidad” para vivir –o malvivir- de su profesión. Cuando alguno –y hay muchos, como también los hay en el sentido inverso- no admite dádivas o “publicidad”, y no ensalza adecuadamente su labor, se convierte en demonizable y es rápido objeto de sus diatribas… 
Julián, centra muy buena parte de su crítica en el periodista francés André Viard, editor y redactor de la ejemplar revista “Tierras Taurinas”, del que dice que es "un torero frustrado que pone en tela de juicio la integridad y honestidad de las figuras del toreo que se juegan la vida... Respeto opiniones y conceptos... poner en duda a los toreros no!!!! Porque eso es mentira y al público no se le puede informar así. Y es mi opinión sobre un grupo de periodistas encabezados por él…".
O éste otro alguna que otra vez: un Vega Villar de Barcial
Todo ello como si André Viard –al que recuerdo haber visto de luces y que confirmó la alternativa en Las Ventas- no se hubiera jugado la vida exactamente de la misma forma que él en su día –éxitos o fracasos al margen-… y no siguiera aun haciéndolo. La respuesta de André Viard es sencillamente fantástica, plena de contenido que desde este blog subscribimos por completo. Da en la diana de los verdaderos problemas de la fiesta –algo que venimos también nosotros defendiendo en diferentes entradas en este blog… y a lo largo de muchos años previos- y propone soluciones más que viables. Su enorme pasión por la fiesta y por el elemento básico de la misma, el toro de lidia íntegro, se deja ver de principio a fin, y todo ello en un tono pausado y reflexivo, educado y respetuoso que se echa en falta en tantas manifestaciones de ciertos profesionales cuando éstos se creen que todo el mundo está a sus órdenes o directamente en nómina… Recuerden que fue él, y en muy buena medida, uno de los más significados personajes que conseguirían la declaración de la fiesta en Francia como Patrimonio Cultural francés. 
El riesgo del torero, como muy bien señala Viard, es algo que todos tenemos presente. Yo mismo lo he destacado en múltiples ocasiones y de ahí que –en mis cuatro años al frente del programa taurino de la COPE, hablara reiteradas veces de “héroes” modernos, refiriéndome a los que se visten de luces, lo que no debía ser óbice para enjuiciar honesta y ecuánimemente su labor en el ruedo cada tarde. Pero no olvidemos, como también he subrayado y lo hace mi buen amigo André Viard, que todos asumimos riesgos vitales en la vida (unos en su profesión a diario -y no sólo cinco, veinte u ochenta tardes al año-: policías y guardias civiles, vigilantes de seguridad, escoltas en el País Vasco, mineros, albañiles, médicos y enfermeras… y a veces por un sueldo anual que no llega ni a la tercera parte, que digo, ni a la décima en ocasiones de lo que el Juli puede cobrar por una sola corrida en Madrid, con infinito mayor número de víctimas mortales anuales y con mucha mayor “utilidad” social) y que tal argumento no deja de ser demagogia barata a la hora de juzgarse a sí mismo. Sólo por ese hecho no se justifican, ni sus emolumentos, ni –sobre todo- su actuación.
El Juli cobra lo que cobra –recuerden las palabras de su apoderado en Madrid la pasada primavera- por "jugarse la vida" -siguiendo sus palabras-, por hacer algo -en definitiva- que muchos de sus compañeros hacen por la décima parte de sus honorarios, y a veces por menos. Por lo menos, en justicia, tendría que ser diez veces –venga sólo ocho, si quieren- mejor que ellos y enfrentarse a corridas ocho veces más duras y serias que las que matan aquellos. ¿No cobran, por ejemplo, Javier Castaño, Rafaelillo o Robleño, o Sergio o Alberto Aguilar, la octava parte de sus honorarios madrileños por corrida y se exponen frente a reses mucho más encastadas, complicadas o difíciles todas las tardes que logran hacer el paseíllo? Eso es lo que últimamente se defiende más en Francia y en algunos lugares de España –pocos, por desgracia-. La fiesta no se defiende llevándose mucho dinero del espectáculo y mandando mucho en empresas, prensa y ganaderías, haciendo y deshaciendo a su antojo, sino recuperando la ansiada emoción a través de la materia prima indiscutible: el toro. 

André Viard
Todo ello lo aborda genialmente André Viard en su respetuosa respuesta. Me he permitido subrayar algunos párrafos que creo, encierran en sí mismos, toda una lección de ética taurina y de trascendencia que merece siempre tenerse presente. Léanla, porque la carta no tiene desperdicio alguno:


Estimado Julián,

Dos días después de “twittear” contra la prensa francesa en general y contra mi persona en particular, probablemente has tenido tiempo para entender hasta qué punto te has equivocado: no se soluciona un problema matando al que trae la mala noticia, de la misma manera que no se cura una fiebre rompiendo el termómetro.
No hay mal que por bien no venga, y tu rabieta -impropia de la gran figura que eres- me permite, y te lo agradezco, explicarte a través de esta carta abierta, lo que visiblemente no entiendes.
Tienes que saber primero que los medios de comunicación –“mass medias” como les bautizaron los americanos- son precisamente eso: un termómetro que permite tomar la temperatura o el pulso de la sociedad. Desde siempre, salvo en casos de manipulación por parte de algún poder poco respetuoso de las libertades públicas, han sido el punto de encuentro de todas las opiniones y la fuente de la que muchos han bebido para orientar su reflexión constructiva. En Francia, la prensa suele ser bastante libre, y jamás confunde publicidad y derecho a la información. Esto vale también para la prensa taurina.
Insisto: la culpa de tu fiebre no la tiene el termómetro, sino tu ausencia de reflexión acerca de la situación global de la Fiesta que atraviesa, desde hace mucho tiempo, uno de sus peores momentos, y que tiene que enfrentarse a la vez a una profunda crisis económica, a una crisis institucional impulsada por ciertos nacionalismos ciegos y a una pérdida de identidad -o de ética- que explica la frustración, no de la prensa, sino de la afición. De lo contrario, ¿cómo explicas que ni arropándote con dos figuras consigues llenar una plaza?
Para entender el rechazo, todavía muy relativo, que padeces por parte de un público que te ha encumbrado y tratado quizás mejor que en tu propio país a lo largo de toda tu carrera, tienes que hacer un esfuerzo de reflexión, dejar de pensar que se trata de una campaña en tu contra, y entender que tus intereses y aspiraciones no corresponden ya con los que de quienes pasan por taquilla. El tiempo no se puede detener, las modas pasan y gracias o por culpa, según se mire, de la crisis, estamos presenciando un cambio de opinión hacia los valores éticos más profundos de la Fiesta que, como tú debes saber, es la del Toro.
Y a ese nivel, tu lógica de figura choca con las aspiraciones de la afición, para la cual, por muy lograda que sea una faena, tiene poco valor si se realiza delante de un toro que no corresponde a la imagen mítica que todavía se conserva del mismo en el inconsciente colectivo. El problema va mucho más allá de saber si vale o no tal o cual animal que se embarca para tal plaza. El problema es saber si el toro moderno, criado en las condiciones que tú bien conoces, conserva dentro de la sociedad esa imagen mítica que es el origen de la Fiesta. Evidentemente, no es el caso, y resulta fácil entender que un animal criado casi en cebaderos, sometido a lo largo del día a la dominación del hombre y ataviado de fundas que ocasionan un sin fin de manipulaciones, no ayuda a que, cuando sale a la plaza, el público vea en él ese adversario casi invencible que era antaño. Y por supuesto, la pérdida de esa dimensión mítica que siempre ha sido el motor de la Fiesta, le quita a la actuación del hombre ese valor épico que durante mucho tiempo hizo del torero el equivalente de los héroes antiguos.
Y si hoy en día los toreros tienen que ir a la zaga de los futbolistas o los modelos para reconquistar una fama que a pesar de sus méritos en la plaza ya no consiguen, es porque la estética que se pretende buscar a costa de sacrificar las dimensiones mítica y épica, no trasciende en la sociedad que ve en el toro un animal manipulado, indefenso y en vía de domesticación, no deseada pero real. Lo cual, como lo entenderás, conforta los ataques de los animalistas contrarios a la Fiesta.
Tú, que eres un gran amante del campo y que toreas a diario en todas las ganaderías, ¿no te extraña la gran diferencia que hay entre las vacas que ostentan una bravura conforme al capital genético que acumulan los ganaderos desde hace generaciones y sus hermanos de camada que se arrastran muchas veces por las plazas de una forma penosa, que sólo puede explicar este exceso de manejo y manipulaciones inoportunas que se les impone? Ese problema, el más grave para la Fiesta si no se busca remedio, sería injusto achacártelo solo a ti. Es, sin embargo, la otra cara de la moneda: cuando algo falla en un sistema, la culpa siempre la tiene el que manda, y en este caso te toca a ti, puesto que tienes el poder absoluto de hacer y deshacer a tu antojo las corridas en las que participas.
El ejemplo siempre debe de venir desde arriba, y el que das ahora a los chavales que empiezan no es el más apropiado para augurar un futuro esperanzador. Al toro no se le puede considerar solamente como el instrumento que permite al torero expresarse a gusto. Para engrandecer la Fiesta, al toro hay que devolverle su sitio, es decir, lucirlo en toda su dimensión a lo largo de los tres tercios, y particularmente durante el primero. Aunque te parezca extraño, a los aficionados les gusta la suerte de varas; no para ver cómo sangra un toro, sino para comprobar cómo embiste. ¿Por qué no les das esa satisfacción y por qué le quitas al ganadero esa oportunidad de demostrar que su toro no es sólo un animal sumiso en tu poderosa muleta, sino también bravo en el caballo? ¿Por qué guardarlo todo para ti? Éste es, precisamente, uno de los motivos de la frustración de los aficionados franceses: al toro quieren verlo en toda su dimensión. Experiméntalo en Nîmes este fin de semana, por ejemplo: ponlo en suerte de lejos, déjalo lucirse, quítalo pronto y vuelve a ponerlo, y ya verás la ovación que te van a dedicar y cómo desaparecerá la frustración. Pero lo más importante es que, si lo haces tú, lo harán los demás, y hasta los novilleros entenderán que hay que cuidar la lidia en este aspecto.
De ahí a que los ganaderos dejen de pensar que la suerte de varas es un mero trámite condenado a desaparecer a medio plazo, hay un pasito, nada más. Y de ahí a que vuelvan a mandar en la plaza un toro que dé espectáculo en el caballo, cinco añitos escasos... El tiempo de orientar su selección en el sentido que pide la afición a gritos. Y si se consigue, será beneficioso para ti y para tus compañeros figuras que seguirán tus pasos. ¿No te has enterado de que en Francia están tomando mucha importancia toreros que matan corridas más duras que las tuyas, dándole al público lo que quiere y a la Fiesta una autenticidad acorde con su ética? Y, por si no lo sabes, es gracias a estas corridas que las empresas pueden soportar el peso económico de las tuyas.
Si abordo esta cuestión, es porque no se puede construir el futuro de la Fiesta sin poner las bases de una economía sostenible a largo plazo, la cual pasa por obedecer a la misma regla de oro que están aprobando todos les estados europeos inmersos en la crisis: no se puede repartir más de lo que se tiene y no es de recibo que unos pocos se enriquezcan a costa de la ruina de muchos. No se trata de caer en un dogmatismo ideológico demagógico, sino de contemplar el problema en su globalidad: la Fiesta genera una riqueza que aportan los aficionados cuando pasan por taquilla –lo cual se olvida a menudo-, y esta riqueza se debe administrar para el bien de la Fiesta, respetando por supuesto la jerarquía que impone la ley del ruedo, pero respetando también las necesidades del sector en su globalidad, cuyo primer objetivo en estos tiempos tan difíciles es sobrevivir.
La clave del futuro, como bien lo has entendido aunque un poco tarde, radica también en permitirle a las nuevas generaciones acercarse a las plazas, lo que supone dos obligaciones: enseñarles la grandeza de la Fiesta a través de la del toro, y fomentar una política de precio asequibles. Y me alegro, aunque os hayáis quedado un poco cortos, que tú y tus compañeros estéis aplicando una fórmula que llevo proponiendo en Francia desde hace tiempo, a través, esta vez sí, de una campaña de información: cuando se habló el año pasado de pedir a las figuras reducir sus honorarios, yo abogué por pagaros el 20% de los mismos en entradas –lo que es posible, puesto que en la mayoría de los casos no llenáis–, las cuales serían regaladas en vuestro nombre a la juventud y a los más necesitados. Lo habéis hecho de otra forma, pero éste sí que es el buen camino de cara al futuro.
Así se fomenta la afición de mañana, pero a este público joven, ya que lo atraemos, hay que enseñarle el sentido de la verdadera Fiesta para que no la confunda con un espectáculo más: la Fiesta de los toros es la resurrección más antigua de un mito que nace al principio de la Humanidad: es la última tragedia, en el pleno sentido de la palabra, y la escuela más grande de vida que se le puede enseñar a un chaval, a condición de que el toro recobre su protagonismo. De lo contrario, si todo se resume en una exhibición de poderío por parte del torero frente a un animal demasiado sumiso, el peligro que corremos es ver la Fiesta convertirse en una mascarada carente de significado, al igual que la Danza de la Lluvia que hacen hoy los descendientes de los chamanes indios para los turistas. Para evitar esto, abre un poco tu elección de ganaderías, ayuda a preservar algunos encastes históricos matando alguna corrida, regálales a los aficionados y a los ganaderos el gran espectáculo de una lidia que luzca al toro en el caballo, asume la competencia con los toreros ya maduros que se están ganando a pulso su inclusión en las ferias. Haz lo que siempre hicieron las grandes figuras cuando se les cuestionaba: gestos en sitios claves frente a ganaderías distintas. De esta manera, mejor que de cualquier otra, asentarás tu condición de gran figura y acallarás las críticas. Y sobre todo: que tu pundonor no interfiera en la cuestión monetaria. Facilítales a las empresas defender sus ferias en la medida de lo posible. El bacalao, como se decía antes, siempre lo partirás tú, pero procura que haya de comer para todos. Deja que la última peseta la gane el que más la necesita.
Como gran figura de esta época y como líder indiscutible de tu profesión, tu responsabilidad es inmensa. Eres la clave del futuro y tienes dos opciones: seguir en tu línea actual, acomodándote en tu condición de figura, o tomar las riendas de la verdadera revolución que se necesita para darle a la Fiesta el vuelco radical que le permitirá adaptarse mejor a la sociedad actual. Si antes no lo habías entendido, ahora, gracias a esta carta que lo explica todo, sabes lo que la afición y el mundo del toro esperan de ti.
Y para acabar, permíteme un consejo: deja de refugiarte en el argumento de que te juegas la vida para ocultar los verdaderos problemas. Lo sabe todo el mundo y por eso se te respeta, pero no pareces entender que éste es el destino de cada uno de nosotros: de una manera o de otra, todos nos jugamos la vida, y no te hablo sólo de los toreros, del más grande al más modesto. Si me apuras, yo me la juego también cuando defiendo la Fiesta en Francia. Y por si la noticia no ha llegado a tu burbuja, la inscripción de la misma en el patrimonio cultural me costó el año pasado que unos individuos vinieran de noche a quemar mi casa con toda mi familia dentro. Así que por favor, Julián, lo de jugarse la vida déjalo ya: la grandeza del toreo siempre ha sido hacerlo en silencio y menos con intención de hacerse la víctima. Como bien dijo « El Tato », son « desperdicios ».
A cada uno nos toca asumir el destino que hemos elegido, y espero que gracias a esta carta entiendas qué caminos se abren ante ti. En un momento puedes acabar con la frustración de los aficionados y quedarte para siempre en la historia del toreo, no sólo como un diestro importante, sino como el gran impulsor de una nueva época de la Fiesta, como en su tiempo fue Paquiro. Todavía no es tarde y no sabes cuánto te lo agradecería la afición.
Entenderás que todo esto no lo podía resumir en un tweet, y entenderás también que, ya que te has dirigido a mí de forma pública, te contesto a través de esta carta abierta. De hecho, todas las ideas que te doy, te las regalo sin buscar ningún derecho de autor. Hazlas tuyas y convence a tu amigo Juan Antonio Gómez Angulo -que también piensa que eres la piedra angular de nuestro futuro- que las tiene que incluir en el informe que prepara. Pero no le digas que vienen de Francia. Por lo visto, le molesta mucho.

Un abrazo de tu admirador.

André VIARD

1 comentario:

  1. Le cito: "Niega con ello la libertad de opinión –y consecuentemente la de prensa- y la libertad para poder juzgar libremente a cada cual según criterios propio..."

    Allí está el problema, que en cuanto alguien alza la voz con un criterio propio y discordante con el de la mayoría, esa mayoría, cual jauría, se le tira encima sin reflexión alguna. La postura de Viard en este caso invita a todos (no nada más a "El Juli") a meditar lo que hoy pasa. Ojalá no la desprecien y sirva para dar el "golpe de timón" que esta fiesta requiere.

    Saludos desde Aguascalientes, México.

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