sábado, 31 de mayo de 2014

Corrida de verano en primavera

Madrid, 30 de mayo de 2014. Casi tres cuartos de entrada. 6 toros de El Montecillo, bien aunque desigualmente presentados, mansos, con casta, genio y complicaciones. Miguel Abellán, ovación (aviso) y oreja (aviso). Paco Ureña, silencio y ovación. Joselito Adame, silencio y silencio (aviso).

O ya vamos cumpliendo años, o hay mucho aficionado moderno en la plaza de toros de Madrid. Ayer, a Dios gracias, se lidió en Las Ventas -por fin- una corrida de las que hace dos o tres décadas veíamos con frecuencia en el coso de la calle de Alcalá. Una corrida dura, exigente, con más casta que genio o al revés, según los toros, pero que mantuvo constante la sensación de peligro, la emoción intrínseca a este arte efímero, una corrida entretenida –que no divertida- tal y como los aficionados las disfrutábamos treinta años ha en aquellas interesantes tardes estivales.
Hace treinta o más años nadie se espantaba de lo que ayer pudo lidiarse, pero me temo que no saldrá bien librada la ganadería en los tiempos que corren, achacándosele todo tipo de males, reales o imaginados, patentes o soñados. Porque, no se confundan, los toros que ayer pisaron el albero madrileño eran relativamente comunes en aquellas corridas de verano, a las que acudíamos los aficionados, desplazándonos los kilómetros que fueran necesarios desde nuestros más o menos cercanos puntos de veraneo; porque estabas seguro de poder ver, y disfrutar, de las emociones que hoy brillan por su ausencia en el mayoritario descaste ganadero de hogaño. No importaba quién se pusiera delante; y aunque tuvieras predilecciones, sabías que, en general, habría delante tres diestros más o menos solventes, en lo común poco preciosistas, que despacharían los seis flamencos con mayor o menor oficio, pero siempre con él. Otro de los problemas de la tauromaquia de hogaño es, precisamente, ese, el que ha desaparecido el oficio pertinente, en muy buena medida, que se requiere para solventar estos compromisos, cada día más extraños en la tauromaquia bobalicona, de paso atrás y escondida de pierna actual. Quizá por eso la corrida de ayer trajo de cabeza a dos de sus protagonistas, y sólo el primero, Abellán, con más años, corridas y experiencias a sus espaldas, supo hacerla frente -con luces y sombras- pero con la dignidad necesaria para salir triunfante del coso.

El cuarto, un  torazo (Foto: las-ventas.com)
Hace años sabías que un Raúl Sánchez, un Miguel Márquez, un Pedrín Benjumea, un Sánchez Bejarano, un Aurelio García Higares, un El Hencho, un Dámaso Gómez, un Pepe Ibáñez o Juan José, El Regio o El Inclusero y tantos otros lidiadores de más o menos segunda fila, tenían la capacidad y solvencia necesarias para quitarse ésta, o la corrida de El Pizarral, Cortijoliva, El Jaral, la de Sánchez Romero, Villagodio, Frías, Luciano Cobaleda, Arcadio Albarrán, Marqués de Albaserrada, los saltillos de Charco Blanco, los mezclados de Zaballos, la de Camaligera o cualquiera de las que en los años 70 y 80 pisaban el ruedo madrileño en los calores del estío. Hoy, si no hay naufragio por el hundimiento del Titanic, lo normal es que las víctimas de un encierro semejante se cuenten por docenas, como bien pudo ocurrir ayer… sin que el pánico generado en algún momento solucione la difícil papeleta.
Ayer, el superviviente -maltrecho, herido y magullado- fue un Miguel Abellán con oficio y recursos, valiente y decidido, que aunque no terminase de someter a sus antagonistas, ni luciera toreos excelsos, supo mantenerse a la altura de las circunstancias, y dejar el pabellón de la hombría, el pundonor y la capacidad bien altos.
La de Paco Medina, de El Montecillo, fue una señora corrida de toros, bien presentada –con un ejemplar de excepcional trapío como el del quinto-, seria de pitones (aunque alguno se escobillara ayer no hubo la sensación de barbería del día precedente), dura (las caídas, por lo general, desaparecieron del ruedo), encastada o con genio según qué toro, exigente, lista y avisada, de toros que desarrollaban sentido a medida que iban aprendiendo por tal o cual buen o mal trato recibido; una corrida de toros que nos obligó a todos –absolutamente a todos, aficionados o público ocasional- a mantener la vista en el ruedo, a prestar constante atención a la lidia, a estar pendientes de cualquier pequeño detalle porque allí había animales que lidiar y la tragedia -siempre indeseada, inesperada, pero latente- sobrevolaba el más vital, emocionante, apasionante y turbador de los espectáculos.

La cogida de Abellán  en  el primero (Foto: las-ventas.com)
A los plumillas de hoy, el ganado lidiado ayer les parecerá detestable, un anacronismo propio de otros tiempos, una violación del deseo de toreabilidad ñoña que los taurinos han querido imponernos a los aficionados. A los aficionados, sin duda, nos devolvió a épocas donde estas emociones eran habituales, a las propias raíces del espectáculo, a la esencia misma del festejo; y seguro que el público menos docto u ocasional ayer tuvo ocasión de encontrarse con una fiesta diferente, que le turbó e inquietó, que le produjo sensaciones quizá inesperadas, entre la euforia y el temor, entre la satisfacción y la angustia, porque, en suma, de todo podía haber ayer en el ruedo de Las Ventas. Nuestra enhorabuena al ganadero, al que, sin duda, le lloverán todo tipo de críticas desde el taurinismo rampante de aquí en una buena temporada…
Abellán, sobre el que teníamos algunas dudas iniciales, por su ausencia de los ruedos en la pasada temporada, sobre su capacidad y estado anímico, demostró que ha vuelto a la fiesta para aportar, no para restar. Anduvo ayer por la plaza con solvencia, con valor crecido, en general bien colocado ante sus oponentes y queriendo hacer las cosas a derechas -o a izquierdas- pero con verdad. Salió decidido en la recepción a su primer antagonista, un toro que ya sacó complicaciones y casta, con largas afaroladas y lances genuflexos, algo acelerado pero decidido. El animal manseó en el caballo, y aunque llegó algo distraído a la muleta, tenía recorrido y empuje, repetitividad y genio. Unos primeros lances acompañando el viaje, ya nos descubrieron que tenía mucho qué torear, antes de que el bicho le atropellara, le hiriera y fuese complicándose cada vez más. Las series eran cortas, los lances no salían con demasiada limpieza, pero Abellán porfiaba como si de novillero se tratase, peleaba con el astado y sus constantes tarascadas, y al fin le sacó varios naturales obligados y mandones, bien colocado, que el toro acusó y ante los que hizo ademán de rajarse. Las complicaciones fueron en aumento a la hora de la muerte, no menos de cinco desarmes contamos entre capotes y muleta a la hora de la Parca. Miguel le dejó una estocada desprendida y atravesada –que hizo guardia-, un metisaca bajo, sonó el primer aviso, y al fin lo remató de una entera también atravesada y cuatro descabellos. Con ello y todo fue ovacionado mientras se dirigía, por su pie, a la enfermería.  Allí le apreciarían un traumatismo craneoencefálico, contusión en el tendón del músculo pectoral mayor izquierdo y otras contusiones.

Abellán estuvo hecho un  tío en el quinto (Foto: las-ventas.com)
Salió de allí para lidiar el quinto –se había corrido turno-, otro toro de cuidado, con 605 kilos y dos velas bien puestas, cuajo y trapío de sobra para cualquier plaza. Un animal incómodo y complicado, que fue aprendiendo a lo largo de la lid. Abellán planteó la faena en el tendido 5, más amable, y donde hacía menos aire, pero sacándoselo –equivocadamente- a los medios, de donde volverían al poco. El animal se giraba sobre las manos en los remates de los muletazos, le hacía rectificar constantemente el terreno y reconsiderar la lidia. Fue una faena de toma y daca; el diestro fue desarmado hasta en cuatro ocasiones, hubo sustos, coladas, momentos en que tenía al toro debajo, y, sin embargo, hubo exposición sincera, valor sereno, colocación veraz, intentos honrados de poder con el astado… aunque al fin no lo consiguiera. Buena pelea que nos devolvía a los orígenes del toreo moderno, al de la edad de oro o plata, salvando las distancias estéticas y de personalidad; toreo sobre las piernas en muchas ocasiones frente a un toro que no se dejaba hacer –como los de aquellas épocas-, que buscaba, que aprendía… A ver si tanto ignorante sabe apreciar ahora lo que se ve en aquellos fragmentos de películas, en blanco y negro, de esos años… De la pelea sacamos en claro una buena serie por la derecha, la más dominadora, mucho valor, estoicismo y voluntad sin cuento, valores que es preciso poner sobre la mesa. De ahí que cuando se tiró con sinceridad y dejó esa estocada entera, pese al desarme, se le pidiera y consiguiera esa oreja… “de las que no se protestan”.

La cogida de Paco Ureña en el cuarto, luego vendría el revolcón y la paliza (Foto: las-ventas.com)
Paco Ureña también saldría herido del coso, aunque no rayase a la altura del madrileño Abellán. Quitó por gaoneras al primero, algo eléctricas pero ajustadas y emocionantes. Su primer antagonista saldría distraído, con cortas arrancadas para el percal, manseó en varas y se dolió en garapullos, llegando con cabeceo peligroso y la cara alta al trasteo. No supo el murciano, sin embargo, cogerle el aire al toro, a veces incomodado por el viento y otras por el calamocheo de la res, y la faena estuvo llena de enganchones y de trabajo, más que de arte o dominio. Quizá pecó de estrechar los terrenos cuando el toro se hubiese rematado mejor en la media distancia… quién sabe. Una estocada baja, delantera y con derrame lo dejó a disposición de las mulillas. En el cuarto (había corrido turno por la indisposición de Abellán), se encontró con un toro con genio como ahora ya no se estilan… Comenzó con unos inapropiados estatuarios (que no le bajaron ni los humos ni la cabeza a su astado oponente), y siguió con unas trincheras y firmas de mejor calado. Colocado al hilo fue aguantando el genio (más que la casta sincera) del toro, pasándolo sin mayor gloria, pero tampoco con pena, entre cierta indiferencia. Había tímidos aplausos, pero la verdad es que no decían nada los muletazos que enjaretaba en las tandas, casi siempre colocado con sinceridad (¡qué diferencia con lo del día anterior!), sin echar la pierna atrás (¡de la noche al día con lo de ayer!), y trayéndoselo al cuerpo sin despedirlo para las Batuecas (¡que aprendan las figuritas de la prensa pagada!). Pero… no había profundidad, ni sensación artística, ni capacidad de dicción. Tuvo que ser en un mal paso, al descubrirse un poco con la zurda, cuando fue cogido y sufrió una tremenda paliza,  cuando la gente entró en la faena y supo reconocer los méritos de aquello. Herido, cojeando de forma ostensible, aun tuvo redaños para volver a la cara de la res y -entre pitos de angustia- intentar dar otra tanda derechas, de la que salió el toro con ansias de rajarse… Un bajonazo, que exculpamos por la merma física, puso fin al sufrimiento de todos y el espada recibió una muy cariñosa y atronadora ovación de camino a la enfermería. Allí, ¡pásmense!, se le apreció y operó de una cornada de 25 cm ascendente en la cara posterior del muslo izquierdo, que alcanzaba el trocánter mayor, con destrozos musculares amplios y contusión (sólo eso a Dios gracias) del nervio ciático. Le deseamos muy sinceramente una pronta y feliz recuperación.

Adame pudo sacar más partido al sexto,en vez de recurrir al arrimón efectista (Foto: las-ventas.com)
Adame fue la otra víctima del naufragio. Seguro que en tierras aztecas no ha tenido la oportunidad de verse jamás ante toros como los que le tocaron ayer, y aquende el Atlántico… tampoco. Su primer oponente fue un toro con genio, con guasa recalcitrante, al que nada hizo con el percal (había quitado al precedente con delantales curiosos…). Comenzó por desarmarle (cosa que ayer ocurrió infinidad de veces a lo largo del festejo), porque el toro se quedaba muchas veces en la suerte, sin que él supiera cómo evitarlo, desarmando dos capotes en el quite salvador cuando le buscó indefenso... El bicho le desbordaba a cada paso, le tuvo más de una vez a su merced, el viento no mejoraba la situación, y las complicaciones iban en aumento. Hubo al fin doblones (sólo uno de calidad, dejando la rodilla clavada) y regates varios, y se lo quitó de delante, siempre desde fuera, de dos pinchazos caídos, a paso de banderillas (uno con desarme) y un señor bajonazo. Con el que cerró plaza no  mejoró la impresión de falta de capacidad lidiadora (con el precedente de un intento de quite en el quinto, con pérdida de papeles y huída franca). Despatarrado, con paso atrás para ligar en un absurdo intento de enjaretar toreo contemporáneo a un animal que tenía mucho que torear, hubo demasiado  movimiento mecánico, eléctrico, desde fuera y poco limpio, antes de un arrimón efectista, para embargar espíritus sensibles, que no conseguiría el resultado ansiado. Las emociones hubiesen sido mayores y más sinceras de haber intentado torearlo en forma, por bajo y con mayor verdad. Media caída y atravesada, precedería a un aviso, y al fin de una corrida que nos retrotrajo a otra época del toreo.
Una época en la que, al menos, había más verdad y más emociones auténticas.

Los del Montecillo de otros tiempos…:
1º.- Carpetón, 553 kilos, castaño bragado, meano y axiblanco, tocado de armas, manso, complicado y encastado.
2º.- Balancín, 508 kilos, castaño oscuro listón, tocado de cabeza, manso en varas, comlicado, con movilidad pero a media altura.
3º.- Farruco, 565 kilos, negro, tocado de cornamenta, manso, con genio y  complicaciones.
4º.- Triunfalismo, 562 kilos, castaño listón, delantero de cuerna, manso y  con genio, pero embestidor.
5º.- Raspiya, 605 kilos, castaño oscuro, tocado, manso, complicado, incómodo.
6º.- Mensajero, 595 kilos, castaño listón, tocado de cuerna, manso en varas, embestidor, el más claro del encierro.

Pasos, pases y poses

El comentario de Ángel Arranz


Lidiar

Hay que recuperar la lidia. Es necesaria la lidia. Hay que exigir la lidia en todas las actividades en general y en el arte de torear en particular.
La brega y la lidia bien interpretadas y ajustadas son las que proporcionan lo correcto, el éxito, o el triunfo del maestro y su cuadrilla cuando finalizan la labor desarrollada en todos y cada uno de los toros. La lidia ha de ser la causa de la unidad torera, es el hilo conductor que debe haber desde que sale el toro hasta que se lo llevan las mulillas.
La lidia es el prólogo del posible toreo bonito o bello; es decir, hay toros que a través de la brega y lidia se comprueba si son solo para lidiarlos o además reúnen condiciones para “pegar derechazos y zurdazos”. La lidia es la suma del oficio, variedad y conocimiento en lo que haya que lidiar.
“Pegar muletazos” sin apenas lidiar es como intentar aprobar oposiciones sin preparar ni estudiar, o como acariciar a la novia a trompicones. Torear –nada de pegar pases- es o debería ser la parte de más plasticidad  y brillantez artísticas de todas las bregas y lidias. En las lidias, es decisiva la precisión en la colocación, las distancias, los andares, las pausas, el tempo o la majeza que presiden el fijar, parar, templar, mandar, enlazar y acabar o adornar las embestidas de los toros. Y cuando se sale de esos cánones que sea por la tangente de la originalidad o de la creatividad… nunca por la tangente de la de la chalanería o de la chabacanería.
¿Y como están las lidias taurinas actuales bajo mi punto de vista?... con tantas carencias como las lidias políticas, económicas o sociales… bajo mínimos. Hay contadísimas excepciones.
La brega y lidia de capote por parte de los “subalternos” a la salida de los toros casi ha desaparecido… y el toreo solemne de capote por parte del “maestro” también. Hay intervenciones de unos y otros más intermitentes que permanentes, más del montón que de admiración, más pases hacia atrás que para adelante, más pasos de un lado a otro que firmes, más poses forzosas que vistosas, más de obligación que de devoción. Hay contadas excepciones en esas ¿instaladas? vulgaridades  y mediocridades… cuando, el lance majestuoso a la verónica es el más natural, completo, hermoso, meritorio y puro de todos los lances que forman y conforman el arte de torear… ese toro crudo, bravo y duro… pide el valor y el arte en el carnet de identidad y profesionalidad de los que se le ponen delante.
La suerte de varas suele ser la desgracia en varas, es casi de trámite… o no llegan o se pasan, siendo como es: fundamental para medir la bravura del toro –a partir del segundo puyazo-, y para que el toro llegue en mejores o peores condiciones al resto de la lidia.
La corrida de ayer –“El Montecillo” de Paco Medina, encaste Juan Pedro Domecq Solís- tuvo mucho que bregar, lidiar y torear. Seis ejemplares para todos los gustos y disgustos. Corrida bien presentada desigual en trapío y juego, dura y pura, hubo toros mansos- encastados, toros en la frontera de bravucón y bravo, corrida con más sentido que sinsentido. De menos a más… los toros desarrollaron una segunda parte en las lidias que en mayor o menor medida  cumplió con las expectativas de toristas, toreristas y toreistas. Nada que ver con los ejemplares de antes de ayer para las llamadas figuras. La corrida de Paco Medina fue más interesante que divertida, más emocionante que aburrida. Corrida de las que mantienen en los espectadores la atención y la afición. Lo peor es que repartió mucho “hule”; si saliesen toros tan variados con más frecuencia la auténtica brega, lidia y toreo estaría más en la cabeza y en las muñecas de los lidiadores sin que hubiese tantos sustos, volteretas y cogidas. El melodrama del ruedo necesita toros así para que haya música y mérito en el interior de toros, toreros y toreos y para que los aficionados y curiosos sigan pasando por taquilla.
Miguel Abellán, el más veterano, estuvo a la altura de las circunstancias.  Con un entusiasmo y pundonor que casi consigue la salida a hombros, el primero le mandó a la enfermería después de una faena brava a un toro bravucón que si acierta a espadas le conceden una oreja. La cortó en el segundo de su lote. Abellán, buen capotero, él solito tuvo más intervenciones acertadas que las tres llamadas figuras juntas la tarde anterior.
Paco Ureña está poco placeado, no estuvo a la altura artística de otras ocasiones, ni estuvo a la altura de las dificultades que había que superar; dificultades que invitaban a lidiar antes que a intentar torear bonito o pegar pases. Pero estuvo; hay que sacar lecciones profesionales con las corridas que hacen pensar. Pasó a la enfermería con una paliza y cornada incluida.
Joselito Adame tuvo el lote más rebelde con el viento en contra. Sí, hubo momentos que el aire se convertía en viento… el peor enemigo de los toreros, y resolvió la papeleta con más voluntad que acierto. Lógico, había que estar allí para comprobar el esfuerzo ante esos pitones con los trastos volando a merced de brisas incontroladas.
Corrida, corridas en la que el respeto en todas las partes está justificado. Corridas para bregar, lidiar y torear con sabores añejos y eternos.
Mañana continuarán mis argumentos sobre bregar, lidiar y torear.

            Bregar para lidiar
            Lidiar para torear
            Torear para admirar
            A todos, si puede ser
            Solo pegar pases
            Es como dar pasos
            O hacer poses
            Sin convicción ni sabor
            O sin saber qué hacer
            La lidia es esencial
            Lo otro es más casual

viernes, 30 de mayo de 2014

Peluquería Nati

Madrid, 29 de mayo de 2014. Lleno completo. 6 toros de El Pilar, mal y desigualmente presentados, algunos sospechosos de pitones, mansos, entre la invalidez, la sosería y el descaste. Sebastián Castella, silencio (aviso) y silencio (aviso). J.Mª. Manzanares, silencio y silencio. Alejandro Talavante, silencio y ovación (aviso).

Otros cinco silencios…  y una ovación al ilusionista Talavante de remate.
Lo decíamos ayer y lo seguimos manteniendo hoy… Corridas de tres toros harían de esta tauromaquia contemporánea algo más agradable y atractivo para el gran público y menos insufrible para el aficionado. ¡Qué corrida  la de ayer, señores! Las Ventas se ha transformado en la gran Peluquería Nati  -“pasa  al fondo, bonita, que te atiende Jessica”- donde te cortan el pelo a medida –a la suya, claro-, te afeitan la cabeza... -y los cuernos si es preciso-, te depilan las cejas al fuego –lo de cera ya la dan a través de la “incondicional” prensa afín pagada a tanto la línea- y te arrancan el vello facial –para dejártela tan tersa, dura y suave como la superficie granítica de la encimera de tu casa-.
Así que tomadura capilar al por mayor -sin descuento alguno- y afeitado gratuito –sin consecuencia alguna, claro-. Eso mismo fue la corridita –por llamarla de alguna manera- de ayer en el ex primer coso del mundo. Coso, foso, soso, que no ha podido caer tan bajo como en las manos del Tripartito que lo gobierna y el Gobierno que lo “tripartita”.
Ganado infame, más que sospechoso de pitones, mal presentado, inválido, descastado en su mayor parte; diestros apáticos, simplones, trabajadores de mal chiste de funcionarios, incapaces de jugarse un alamar pero cobrando como políticos al uso -o más, porque yo no conozco político (que igual los hay) que por media hora de hacer como si trabaja se embolse 150.000 euritos de nada, trescientos mil serían a la hora laboral…-. Garantía empresarial de fracaso como nunca se ha dado en la historia de esta plaza que, desde su inauguración efímera de 1931 lleva 83 años de funcionamiento y no recuerda una empresa más nefasta… pese a que a don Ignacio  González le parezca -por qué será, ¿quizá porque con  ella mejora  las vistas disponibles?- la mejor empresa de la historia –palabras textuales suyas ante el que subscribe cuando andábamos por una conocida empresa radiofónica que antes era una familia y  ahora se rige por consultings internacionales-; y por eso le regalan las prórrogas al contrato de dos en dos… Así que, vayan sumando, ganado, toreros, empresa, Comunidad y… nos falta el equipo presidencial de la nefasta tarde de ayer. Al parecer, y según me cuentan, la mano -no negra, sino carbónica- de Curro Vázquez anduvo agitando las turbias aguas del reconocimiento para que fuese aprobada la boyada vespertina enfangándolas aun más. Sea como fuere, esto o no verdad patente, el caso es que el equipo presidencial, “veterimalos” y usía toleraron se lidiase en Las Ventas un encierro infumable, desigual en más de cien kilos (entre 519 y 642, si mis paupérrimas matemáticas no me fallan, hay 123 kilos de diferencia), pero lo que es peor con animales anovillados, alguno sin cuernos y sin hechuras para plaza no ya de primera, sino de segunda con alguna dignidad (que creo recordar que aun puede que quede alguna). El público, eso sí, ¡a pagar…!, parafraseando como gritaba el bueno de Joaquín Prat en “El precio justo”, que aquí sería "justamente" lo contrario, injusto. 
Y los “profesionales”… ¡a cobrar...!, eso sí, sin dar participación a los de más abajo, no vaya a ser que se les acabe el chollo… Si MediaMarkt se metiera en el mundillo taurino, lo de “¡No seas tonto!” sería el lema universal.  
Si todavía el pretendido “festejo” se hubiese acabado en el tercero, cobrando los augustos representantes del G5 la mitad, y otro tanto el admirador francés del Che Guevara… el disgusto hubiese llegado sólo hasta la misma mitad. La deshonra del hierro de El Pilar se hubiese quedado en su justo punto medio, y la cantidad desembolsada en whiskys y gin tonics para olvidar el triste espectáculo que te ofrecen –y que proliferan como hongos en otoño pluvial- se hubiese visto minimizada un tanto considerable. Por favor..., que sólo me tomen el pelo la mitad en la Peluquería Nati de Las Ventas…


La posible progenitora de alguno de los de ayer (rubia pirenáica la pobrecilla) (Foto: Tomás Romero jr)
Primer corte capilar, al uno y medio, como si te dispusieses a ingresar en la gloriosa Infantería de Marina española. El ganado, infame, elegido por los toreros –no lo olvidemos nunca, por Dios-, supervisado por los veedores de sus apoderados, a saber Luis Manuel Lozano (¿les suena el nombre?), la Casa Matilla (“empresa tripartita habemus”) y el inefable Curro Vázquez (“la mano negra”). ¡Qué bonito esto del mundillo taurino y sus profesionales! ¿Se negaron a lidiar aquello los protagonistas áureos…? Ustedes que creen…
¿Se picó a los inválidos? Les respondo: pues no, apenas un picotazo en cualquiera de las doce entradas, aunque se les cerró bastante la salida; hubo dos toros a los que se les picó al lado de toriles, siete de las doce veces no se les puso en suerte sino que entraron a su aire –corridos- o al relance. ¿Trabajaron algo los espadas a favor del orden de lidia…? Otra pregunta retórica; pues no, hasta el punto de que su máximo logro es hacer de Don Tancredo cuando el toro pasa cerca de ellos (¡qué pedazo de casta y acometividad la de las reses!) y no son los dueños del pobre cornúpeto… ¿Hubo, antes del sexto, algún toreo de capa apreciable? Otra pregunta retórica, no tienen que contestarme. ¿Cuántos quites, por favor, se hicieron a lo largo de una corrida de la máxima expectación y con las mal llamadas figuritas? Cero en el primero, uno en el segundo (Talavante, unos lances de poca enjundia), cero en el tercero, cero en el cuarto, cero en el quinto, y otro de Talavante en el sexto, ¡albricias! ¿Cuántas veces se cayeron los mansos inválidos del Pilar –ganadería a la que debieran cambiarle el nombre por La Sima, porque este “pilar” no sostiene a las reses-? Nada, nada, poca cosa, apunten: cinco el primero, cinco el segundo, cuatro el tercero, siete el cuarto, cuatro el quinto, y sólo seis veces el último. Y eso gracias a que no se picaron, a la labor enfermeril de los de luces –a los que les van a dar la medalla al mérito de Salus Infirmorum-, y a que, como tampoco hacían mucho por moverse, y menos por humillar, es difícil que se puedan venir más hacia el subsuelo. Y así podríamos continuar.


Castella en el primero, cuando por fin se levantó (Foto: las-ventas.com)
Lo de Castella –apático trabajador funcionarial, con esa alegría del obrero que roza el salario mínimo, pero cobrando por encima de los 100.000 euros por tarde, por media hora de trabajo, real, madrileño…-, y lo de Manzanares –éste cobra bastante más y se alivia infinitamente más- no tiene nombre, como tampoco lo de Talavante en su primero, aunque algo se redimiera con ese toreo contemporáneo en el último (toreo de timo técnico, pero como ya nos estafan los políticos… y no nos quejamos, pues aceptable en nuestra sociedad carente de valores contemporánea). Seguro que fueron muy “reconvenidos” por sus mentores, si es que les dio tiempo a ello tras los insultos al público y aficionados de Madrid…
Sonaron clarines y timbal (anda de baja el segundo y no hay sustituto) para anunciarnos el paseíllo de las egregias y sacro santas figuras de la tauromaquia del siglo XXI. Y después de casi diez minutos saltó a la arena el primer inválido, un bicho soso y descastadito de don Moisés Fraile. Intentó saltar la barrera para ilustrarnos con la ingente capacidad de mansedumbre que atesoraba, pero fue incapaz, como lo demostraría –con creces- en las sucesivas caídas y derrumbes de su triste existencia. Castella no lo torea de capa, para qué, igual eso le resta algún muletazo... Empieza  el galo sentado en el estribo, obligándole a estrellarse contra la barrera y destroncándole a conveniencia –justo lo que necesitaba…-. Después le acompaña en paralelo, ejemplificando ese toreo moderno de esconder la pierna y retirarse cuando viene el toro, citando desde la pala del pitón o desde la quinta costilla verdadera… Muy bonito, pero sin respuesta del timado público… No se cansa del título de la película -“Acompañando a Miss Daisy”- y sigue llevándola a visitar Nimes, Arles, Bayona, Beziers, y otras plazas de la meridional Francia, antes de convertirse en el bonito eje de un Tío Vivo, en el que el toro gira a su alrededor pero nunca se enfrentan sus pitones al cuerpo del espada… Soberbio ejemplo de la maxificación del riesgo. ¡Y todo entre caídas, oiga, y con el pico…! Un metisaca muy bajo, un aviso y una entera caída mandaron al despojo al desolladero. Todavía creo estar saboreando la exquisitez aquesta... Lo mismo en el cuarto, otro inválido, soso y descastado ejemplar de 604 kilos (que lo mismo podrían ser cien mil en la báscula de la plaza…). Nada con el percal, ¿para qué?, y otras siete tandas, las mismas que antes -debe tener la hora de trabajo regulada en función de la productividad-, entre pérdidas de pasos porque el bicho “repone” y él más… Le pitaron, como en el primero, para que pusiera fin a la tortura tártara, pero ya saben que, en su soberbia, si le pitas trabajará aun más… Así que, cumplida su labor con la plúmbea franela, le dio un pinchazo, una entera desprendida, con pérdida del trapo, oyó un aviso y se acabó aquello.


Manzanares la vez que lo vio más cerca en toda la tarde, despidiéndole apara su viaje trans-oceánico (Foto: las-ventas.com)
El primer inválido de Manzanares acabó por rajarse sin vergüenza… Dio éste unos lances salpicados de indiferencia, por todas las partes, en el saludo. Dejó que lo picaran en el tendido uno, cerca de chiqueros, y que allí lo encerrara el picador contra las tablas, que casi –y sin el casi- embestía más el caballo que la pobrecita res… Y, después, otra fantástica ración de cómo se puede destorear desde, por y para fuera con el mismísimo telón del Teatro Español. Con enseñar el trapo, que debe andar por los cuatro metros cuadrados de superficie, al lado del cuerpo, y utilizar el pico para despedirlo hacia Canarias, basta y sobra; no importa que haga ademanes de colocación, y ya no les cuento de lo del paso mecánico para atrás ni otras lindezas de la tauromaquia contemporánea. El pobre animalín se despidió del espada en la quinta tanda, buscando los verdes pastos salmantinos, y falleció casi de forma natural, de una estocada caída por el lado contrario. En el quinto inválido, un monstruo de 642 kilos, sin trapío y con dos ofensivos -para el público de pago- platanitos cefálicos, uso el muletón (no se acuerden ustedes de aquel dispositivo femenino…, ¡hombre!) para remitirlo expresamente –vía “express”- hacia la Conchinchina, intentando la redención por el trabajo sin que la malísima gente de Las Ventas se lo agradeciera en lo más mínimo, y aun más, le pitaran bastante… ¡qué malos que somos! Un pinchazo, con desarme, y acosón y huída del diestro desamparado y desarmado; un metisaca casi entero, por olvidarse de retirar la mano de la empuñadura, y media por arriba, acabaron con el tormento del toro y del público. Ya, a esas alturas, había dos harakiris, tres ahorcados en los tendidos, y dos precipitados voluntariamente desde las andanadas…


Talavante, comparen con la foto inmediata superior para ver la identidad del estilo contemporáneo, en el sexto (Foto: las-ventas.com)
Sólo, y por los pelos desordenados, se salvó de la quema Talavante en el sexto… Porque lo que fue en el tercero, otro inválido titular, una cucaracha indigna, anovillada y sin trapío, descastado e infumable en cualquier aspecto que ustedes analicen, siguió la tónica de sus predecesores en el cartel. Toreo desde fuera, en paralelo, para sólo metérselo al finalizar cada tanda, de tres y el de pecho, antes de que el bicho tardeara ¡en la tercera serie!, acabasen ambos en el refugio de las tablas, y se lo cargara de una entera atravesada con el brazo por delante. En el inválido sexto, ¡Alá es justo!, falló a espadas después de una faena postmoderna en la que sólo pudimos ver algún lance salpicado por tanda, falto de continuidad. Eso sí, echando la pierna atrás, escondiéndola, cediendo terreno a su agónico antagonista, acelerado en los comienzos, sin bajar mucho la mano no fuera a ser que en vez de cinco caídas en este tercio, hubiesen sido más, y para qué les cuento con la mano izquierda, ¡hay vídeos! A la gente, más que harta del inmundo espectáculo, le dio por aplaudir ese toreo moderno hacia donde sea y como sea, pero con alguna ligazón, y si mata bien le hubieran dado un despojo auricular… Nada que ver con la rotundidad de aquella tanda y media de su actuación precedente, desde luego. Recuerden…, lo de ayer no pasó de algún lance aislado por tanda y sólo a derechas… Un buen pinchazo por arriba, ineficaz, hubo de ser completado con dos peores, una estocada delantera y atravesada, con desarme, y un aviso, que dejaron la cosa en ovación de despedida…
Hoy, a Dios gracias, no hay figuritas del G5 en el cartel, pero ahora que lo pienso, ¿mejoraremos en algo?

Los inválidos pilaricos:
1º.- Resistente, jajajajajajajajaja, 519 kilos, castaño, poca cosa, delantero de armas, manso, flojo, soso y a menos.
2º.- Niñito, 567 kilos, negro, delantero de cabeza, manso en varas, flojo, con algún movimiento en la muleta, rajándose al final.
3º.- Brigadier, 554 kilos, jajajajajajajaja, castaño, tocado de cornamenta para tapar lo escurrido de carnes y anovillado de hechuras, fantástico, manso, inválido y descastado.
4º.- Potrico, 604 kilos, jajajajajajajaja, colorado ojo de perdiz, delantero de cuerna, manso, flojo, soso y descastado.
5º.- Portillo, 642 kilos, más jajajajajajajaja, colorado ojo de perdiz, con dos platanitos que apenas sobrepasaban el testuz y menos “cara” que cualquiera del tripartito, con hechuras mixtas entre la rubia gallega y el buey que arrastra de las piedras en las antiguas provincias Vascongadas, manso, flojo, soso y descastado.
6º.- Fantasioso, no sabemos si de naranja o de limón, 562 kilos (¿¿??), negro listón, tocado de cuerna, manso en varas, embestidor y flojo. 

Pasos, pases y poses

El comentario de Ángel Arranz


Recortes

La corrida de ayer –es un decir- en Las Ventas fue otro descabello para la credibilidad y proyección del arte de torear.
Los políticos bipartidistas ¿populares? en este caso, anuncian más recortes en ingresos ajenos  que en los propios, recortes en estabilidad laboral, recortes en derechos constitucionales, recortes, aumentos, recortes abstractos ¿por qué, para qué y para quién? ¿Y las consecuencias sociales y emocionales?
Como las llamadas figuras sigan recortando sus “antologías” taurinas en plazas serias y menos serias, como hicieron ayer en Madrid, ya mismo van a tener la misma la misma respuesta del pueblo-público que han tenido las “antologías mitineras” del bipartidismo en las urnas. Y además insultan a los que no les daban, o ya no les dan coba. ¡Impresentable!
Sí, ayer hubo lleno en los tendidos, pero los llenos son puntuales en ferias y fechas concretas.
Entre el boca a boca de los que lo vieron en directo, los que lo vieron por la televisión de pago y la difusión que se hace en las redes sociales, anuncian el mismo cartel de toros y toreros el día de la fiesta mayor de cualquier capital de provincias y en la inmensa mayoría de ellas apenas habrá dinero en las taquillas para cubrir los primeros gastos.
Cinco toros de “El Pilar”, encaste Juan Pedro Domecq Díez, resultaron de “El Pitar”. Toros blandos, sosos, babosos, desiguales hasta la exageración, desbravados…la negación del toro auténtico.
Desiguales, hubo un zambombo-fofo de 642 kilos y uno de 519. El sexto –menos malo- lo lidió y toreó Talavante más lo moderno que a lo clásico y, como el juego de los toros y de los compañeros fue tan decepcionante, lo ordinario parecía extraordinario. ¿Espejismos?
El tercero de la tarde ¿554 kilos? y dos simulacros por pitones – la corrida estuvo desproporcionada en volumen y defensas- era ideal para poner a prueba la torería del Dúo Sacapuntas en la parte seria del Bombero Torero. Como sería el animalito que se plantó y se frenó muy cerquita de Castella… y  sorteó la “brava acometida” andando tranquilamente sin despegar el capote. Semejante quite no lo había visto ni en el toreo de salón.
Castella, ayer, se contagió del toreo facilón sin ciencia ni esencia, en nada recordó la figura que suele ser en el cuerpo a cuerpo con los toros.
Manzanares con más poses que pasos y pases precisos y compuestos. En sus faenas alternaron juntos y por separado los pititos y los aplausitos. José Mari, tiene elegancia, prestancia, empaque, temple y oficio para hacer el toreo eterno pero lo plasma con las mayores ventajas del toreo moderno. Ya saben… pasito atrás; torero y toreo a excesivas distancias geométricas del toro…
No, la cosa no es para risas ni sonrisas, el asunto es para preocuparse o llorar. Cinco toros llevaron la lidia a su terreno. Lidiar entre otros significados es: llevar al toro a donde y por donde no quiere ir.
Hubo pitos y protestas casi toda la representación. Las voces que corean LADRONES han de corear CORRUPTOS… que es todavía peor.
Si al escándalo de la vieja y maligna corrida, donde los dos primeros toros mandaron a la enfermería a los tres espadas, le añadimos es escándalo de la tarde de los once toros y le sumamos el escándalo de ayer… es escandaloso y provocador que nadie anuncie su dimisión en el “equipo” de la empresa ni en el “equipo de sus avalistas en la comunidad” de Madrid.
Son ya tres provocaciones como para que dimita hasta el apuntador. Ojo, cuanto más tarden en irse “estos defensores de La Tauromaquia”, más daño´, desprestigio y destrucción causan a “la causa”. ¡Qué tropa, que trampas, que casta!
Por cierto, las llamadas figuras del toreo son las que máxima o mínimamente pueden elegir los toros a su medida… con el consentimiento de negativísimos ganaderos. También, también son cómplices del desastre.
De momento, el pulso es entre “elites y elites”… para recortar bravura y aumentar o disminuir dineros, a casi todos los demás que los den por…
¿Hasta cuándo vamos a permitir tanta burla y pitorreo? Ya está bien de tanto mal…hay que enviarlos a la…

                  Ayer
            El educado y valiente Castella
            Recorta repertorio y se estrella
            La prestancia  de Manzanares
            Es para aumentar pasos y pases irregulares
            El ínclito y personal Talavante
            Que no se malee, que aguante
                  Mañana
            O se remueven cargos y conciencias
            O el taurinismo no es arte ni ciencia
             “el hoy solo lo sabe el señorito Rajoy”

P.D. Duo Sacapuntas: conocida y reconocida pareja –uno alto y otro bajito- de humoristas que salían vestidos de toreros en sus actuaciones. El “bajito” falleció.
P.D. “El Bombero Torero” es un excelente espectáculo taurino-musical que divierte a grandes y pequeños
P.D. Mariano Rajoy es presidente provisional –como todos o peor- del Gobierno.

jueves, 29 de mayo de 2014

Las corridas de tres toros

Madrid, 28 de mayo de 2014. Menos de dos tercios de plaza. 6 toros de Batadsar Ibán, mal presentados pero en tipo, mansos en los caballos, y con interés sólo los dos primeros; los restantes entre la sosería y el descaste. Fernando Robleño, silencio y silencio (aviso). Luis Bolívar, silencio (aviso) y silencio. Rubén Pinar, silencio y silencio.

Otros seis silencios….
La gran innovación de la tauromaquia contemporánea tenía que consistir en la reducción de las corridas a tres toros con tres matadores. Ni siquiera las de cuatro toros, con dos espadas, me parecen ya adecuadas. Tres toros, tres espadas, que cobran la mitad, y reducción de las entradas a mitad de precio. Igual,  además, con ello conseguimos multiplicar el número de festejos… En una hora, u hora y cuarto, a la calle y tan contentos. Si ha habido triunfo, calle Alcalá arriba con la satisfacción pintada en el rostro; si la cosa, como ayer, se pone plúmbea, calle Alcalá arriba –también, qué le vamos a hacer estamos en la depresión del arroyo Abroñigal- sabiendo que hemos perdido sólo lo que equivale a un largo trayecto por la ciudad y la mitad de dinero que años atrás. El coste de acomodadores, carpinteros, personal de plaza, etc., también se reduciría a la mitad (porque estarían empleados un poco más de la mitad del tiempo), y, con la reducción de los billetes, seguro que se conseguirían más espectadores y una mayor recaudación para pagar a los protagonistas del festejo -más el pingüe beneficio que ya se lleva la empresa-.
Ojo, ¡y también nos aburriríamos la mitad! O, al menos, nos libraríamos, como hubiese sucedido ayer, de una segunda parte del festejo tediosa, plomiza, larguísima, insufrible… y de la mitad de los aplausos absurdos que se escuchan cada tarde en ésta, que ya no es la primera plaza del orbe taurómaco, desengañémonos. Y se reduciría a la mitad, exactamente, la posibilidad de que te echen el gin-tonic por encima, te inunden tu localidad de cerveza, o te claven las rodillas en la espalda -mejora imprescindible, con o sin cubierta volandera-.

El segundo Ibán, el de mayor casta del encierro (Foto:las-ventas.com)
Entre que la gente, que llega con el tiempo justito, se sienta en su localidad, haciendo malabares con el vaso de la bebida alcohólica de turno, saluda a los conocidos, coge (derramando ya los primeros sorbos sobre la localidad vecina) el programa de mano, pregunta qué quién es cada cual, qué si el de verde y oro es fulano o mengano, ¡ah!, y por cierto, de quién es el ganado que se lidia esta tarde… y qué es o de dónde viene –información que instantáneamente es olvidada como innecesaria-, se arrellana en la localidad y descubre a una tía buena tres localidades más allá –cambien el sexo según los gustos-, pita al picador porque “eso” está en el programa, salen los banderilleros –siempre hay que aplaudir lo que hagan- y mira dónde ha nacido el matador correspondiente y cuántas corridas dice el programa que toreó el pasado año (habitualmente menos de diez, que, si no, es un abuso)… ya se ha pasado el primer toro. ¿Se explican ahora porqué ningún matador quiere abrir plaza…? En el segundo se centra un poco más la atención, pero con las visitas al programa oficial, la interpretación exacta de lo que quiere decir en sus interminables apologías laudatorias, y la procedencia exacta del toro (para acabar de concluir que todo aquello ya no viene de Vázquez, sino que en los últimos años desechó todo lo anterior y metió Domecq: tres últimas líneas de cada historial ganadero…), se pasa la cosa deprisa, y si ha toreado el matador de turno se pone uno contentísimo y pide el segundo cubata por Twitter o WhatsApp, o al uniformado “propio” del ambigú. Y cuando salta el tercero, y se está pagando la segunda consumición (esto también se abarataría con las corridas de tres toros, ahorrándonos por innecesario ese gasto), ya se está quedando con el amigo para la salida, se piensa dónde se van a tomar las correspondientes tapas en la barriada de Ventas, y se inicia el segundo despejo de plaza (el de los tendidos…), cuando el matador coge la tizona. Quitando los diez minutos de ritual previo, desde que salta el primer toro a la arena, hasta que se levantase nuestro protagonista “aficionado”, una horita poco más o menos, si no hay devolución… que deberían prohibirla por ley.
Y todo, les recuerdo, a mitad de precio… menos el whisky, claro…
Ayer habríamos salido estupendamente satisfechos si la corrida hubiese sido “media corrida”. Un primer toro magnífico para la muleta, de generosas y largas embestidas; un segundo con genio o casta, violento, duro, al que había que someter (algo que nos gusta a los aficionados y espanta a los coletudos); un tercero sosito… pero como ya estaríamos pensando en la salida… y a disfrutar de la amistad, que mientras Montoro no se entere (porque no la debe conocer, sin duda) es gratis y no lleva IVA. Fíjense qué tarde tan estupenda y qué poco frío hubiésemos pasado… El problema es que después de estos tres, vinieron otros tres, aun peores que el tercero, descastados, sosos, flojos y mansos sin paliativos, por más que la incultura taurina aplauda que vayan alegres al caballo y se dejen pegar, no empujen o lo hagan sobre un pitón y en paralelo y salgan sueltos del encuentro (cuando entran a ver qué pasa, no saben lo que les va a ocurrir bajo el peto, mediten en la cuestión… si es que no son aficionados). ¡Qué pesadez! Y como los espadas vinieron ayer de plomo y oro, metafóricamente hablando, pues ya me dirán qué sacamos en claro en todo aquello… ¡Ay…, las corridas de tres toros, qué falta hacen!
Por otra parte ayer se aplaudieron toros de salida, presuntamente por su trapío, increíbles… Y es que una cosa es que estén en tipo (largos, generosos de arboladura, hocico de alcuza, levemente degollados…) y otra es que tengan el remate y trapío que se exige en Madrid…, ¡huy, perdón!, que se debería exigir. Toros lamidos, sin culata, absolutamente cuesta abajo, no se deberían aplaudir, por más que estén en el tipo de la casa. Quizá haga falta replantearse todo esto para no quedar como tontos, aplaudiendo, simplemente porque no son del encaste mayoritario, lo que a éste se le critica cuando salta a la arena venteña.


Robleño dando  distancia a su primero (Foto:las-ventas.com)
Robleño, que abría cartel, no pasó desapercibido, para su desgracia, en el toro inicial, el mejor del encierro de ayer. Un toro generoso, de largo viaje –tanto a la entrada como en el remate-, que humillaba sin exageraciones “mayoritarias” y frente al que anduvo menos que aseado. Mucho pase sin decir ni “mu”, sin conectar con los tendidos, siempre al hilo o poco más fuera, para terminar acortando distancias, en redondo y más colocado, pero con idéntica falta de dicción o emoción. Toro de una o dos orejas según se mire, y dependiendo si lo coge Camino o José Fuentes… Con todo ya echado a perder, y después de una serie sin ligazón alguna, le dejó un pinchazo caído, otro por arriba y una estocada desprendida. Primero de los seis silencios aburridísimos que refrendaron la actuación de los matadores. ¡Ay si hubiesen sido sólo tres…! En el cuarto, y prescindible animal, un bicho soso y descastado, abusó de pico, siempre algo fuera de la rectitud, hasta que el buey hizo ademán de rajarse, saliendo con la cara alta. Ahí se acabó la cosa, pero siguió pasándolo de uno en uno, en corto y a media altura (exactamente como iba el toro), hasta el nihilismo existencial. Media caída, con desarme, y cuatro descabellos (aviso por medio) no fueron suficientes para acabar con el bicho, que fue rematado por el puntillero cuando, agotado, se echó.


Bolívar en el segundo, de lo poco que no resultó  enganchado  (Foto:las-ventas.com)
Peor fue lo de Bolívar, incapaz de bajar la mano, doblarse o someter al violento y encastado segundo de la tarde, el otro toro interesante del festejo. Eso sí, comenzó dándole distancias, algo que agradece mucho este encaste “minoritario” y en la que lucen mejor los toros. Pero luego no supo encauzar correctamente las bruscas embestidas -y repetidoras- de su oponente, trasladando la acometida pero sin mandar en ella, dando mil banderazos enganchados a lo largo del trasteo. Con o sin continuidad, no le preocupó al colombiano bajar la cara de su antagonista, entre suciedad, sustos por doquier y trapazos sin fin (solo vimos un buen derechazo finalizando ya la faena). Y comenzó el recital de medias estocadas que se prolongaría a lo largo de toda la tarde: media tendida y desprendida y hasta 7 descabellos, entre los que hubo un aviso y una pérdida del trapo. El quinto fue otro prescindible animal flojo y descastado, tan parado, tan nulo de viaje y emoción, que la gente le pidió que lo matara en la segunda tanda… y el espada accedió, finalizada la tercera… Un lujo asiático… Media caída y un poco atravesada y un certero descabello, que nos hubiéramos ahorrado si las corridas fuesen de tres toros.


Pinar, toreando en paralelo al último (Foto:las-ventas.com)
Pinar, en su versión “light” del gran Julián de San Blas, nada de interés aportó en su primer Ibán, un bicho flojo, soso y manso, que le mostró su querencia a los adentros, y al que pasó despegadito, desde fuera y con el pico, entre enganchones de muleta y pases desangelados para el más allá. Si en ese momento estuviésemos pensando en que “eso” se acababa y levantándonos para marcharnos (como hace buena parte de estos aficionados de los domingos y “ferias” de guardar) acaso se nos hubiese hecho más llevadero. Pero no. Como no sacaba nada en “limpio” (y nunca mejor dicho) de su labor, comenzaron los pitos para que lo matase en la tercera tanda, y se reprodujeron en adelante, no sin que Rubén lo intentara hasta en dos ocasiones más. Media estocada tendida (no podía ser de otra forma ayer), y dos descabellos silenciaron el coso. El que cerró plaza fue otro prescindible Ibán, manso, descastado y viajero de alta cuna, al que el de Albacete no le bajó la mano ni una sola vez. Fenomenal. Nuevos pitos para que se apiadara del personal, antes de que lo intentara, tras cinco tandas que no interesaron a nadie, entre pases en solitario, poco temple por momentos, y desinterés mutuo correspondido. Y, eso sí, un espadazo entero, desprendido, sin pasar, que nos rompió la tendencia y la estadística de las medias estocadas.

Hubo buenos pares ayer de Ángel Otero (estuvo mejor el día previo) y de Gustavo Adolfo García (en el cuarto y quinto toros… algo que no nos hubiésemos perdido en el festejo de tres toros, porque obligaríamos a parear a los mejores y no a cualquiera…).

Acuérdense de reclamar, por favor, esto de las medias corridas…

Los de Ibán que vinieron ayer:
1º.- Camarito, 521 kilos, negro, poca cosa y lamido de carnes, tocado de armas, manso, boyante y embestidor, pero a menos.
2º.- Tomillero, 507 kilos, castaño, tocado de cabeza, manso en varas, con violencia en la muleta, genio y casta.
3º.- Arbolario, 548 kilos, negro listón, de cornamenta levantada y algo justo de trapío, manso y soso.
4º.- Costurito I, 537 kilos, negro listón, tocado de cuerna, manso, soso y descastado.
5º.- Mejicano, 550 kilos, negro salpicado (sobre todo por abajo), delantero de defensas, manso, flojo y descastado.
6º.- Costurito II, 554 kilos, castaño, algo acucharado de cuerna, manso en varas, descastado y con la cara sempiternamente levantada.

Pasos, pases y poses

El comentario de Ángel Arranz


Fronteras

Estoy hasta la montera de la competitividad, la falsa credibilidad y la hipocresía. Esas aptitudes y actitudes son fronterizas y se mueven entre lo sospechoso y lo destructivo. El objetivo último de la competitividad es la humillación o la destrucción del contrario. Sí, muy cordiales cuando individual o colectivamente se dan la mano al finalizar la disputa que sea entre “vencedores” y “vencidos”, pero en el ánimo recóndito de unos y otros hay un germen imperecedero de revancha o venganza para seguir machacándose. No, no sé si hay excepciones.
Y todo por una copa, un voto o una placa tan fugaces como ineficaces. Tampoco sé si hay excepciones dignas de resaltar.
En esta vida y en las próximas -es un decir- lo poco que he competido ha sido por imposición, solo intento ser competente.
¡Qué error, terror y horror!... llevar la competitividad hasta hipotéticas fronteras en las noches de insomnio.
Varios ejemplos de las distintas y distantes versiones fronterizas que hemos “disfrutado” en el transcurso de la Feria Taurina de San Isidro.
    a.- En el campeonato de la copa del balompié europeo se enfrentan el Real Madrid y el Atlético de Madrid, todo parece madrileño, pero, entre los 22 jugadores que inician el partido hay siete españoles… ¿alguno es madrileño? Es decir, fronteras poco exigentes para jugadores y fronteras casi infranqueables para posibles productores. En el espacio-frontera de pocos minutos, y según el resultado del marcador, el Atlético pasa de ser campeón a subcampeón. Casi todo del mediocre partido proporciona sufrimiento a las dos aficiones, al finalizar hay risas en unos y llantos en los otros. El Real es campeón por otro año y ya van diez… en sesenta y tantos. Tampoco es para tirar cohetes teniendo en cuenta que está entre los dos o tres equipos con más presupuesto de Europa y del Mundo. Todas esas euforias y celebraciones de hinchas, fanáticos y seguidores cabales o simplistas del club, no influyen para nada en soluciones al paro, a salarios temporales miserables, y al hambre o casi, en un elevado porcentaje de madrileños… que desautorizan la capacidad-incapacidad de casi todas las “elites”.
   b.- En las elecciones al parlamento europeo, el bipartidismo ha hecho el más espantoso de los ridículos en las urnas. La suma de votos de PP y PSOE apenas ha conseguido la quinta parte de votos posibles. La abstención ha superado a la participación. En efecto, lo que dicten, legislen o pacten juntos o por separado, nace cuestionado, descalificado o casi… quizá deambulen como un enfermo con los peores síntomas de salud. Lo siento por los bien intencionados eurodiputados de otras formaciones que se estrenan en Bruselas. Con esa participación y resultados: ¿el sistema y el bipartidismo están en la frontera de ser dirigentes morales y éticos, o están en la frontera de la ilegalidad o el autoritarismo? Está claro que lo que “venden” genera más desprecio que aprecio.
   c.- ¿Nos imaginamos a Vaquerizo y Paquirrín dando un recital de sus cosas en el Teatro de la Ópera o en el Museo del Prado… pues en el Museo y Recinto taurino más emblemático del mundo mundial, al acabar la corrida diaria de la Feria de San Isidro, hay mucho ruido que llaman música, hay ji jis – ja jas y hay copas y tapas caras para hacer caja… y para seguir gozando el personal. Fracasó la carpa de Simón Casas y fracasará la discoteca de no sé quién porque están fuera de lugar y afinidad con respecto al arte de torear. El tripartito y sus avalistas de la “Comunidad” de Madrid están instalados en la frontera de las tonterías y las pedanterías.
    d.- La corrida de ayer otra decepción, solo el primer y segundo toro de Baltasar Ibán estuvieron a la altura de la expectación. Al primero le sobraba una oreja y Robleño no quiso o no pudo conseguirla, hay que echarse antes la muleta a la izquierda. El segundo con ciertas complicaciones… salvables para un torero hecho y derecho con pundonor o con necesidad de triunfo; toro de accidente o de salida a hombros, pero el inexpresivo Bolívar… no es como su paisano el colombiano César Rincón. Y el manchego Rubén Pinar bailó con los dos toros más blandos y sosos del encierro. Hubo como un extraño contagio gris y plomizo de cuatro toros y de los tres toreros acorde con la climatología de la tarde. Lo más destacado corrió a cargo de los subalternos de a pie. Casi todo lo demás para olvidar… y cada día más caninos de emoción o diversión. Está la cosa como para competir en juergas con las fronteras del salario y la pensión. ¡Qué fantasía tan fantasmal!

            Libre circulación para acaudalados
            Fronteras para desheredados
            Libres presentes para presidentes
            Fronteras para “sospechosos”
            Libre acceso para marchosos
            Fronteras sin son ni ton
            Porque ni son todos los que están
            Ni están todos los que son
            En las fronteras… hay demasiados horteras

P.D. Mario Vaquerizo y Paquirrín son “famosos y polifacéticos artistas”… y de cachondas maneras también.
Simón Casas es componente del tripartito que gestiona Las Ventas. En dos ferias, montó una carpa multiusos en los aledaños de Las Ventas tan grandiosa como ruinosa.
PP es partido ¿popular?
PSOE es partido ¿socialista obrero?