lunes, 30 de septiembre de 2013

¿Un fin de ciclo?

Quinto y último festejo del ciclo de novilladas de encastes singulares

Madrid, 29 de septiembre de 2013. Menos de un cuarto de entrada. Novillada concurso. Novillos de Juan Luis Fraile, Sánchez Cobaleda, José Joaquín Moreno Silva, Manuel Quintas, Paloma Sánchez Rico de Terrones y La Interrogación. Francisco Pajares, palmas (aviso) y pitos (aviso). Jesús Fernández, silencio (aviso) y silencio. Alberto Escobar, silencio y silencio.

La novillada concurso del día de San Miguel dejó un sabor amargo en los aficionados que, ayer sí, eran mayoría en los tendidos de Las Ventas. Más abundantes que turistas y hooligans de toreros, se congregaron en la plaza de toros de Las Ventas para reencontrarse con algo que sí está –verdaderamente- en vías de extinción: la casta. Quizá hayamos equivocado el auténtico norte, porque no hay que confundir la casta con los encastes, como han hecho muchos en estos últimos años. Es bueno para la fiesta, para la raza bovina de lidia, la existencia de una multiplicidad de encastes distintos, de numerosas líneas o ramas de este tipo de ganado que enriquezcan el panorama genético. Pero, desengáñense, lo que busca el aficionado, y lo que verdaderamente requiere la fiesta, es la casta en el toro de lidia, que no es esa línea genealógica que se remonte a varias décadas, incluso algún siglo atrás, sino la capacidad de embestir con emoción, de moverse, de buscar con ansia los engaños, de fiereza indómita que el diestro –y sólo él- sería capaz de encauzar con valentía, técnica y arte.
Desgraciadamente no es valor que abunde hoy en muchas vacadas, por más que éstas se singularicen en sus antecedentes genealógicos y genéticos. Es bien escaso y preciado, y lo mismo aparece en vacadas de la sangre mayoritaria (Domecq), que en algún otro encaste afortunado (Núñez, por ejemplo) o en los “minoritarios”, a veces tan minoritarios como el de Albaserrada (con tres únicas ganaderías que pueden afirmar tal procedencia, hoy en día, en la UCTL).  Ayer, en Las Ventas, se congregaban reses de seis encastes distintos, y aunque hubo –como es lógico- diferencias comportamentales notables, no terminamos de encontrar, como no lo hemos hecho días atrás, esa generalización de la casta que ansiamos los aficionados, que anhela la fiesta, que requiere la supervivencia del espectáculo. Sí…, es verdad que hubo complicaciones, que algún novillo desarrolló, bien sentido, bien nobleza, bien dureza, pero también los hubo que defraudaron… pese a que se picó tan mal o peor que nunca en algún caso y que se exageró el castigo como casi nunca.
Partamos de la base de que para organizar una novillada concurso en Las Ventas no es preciso saltarse el Reglamento taurino vigente “a la torera”. La estupidez del dibujo que sustituía a las tradicionales y obligatorias rayas para la suerte de varas en inadmisible. En el ruedo venteño aparecían ayer unas líneas en forma de ojo de cerradura antigua que habían desplazado a la doble circunferencia obligada en el artículo 62 del Reglamento nacional. Quizá no importe tanto el hecho de que se cambie el diseño, como lo absurdo del mismo, que impedía –so pena que algún energúmeno levantara la voz amenazante- la correcta realización de la suerte de varas, reduciendo el espacio de movilidad del caballo y jinete, e impidiendo la elección de los mejores terrenos –los más adecuados- para realizar la suerte, que es lo que el aficionado busca. La raya de salvaguarda del picador (la más próxima a tablas), que parece muro infranqueable para los  ignorantes del por qué existe, no estaba –tampoco- a los siete metros reglamentarios de la barrera, y a duras penas podía moverse el caballo para citar a la res en los seis u ocho metros que delimitaban, con sendas líneas, su espacio por ambos lados. Una estupidez mayúscula, sin duda. Por otro lado, el balón de la bombilla trazada limitaba –al menos teóricamente- el lugar dónde podía colocarse al novillo… ¿y si hubiera habido –que no fue el caso- un novillo tan bravo que hubiese acudido al caballo desde el otro punto de la plaza…, qué hubiese ocurrido? Basta de engendros para niños de cuatro o cinco años. El aficionado sabe perfectamente dónde debe picarse –así lo valora cada santa tarde-, conoce de sobra los terrenos de enfrente de chiqueros, es inteligente para valorar los que cada res necesita, cómo debe correrse la suerte en caso necesario, las distancias a las que debe colocarse cada toro o novillo, la grandeza de ir alejándolo del caballo en caso de bravura o de casta, o de estrecharlas en caso contrario… Pintar el engendro no sólo dificultó y mucho la realización de la suerte, sino que alargó innecesariamente la misma –con la consiguiente pérdida de unidad, continuidad y ligazón en el primer tercio- y con ella la corrida, media hora más de lo habitual.

Jesús Fernández en el segundo, de encaste Vega Villa (Foto: las-ventas.com)
Y puestos a ello, aunque esto no nos moleste tanto como lo anterior, también fue antirreglamentario el que no saliese más que un picador a la arena por novillo, cuando el Reglamento nacional lo menciona en los artículos 71 y 72. Pero, como digo, hoy esto es innecesario y no importa que salga más que uno; sólo señalo la infracción reglamentaria (les recuerdo que no existe reglamentación excepcional para las novilladas o corridas de toros de concurso). Mal, pues, don Justo Polo, presidente que ayer ocupaba el palco.
Dicho lo cual, mostremos nuestra satisfacción por el fallo –ayer en su acepción adecuada, no en la de error o equivocación- del jurado, declarando desierto el premio al mejor novillo. No sólo no hubo uno verdaderamente bravo, sino ni siquiera completo, aunque se viesen cosas interesantes en el ganado. Otra cosa, ya habitual en esta nefastísima programación del tripartito, es la elección de los novilleros, que sumaban, ¡entre los tres!, CINCO FESTEJOS EN 2012, habiendo debutado con los del castoreño en 2005, 2008 y 2010 respectivamente. ¡Vaya carrerones! Con tal bagaje enfrentarse a una novillada concurso en Las Ventas era una auténtica temeridad,  sin duda, y sus carencias –desgraciada pero comprensiblemente- lastraron también el resultado del festejo. ¡Quién sabe si en manos más experimentadas más de un novillo hubiese lucido de otra forma!

El primero de Juan Luis Fraile, encaste Graciliano ( (Foto: las-ventas.com)
Abrió plaza, por orden de antigüedad, el novillo de Juan Luis Fraile (hoy representado por su hija Carolina, de encaste Graciliano y origen Santa Coloma). De nombre Garbancito, con 452 kilos, capa negra, hocico de alcuza, algo degollado pero con exceso de badana, y con bonita y tocada cabeza, era un novillo en tipo. Bien de presencia, sin duda, pero no tanto de comportamiento: manseó en varas y luego fue algo soso, quizá por acabar ahogado –en cuanto a las distancias precisas- por su matador. A la primera vara acudió de largo, pero anduvo con la cara alta, cabeceando y salió por cuenta propia, repitiendo en un segundo picotazo sin emplearse demasiado –salió suelto- y en un tercero, también desde largo, dejándose pegar, e incluso haciendo el puente hasta que lo sacaron. Lo primero que hicieron, tras los garapullos, fue estrellarlo contra un burladero, fantástico. Francisco Pajares, a quién correspondió su muerte, que nada había hecho con el capote (ayer no hubo ni un solo quite, con una única excepción, en los diecisiete puyazos…) se lo sacó a los medios. El bicho que no andaba sobrado de fuerzas (había echado las manos por delante en el recibo), estaba fijo en el engaño, entraba con nobleza pero cabeceaba -quizá por carencias físicas-. Colocado el espada al hilo, se empeño en recetar la habitual tanda de series con diestra y zurda, cada vez más descolocado y, quizá molestado por el viento, cada vez más sucio. Tuvo que rectificar tanto entre pases, por ahogarlo (por estrechar distancias) y por elegir mal los terrenos (necesitaba más el tercio que los medios) que se complicó la vida. El novillo se volvió incómodo, protestón, se revolvía en cuanto podía, y por ello al fin lo despenó –desde fuera de la rectitud- de un pinchazo sin fe, sonó el primer aviso, y una estocada entera y trasera sin estilo alguno. Palmas para el novillo en el arrastre y para el matador por parte de la familia…

El segundo de Sánchez Cobaleda, encaste Vega-Villar (Foto: las-ventas.com)
El segundo fue un precioso Vega-Villar de Sánchez Cobaleda. Obedecía por Batanerillo, de preciosa lámina, con 451 kilos y trapío y finura sobrada, capa negra bragada y meana corrida, lucero, coliblanco y calcetero, un auténtico dije, bien puesto de púas además. Nos recordó bastante a aquellos inolvidables novillos de su lejano pariente Luciano Cobaleda que en los setenta hicieron las delicias de la afición. Desgraciadamente fue manso y complicado; en varas fue largo en los encuentros, pero tardeando en demasía la segunda y tercera vez –no eran esas las distancias precisas, exageradas-, saliendo huido del encuentro en segunda instancia, y siendo acosado en la tercera para castigarle como debía. El bicho acabó en terrenos de toriles después de tal tratamiento, y siempre con notable querencia a tablas, doliéndose en banderillas. Llegó a la muleta de Jesús Fernández, tirándole un recado porque éste no supo ver que el novillo pedía siempre los adentros. Eso se repetiría en lo sucesivo sin que el diestro pensara, siquiera, en doblarse como requería la ocasión, empeñándose en pasarlo al natural y con la derecha mientras el bicho llevaba la cabeza como un ventilador. Casi desbordado constantemente, a duras penas conseguía lancearlo, cediéndole terreno hasta que resultó cogido, algo perfectamente previsible dado como se estaban desarrollando los acontecimientos. Gracias a Dios no hubo mayores consecuencias que el revolcón y magullamiento y siguió éste… sin doblarse, tragando sólo a base de valor, con ausencia de la lógica –algo imprescindible en un torero, que no puede imponerse al bicho por lo bruto-, antes de un nuevo desarme. Sólo entonces se decidió por la espada, y le encajó más de media, tendida, por arriba. El novillo se aculó en tablas y pidió nueva guerra, y hubo hasta siete descabellos –entre medias un aviso- antes de que acertase el matador.

El tercero de José Joaquín Moreno Silva, encaste Saltillo (Foto: las-ventas.com)
El tercero fue un saltillo de Moreno Silva que llevaba por mote Morisqueño, algo nada frecuente en la historia de la vacada, o al menos entre los toros notables que ha dado el encaste en casi dos siglos de historia. Era un novillo cárdeno, de poca cara pero en tipo, de cuello largo, más feo que bonito, que salió con más bríos que sus antecesores y remató generosamente en burladeros. Hubo una muy interesante primera vara, en la que empujó de veras, con fijeza, entrando de largo –tras que le enseñaran latín y sanscrito con el capote-, de la que le sacaron a punta de capote. Tardeó para entrar a la segunda,  incluso llegó a volver la cara- ahora con la cabeza alta, dejándose pegar y saliendo suelto… y no hubo más, porque la presidencia cambió el tercio. Fue otro novillo al que le equivocaron los terrenos, sacándolo a los medios Alberto Escobar. Ahí le costaba una barbaridad arrancar, lo que hizo de la faena una sucesión de pases sin continuidad. Entraba con la cara alta y muchas veces al paso, sin la menor emoción, algo verdaderamente impensable en un saltillo… de los de hogaño. El madrileño tampoco estaba muy por la labor y lo despedía siempre para afuera, poco confiado, aunque con alguna voluntad, y el animalito acabó por pararse por completo y tornarse poco claro si es que en alguna ocasión lo había sido. Una estocada entera, un poco atravesada –ya se imaginan por qué- fue suficiente para un novillo que no pasará a la historia.

El cuarto de Manuel Quintas, encaste Martínez (Foto: las-ventas.com)
A partir del cuarto las tres restantes ganaderías se presentaban ayer en Las Ventas. Como me comentó un amigo, hay que ver lo que son las cosas; esperar casi setenta años para debutar en la principal plaza de tu provincia, estando la vacada en manos de la familia, no es cosa baladí. Tal fue el caso de Manuel Quintas, que nos mandó ayer un novillo de origen Martínez (duden ustedes de eso de jijón porque ya no quedaba apenas nada de aquello en los últimos años de la ganadería colmenareña, y ha transcurrido casi un siglo desde entonces). El torillo era un precioso ejemplar berrendo en negro aparejado, muy guapo y bien puesto de pitones, que muy mal picado acabó yendo a menos al final. El primer encuentro con la caballería se produjo en toriles, ante la pasividad de Pajares, masacrándolo el puyero con una vara trasera, tapándole la salida, mientras el novillo empujaba de v eras, recargaba y al fin salía suelto de aquello. La segunda vara fue ya en su terreno, enfrente de chiqueros. El bicho acudió de lejos, tomando un puyazo aceptable en que el inútil de a caballo le volvió a tapar la salida y cuando esperábamos el tercer envite la presidencia cambió de tercio… ¡sorprendente! A la muleta de Pajares llegó este Pelotera algo tardo pero repetidor, y aunque con exagerado movimiento cefálico, noble en conjunto. Desde fuera y para el más allá, el placentino no supo aprovechar las dos series (o serie y media) que tenía su oponente, antes de que se parara, se lo pensara, y decidiera que no merecía más la pena seguir repitiendo. Pues nada; pesadísimo, Pajares hubo de insistir hasta la saciedad acabando con la paciencia de la plaza, en medio de un sinfín de trapazos enganchados que nada decían. Para colmo, o culmen, como prefieran, una estocada muy atravesada que hizo palmo y medio de guardia, fue aplaudida -en principio- por los hooligans del diestro (que hacía grandes ademanes como si hubiese sustituido al propio Machaquito), sonó un aviso y otra también atravesada –pero sin munícipe- dio en tierra con el pobrecito Pelotera.

El quinto de Paloma Sánchez-Rico, encaste Lamamie de Clairac-Gamero Cívico (Foto: las-ventas.com)
El quinto fue de Paloma Sánchez Rico de Terrones, y de procedencia Lamamie de Clairac (origen Gamero Cívico, la última de las porciones de la vacada de Fernando Parladé). Llevaba por mote Fumisto y era todo un toro de 525 kilos, negro listón chorreado de capa, con cuajo en los lomos pero que en conjunto decía menos que alguno de los anteriores. Al fin vimos un par de capotazos con ganas en la corrida, no más, a cargo de Jesús Fernández, ya es algo, sin duda, antes de que perdiera pasos como fue ayer habitual entre los matadores. El bicho saldría suelto de aquello para ir a parar a toriles… En la primera vara entró casi corrido, sin estar fijado, empujando y recargando, antes de cabecear buscando hacer presa para romanear. De momento, aprobado. Mal puesto en la segunda vara, se dejó pegar, cabeceó para quitarse aquello, se aconchó en tablas sin hacer por el caballo y se amilanó por completo. Manso. A la tercera acudió con fuerza, topó con el peto y con fijeza volvió a dejarse pegar… En resumen suspenso alto. Se dolió en banderillas y llegó a la muleta justito de ganas. Era otro novillo que no quería las dichosas afueras, que pedía el tercio o una lidia más adentró de aquello, y por eso se pasó la faena protestando, enganchando el trapo, mirando al diestro, mientras éste le metía un pico descomunal para desplazarlo hacia donde podía. El matador llegó a caerse –y levantarse con agilidad pasmosa- en la cara de la res, pero en aquello no hubo gracia alguna, y ambos acabaron en tablas. Tras un pinchazo sin mucha fe, dejó otro hondo por arriba, y con el toro definitivamente aculado en tablas, pinchó otro caído y lo descabelló a la tercera.

El sexto, de La Interrogación, de encaste Coquilla (Foto: las-ventas.com)
El sexto fue otro toro –novillo por la edad- llamado Potrero de encaste Coquilla y con el hierro de La Interrogación, que perteneciera en su día a Matías Bernardos. Era un bicho negro de 538 kilos –muy probablemente bastantes más- que hubiera pasado por toro en cualquier coso de segunda y la mayor parte de los de primera, pero con pobre cabeza para el esqueleto disponible. Cumplió en varas y tuvo algo de casta, acudiendo “con todo” a los engaños, pero yendo definitivamente a menos en la lidia. Se arrancaba con ganas y con fuerza, pero se lo pensaba bastante en ocasiones. Al primer puyazo –que recibió en las costillas- entró con esas ganas, y aunque se dejó pegar, cumplió sin más. Más emocionantes fueron las entradas a la segunda y tercera varas, más largo, empujando e intentando romanear, pero desentendiéndose del caballo en ambos, tras sendos esfuerzos. Aun le pusieron una cuarta vez, en que tardeó, pero terminó por acudir como un tren, sin entregarse como debía; aunque no fue manso declarado tampoco hizo pelea de bravo. Lo lidió en el segundo tercio el propio Escobar, que comenzó la faena –sentado en el estribo- estrellando al bicho contra tablas. El novillo iba con cierto genio, noble y repetidor, pero se lo pensaba siempre bastante antes de iniciar las oleadas –aquello sonaba a bravucón, más que a bravura-. No hubo acople en la franela, el diestro, desde y para fuera, bastante periférico, no tenía el bagaje necesario para torear aquello y terminó por acortar distancias hasta desengañarlo definitivamente. Media perpendicular y atravesada, cuarteando, un pinchazo caído saliéndose de la suerte y otra como la primera, dieron por fin con el bicho, y con las ilusiones de la afición, por tierra.

En suma, el fallo del jurado no pudo ser más justo y preciso. La bravura quedó desierta… como desierta van dejando la plaza los gestores del tripartito. ¡Menos mal que ya nos anuncian la reboinificación de Las Ventas! (entiendan el sarcasmo). ¿Se imaginan ustedes que me contratasen como gestor de la temporada hípica en el Hipódromo de la Zarzuela, y que yo sólo quisiera y me interesara que en sus pistas de hierba se pudiesen sembrar tomates…? Al parecer Las Ventas sólo es rentable para el tripartito si en ella hay espectáculos circenses o musicales… 

lunes, 23 de septiembre de 2013

Réquiem por una vacada… francesa

Cuarto festejo del ciclo de novilladas de encastes singulares

Madrid, 22 de septiembre de 2013. Menos de un cuarto de entrada. 6 novillos de Concha y Sierra (encaste Vázquez), desigualmente presentados, mansos en varas, de juego absolutamente dispar, entre el descaste, la bronquedad, las complicaciones y la nobleza de alguno. Fran Gómez, ovación y vuelta. Gallo Chico, silencio (aviso) y silencio. El Pijorro, silencio (dos avisos) y silencio.

Otra novillada para olvidar. El ganado no respondió a la bonita lámina y espectaculares capas, y los novilleros volvieron a demostrar más carencias que realidades dentro de una concepción contemporánea del toreo. Ese concepto, no sé si imbuido con sistemática regularidad en las escuelas, consiste en ponerse a dar centenares de… ¿pases?, a lo que salga por toriles, sin importarles un ardite ni la condición, ni las características de las embestidas de sus oponentes. Como ya comprenderán, la universalización del ganado de lidia y de sus infames condiciones de “toreabilidad” y de “ausencia de molestias”, ha conducido al absoluto empobrecimiento de los recursos técnicos para lidiar toros o novillos que se salen de lo habitual, y a faenas estándar en las que siempre se ha de sacar el toro a los medios, adornarse de entrada con los mismos pases y seguir con series de naturales, derechazos, o lo que sea, hasta la extenuación del pobre animalito, y todo antes de zambullirse en el bajonazo por regla. ¡Qué sí, que a veces la espada cae en su sitio…! Pero cuántas otras aparecen por los sótanos, huérfanas de arte, de compromiso o de ética, perdidas, no en la inmensidad, sino en la reducida corporeidad de tanto novillito al uso, para que no se quejen los taurinos…

El precioso sexto novillo, Coscorrón (Foto: Las-ventas.com)
Los de Concha y Sierra de ayer, como los veragüitas del pasado domingo –ya está bien de que escriban de toros gentes que apenas han visto un centenar de festejos en su triste vida, como si de Corrochano se tratara- necesitaban otra lidia, otros terrenos, otras distancias que la rutina del encaste mayoritario ha expulsado de la fiesta antaño nacional. Distancias, sí, que no ahogos y estrecheces en las que se invita al animal a defenderse, complicarse o abroncarse en tantas ocasiones. ¡Y qué me dicen del absurdo hábito de llevarse todos –absolutamente- los toros o novillos a los medios! Cuando la rutina impera en la fiesta ya pueden ustedes imaginarse dónde queda el arte; es comparable a esos  cuadros mil veces repetidos por “artistas” de todo a cien, que se venden en mercadillos de frutas y verduras o en el rastro benéfico del centro comercial de Artesanillos del Trijueque.
¡Pues más de lo mismo! Si el pasado domingo los “avezados” novilleros contratados por el nefasto tripartito –el de la defensa de la fiesta, miren ustedes, ¡como el de Cataluña!, donde todos brillaron por su ausencia- no entendieron cómo lidiar y sacar partido de los veraguas de Prieto de la Cal, ayer ocurría otro tanto con alguno –sólo alguno, como hace una semana- de los vazqueños de Concha y Sierra. ¡Hombre, uno no quisiera ponerse de mal ejemplo para nada, pero ya puestos, les recuerdo que la experiencia es un grado!, y que basándome en ella (en más treinta de años de abonado, en más de dos millares de corridas contempladas con sus respectivos toros y novillos –apenas un centenar de rejones, mea culpa-), creo que las cosas son de otra forma muy distinta a cómo nos las “cantan” y “cuentan” los cantores del régimen (Talavante, al margen). Esa prensa venal, fundada y sostenida por la publicidad del mundillo taurino –toreros, apoderados, ganaderos o empresarios de todo pelaje y condición, ¡caramba, como los novillos de ayer!- seguirán insistiendo que nada se podía sacar ni de los veraguas ni de los vazqueños, y aunque los hubo de paupérrima condición, bien es cierto que también los hubo con su “aquél” aprovechable, que hubiera permitido brillar a otro nivel, sin el obligado auxilio de dos autocares de hooligans por barba –me refiero a los seguidores, aplaudidores y voceadores que con frecuencia acompañan a estos indoctos aspirantes a matador-.  

El cuarto de la tarde, Bermellón (Foto: Las-ventas.com)
Dos de los de luces se presentaban ayer en el coso de Las Ventas en la sensacional trayectoria del nefasto tripartito de querer estrellar a jóvenes sin bagaje en la primera plaza del orbe: Fran Gómez y el Pijorro. El tercero en discordia, Gallo Chico, aunque ya fogueado en el coso del Espíritu Santo –el que se echa en falta en el arte del toreo- se presentó en nuestra plaza el 9 de septiembre del pasado año (y se dejó un novillo de Mauricio Soler Escobar vivito y coleando, razón por la cual merecía, sin duda, la repetición) y tan sólo le apuntan 4 paseíllos la pasada temporada. ¡Qué decir de sus noveles compañeros de cartel! Una única actuación de Fran Gómez en 2012 y ninguna –porque toreaba sin caballos- de Sergio Salas el Pijorro. Como si de Villameloncillos de Valmejor se tratase…
Joselito el Gallo (el de verdad) cuando se presentó en Madrid el 13 de junio de 1912 (reses de Olea y una de Santa Coloma). llevaba cuatro años como novillero y centenares de novilladas en su haber, ¡con menor número de festejos que los actuales! Claro que siempre puede haber “monstruos” como Domingo Ortega, al que tras un buen número de capeas, una docena de novilladas le basten para alcanzar el grado de doctor…
Pues a “ello”, que no es hueso fácil de roer.

Gómez, que anduvo aseado con la zurda en su primero (Foto: Las-ventas.com)
Salió un primero llamado Pingüino –que ya son ganas- de vistosa capa castaña salpicada, girón, bragado y meano, un novillito de 468 kilos pero con cuajo y bonitas hechuras, mas -¡ay!- manso y a menos. Sin molestar, tenía un buen pitón izquierdo y fue noble y boyante casi hasta el final. Unos lances capoteros para atrás del gaditano Gómez, con el torillo sin fijar, ni parar, no hubo quite alguno –ni en todo el festejo, no se preocupen, “eso” no entra en el temario de las escuelas de tauromaquia-, fue pareado sin mayor gracia, y llegó el Concha y Sierra –todavía no exiliado, recuerden que la ganadería ya pasta en tierras francesas desde esta pasada primavera, pero que esta novillada nunca abandonó tierras andaluzas- dispuesto a embestir. Algo soso en el inicio, es cierto, pero siempre noble y atendiendo al toque. Series cortas, aseado el diestro por la zurda -lo mejor del festejo-, y mal con la derecha, donde abusó del pico, de colocarse allende la rectitud del novillo y de pasarlo por las Kimbambas. El bicho duró lo que duró, apenas cuatro series, antes de terminar agotado y de que Gómez insistiese en un par de circulares inversos… que se quedaron en dos medias mitades de circular. Media desprendida nos mostró que podía haber algún fondo de casta en el ave nadadora, pues se aguantó la muerte con dignidad y la boca cerrada. El cuarto se llamaba Bermellón, pero miren ustedes lo que son las cosas, era negro salpicado, con bragas y meano de capa. Con 453 kilos era un novillo justito de fuerzas, que también manseó en varas, pero que tuvo su “aquél”, tanto en la codicia con el percal, como en la movilidad desde la lejanía con la franela. Bien picado por Juan Gil –ovación de despedida-, bien pareado por Jesús Arroyo, parecía que nos las prometíamos felices… pero no. 

Jesús Arroyo pareando al cuarto (Foto: Las-ventas.com)
Tras un pase cambiado por la espalda en que el bicho se arrancó desde treinta metros, su matador optó por ahogarlo inmisericorde en los mismos medios, cuando el animalito pedía el tercio y bastante aire… Y ahí, en las cercanías, protestaba, se quedaba a medio viaje, miraba y se preguntaba a sí mismo por qué diantres no le daban las amplias extensiones adehesadas de las que había disfrutado en su corta vida. Así que, Gómez, siempre mal colocado, se lo quitaba de en medio para fuera –lo que es regular y constante cuando se torea encima del ganado, desengáñense y hagan la prueba-, ahogándolo, fantástica concepción de este toreo moderno que, cuando no hay recursos o ideas, busca asustar por el inmundo arrimón ventajista. La cla –y sólo ella y algún turista (que eran como el 80% de los asistentes a la plaza de Las Ventas ayer)- rugía de gusto y los aficionados clamaban por otra lidia. ¡Qué si quieres! Una estocada sin cruzarse, barrenando –como lo oyen- y bastante atravesada dio con Bermellón en tierra entre el “placet” de amigos y admiradores, que invitaron  a Gómez a dar una vuelta por la plaza.

El Gallo chico en el segundo... alargando el brazo (Foto: Las-ventas.com)
Florido fue el segundo de la tarde -bien traído el mote-, un precioso novillo sardo, un dije pero con cuajo, de 452 kilos. Manso de carácter con las cabalgaduras, complicado siempre, era un torillo que se quedaba en los remates de las suertes y buscaba en alguna  ocasión. Repitió con ganas en el capote, lo que hizo perder todos los pasos posibles al Gallo chico, pero no terminaba de salir largo, incomodando al muchacho. Muy mal picado, apenas vimos un primer par de banderillas aceptable de Reyes Mendoza. Un tanteo por alto, sin fijar las plantas en el suelo, nos demostró que su avícola matador no se había cuajado en el año que ha transcurrido desde su presentación venteña. Todo para fuera, con izquierda y derecha, un novillo que -también- todo se lo pensaba y suciedad habitual en el trasteo de muleta. Un desastre auténtico. Para colmo de males, a la hora de la muerte, dos pinchazos caídos, un metisaca contrario que hizo guardia (¡y mira que es difícil!, no la guardia, sino el metisaca contrario), y una estocada arriba con el brazo por delante, antes de escuchar un aviso presidencial. El novillo se resistió a la muerte como su primer hermano. Silencio. El quinto fue Recogedor, negro listón bragado y meano, un novillo desabrido, manso y que fue a menos. Unos lances salpicados de recibo no terminaron ni de fijarlo, ni de pararlo; pasó por varas quitándose el palo y saliendo suelto –casi fue aceptablemente picado- y se le banderilleó con dignidad, aunque algo a cabeza pasada. El animalito llegó un poco bronquito a la muleta, pero repetía siempre… por las afueras, por donde lo llevaba el diestro cordobés, éste mecánico, espantoso de formas y fondos, sucio, desde y para fuera de forma constante. A la quinta serie el bicho se paró y empezó a pensárselo mejor, lo que no fue óbice para que Gallo Chico siguiese hasta la novena –de Santa Paciencia, mártir- tanda sin la menor gloria. Unos ayudados por alto culminaron la obra antes de embutirle el estoque por algo más abajo del rincón, entre la algarabía de sus hooligans. Silencio tras el arrastre.

Media sin enrollárselo a la cintura de EL Pijorro en un tercero sin trapío (Foto: Las-ventas.com)
El tercer novillo vespertino pasaba por Mañico, un torete negro bragado, meano y axiblanco que jamás debió pasar, por trapío, en Las Ventas; un becerrote digno de novilladas sin los de aúpa. Pero como no hay equipo veterinario que dé en el clavo, a éste le pusieron 456 en la báscula y para delante… Nada con el percal de Sergio Salas, sendos picotazos –refilonazos- en la antaño gallarda suerte de varas, dos pares aceptables de garapullos de Manuel Ángel Gómez, y poco más en general. Llegó Mañico a la muleta con pocas ganas y menos fuerzas, quedándose y buscando a medio pase, muchas veces con la cara alta. Sumen: manso, flojo y descastado. El Pijorro, que no estaba para debutar en Las Ventas, lo llevó siempre despegado y por y para las afueras…; ¿se dobló con él, lo cerró un poco desde los medios, lo lidió de alguna forma? Obviedades que ya pueden ustedes contestarse a sí mismos. Eso sí, el manejo del pico, y el no colocarse delante del bicho lo lleva bien aprendido. Dos pinchazos en el sótano, una entera arriba, primer aviso, ocho intentos de descabello barrenando –que se ha puesto de moda-, nuevo aviso –llevamos dos- y siete descabellos más –también con “barreneo”- antes del que acertó de casualidad… y por los pelos. El sexto y último fue un novillo negro salpicado y bonito –de cara y con una culata espectacular- llamado Coscorrón. Con 460 kilos a las espaldas, lucía y aparentaba más de lo que era, pero manseó en varas y se complicó después, embistiendo con bronquedad y sin clase alguna, frenándose y complicando la vida al Pijorro. Claro que éste tampoco hizo nada “a derechas”, y con la diestra y la zurda dio un recital de trapazos enganchados (yo juraría que fueron más del 90 por ciento de los instrumentados…, o al menos eso pareció) que terminaron por aburrir al más pintado, incluido el oponente con cuernos, que tardeó y decidió no regalar más que un cuarto de pase. Unas palmas de tango generalizadas le decidieron a tomar la espada de verdad y dejársela, tras de un pinchazo caído, en la mismísima paletilla, perdiendo el trapo, con el regocijo popular de los que habían venido en autocar desde Sanlúcar de Barrameda para ver al próximo Joselito redivivo.

Y eso fue todo en el suma y sigue de la empresa tripartita. Novilleros sin “fundamento” para novillos con la barba crecida o con las lógicas diferencias comportamentales con la aborregada condición de los toritontos habituales. Un éxito de programación. ¡Ah, por cierto!, ayer no hubo sobreros, ni sustitutos de Mollalta… encaste Domecq. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

UPyD apoya la declaración de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial

Nota de la Asociación Internacional de Tauromaquia

UPyD lo ha dicho muy claro: La Tauromaquia es Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) del pueblo español

Según los Diputados del grupo La Convención de la UNESCO ha puesto en las manos del Gobierno una herramienta de blindaje de  la Tauromaquia de carácter técnico y no político


Madrid 20-Septiembre-2013

Con motivo de la presentación de enmiendas a la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que persigue proteger la Fiesta de los Toros el grupo parlamentario de Unión Progreso y Democracia (UP y D), ha presentado una enmienda favorable a la totalidad del articulado, promoviendo que la Tauromaquia, incluidas todas sus manifestaciones sociales y culturales, sean declaradas como Patrimonio Cultural Inmaterial del pueblo español, basada en la Convención de la UNESCO.
En su texto, UPyD señala igualmente que el Estado tiene la competencia exclusiva de la defensa del Patrimonio Cultural del pueblo español, por  lo que está vedado a las CC.AA. prohibir este tipo de expresiones que forman parte de nuestro entorno cultural mas arraigado.
Esta declaración coincide plenamente con el objetivo central por el que ha venido luchando la Asociación Internacional de Tauromaquia (AIT) desde hace 10 años con  el Proyecto Tauromaquia-UNESCO, motivo más que suficiente para enviar desde nuestra agrupación, representada en todos los países del orbe taurino, nuestro agradecimiento a los parlamentarios, dirigentes y  militantes  de UP y D,  por lo  valioso  e inestimable apoyo a la Tauromaquia.
Esta posición de declarar la Tauromaquia como PCI parece ser que es la que está cobrando más fuerza entre los diferentes grupos parlamentarios, especialmente dentro del Partido Popular (PP), baluarte de la defensa de la Tauromaquia en el parlamento español. De alcanzarse su aprobación, supondría un importante paso en la defensa internacional de La Fiesta  al estar en armonía con las declaraciones que se vienen logrando en otros países de Europa y América.


Asociación Internacional de Tauromaquia

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Birlibirloqueando 19





Por Fernando Bergamín Arniches


Apuntes y un homenaje

Feria de Otoño en Madrid 2013. Como era de esperar, ¿una sorpresa? Sí, y bastante nefasta. No vienen los toreros que podrían interesar mínimamente, aunque algunos de ellos se encuentren en momentos muy bajos, pero son prácticamente los únicos. No quieren dar la cara, ni el pecho, y menos aún el corazón en Madrid: MANZANARES, TALAVANTE, EL JULI, CASTELLA, PERERA... y por supuesto tampoco MORANTE. PONCE es mejor que no lo haga: hace tiempo que sobra en esta Plaza. Los "salvadores" de la Fiesta (que no del toreo) durante la temporada de este año, estarán ausentes. Ellos han protagonizado las tardes "apoteósicas" del año, con un casi total apoyo mediático. Ya tienen bastante.
Sí tendremos, en dos tardes, a Iván Fandiño. Lo felicito por ello, pero lo suyo - más que gesto o gesta - yo lo llamaría una valiente decisión. Vamos a dejar ya las exageraciones que nos ha impuesto, toda la temporada, la crítica más selecta, como nos diría nuestro amigo Rafael Cabrera. Fandiño - y doy una opinión absolutamente personal - es torero de verdad. Valiente y sin trampas. Y además quiere ser figura. Sin embargo ya tengo escrito en este mismo espacio que lo considero torero muy corto, con muy poco estilo y escasa personalidad, que es lo grave, porque Manuel Rodriguez Manolete fue un torero extremadamente corto que, precisamente por su personalidad única y estilo inigualable, se convirtió en uno de los más grandes toreros de todos los tiempos. En cualquier caso, créame el lector, le deseo a Iván Fandiño en este otoño madrileño lo que se merece: un auténtico gran triunfo.

El brindis de Morante a Francisco Rivera en la última goyesca de Ronda
Quiero además señalar, en la corriente triunfalista de la temporada, dos tardes "apoteósicas y trascendentales" de este 2013. Una, el ridículo -no encuentro otra palabra- de los 6 toros de Talavante en Mérida... donde en realidad con 6 novillos terciaditos y preparados, verdaderamente "dió el cante": no tengo más que decir, por la presencia o nula importancia de sus enemigos, y su notable mal gusto en momentos ya "memorables"... de esa tarde.
En cuanto a la ya "inmortal" Corrida Goyesca de Ronda, el sábado 7 de Septiembre de este año, he leído: "Morante, desencadenado de cuerpo y alma" (V. Zabala de la Serna, El Mundo) y "Alambicado y grandioso Morante" (Antonio Lorca, El País, sí, no les extrañe, Antonio Lorca). Y más o menos en esa línea toda la prensa y revistas comerciales taurinas madrileñas.
Recuerdo unos versos de Juan Ramón Jiménez: "RONDA ALTA Y HONDA, / ROTUNDA Y PROFUNDA, / REDONDA Y ALTA...". ¿Estuvo de verdad José Antonio Morante de la Puebla, en esa tarde rondeña, por esas alturas? Yo creo que él mejor que nadie, lo sabe... Siempre he considerado a Morante un gran torero creador, de gran personalidad, y sin duda lo es, pero que nadie se engañe, y menos aún aquellos que han terminado con la sublime dinastía de los Ordoñez, desde el grandísimo Cayetano "Niño de la Palma", hasta el enorme Antonio. Aquellos que están convirtiendo Ronda en una alfombrada y festivalera Marbella... porque conservan de "los Ordoñez" solo el poder, en esa Plaza única "rotunda y profunda", como fue en algunos momentos de la tarde el toreo de Morante, pero sin ir más lejos, con toros  pobretones de presencia, con público cursi y "preparado". Que recapacite Morante, por él mismo y por los que creemos firmemente en su toreo "redondo y alto", que nos ha dado en tantas otras ocasiones.
Para terminar mi homenaje prometido, cuando este 16 de Septiembre se ha cumplido el primer año de la tarde en la que José Tomás toreó 6 toros. Solo él, fue una mañana en Nîmes, en la libre Francia. Entre otras cosas, por aquellas fechas escribí esto: "El asombro que produce el toreo de José Tomás no podría existir si su pasión por lo grande, por lo más grande y perfecto, no significara en él el centro mismo de su razón de ser. De su razón de ser hombre, y su razón de ser torero. Una pasión y una razón que lo llevan a un dejarse estar... en esa dramática y al mismo tiempo lánguida dejadez, que asombra por su cercanía espiritual a la vida y a la muerte... allí donde todo queda como suspendido pero firme, veraz, leve y a la vez contundente. Rotundo. Asombrosamente humano, espiritual, mágico...". ¡Torero! No olvidamos, ni olvidaremos nunca aquella mañana de un 16 de Septiembre, un 2012 en Nîmes. Solo con 6 toros. Con aquella forma de torear que se hace obra total. José Tomás, siempre solo.


Madrid, Septiembre 2013

lunes, 16 de septiembre de 2013

Tres de capas claras

Tercer festejo del ciclo de novilladas de encastes singulares

Madrid, 15 de septiembre de 2013. Menos de un cuarto de entrada. 5 novillos de Prieto de la Cal (encaste Vázquez-Veragua), bien presentados en general, mansos en varas, el primero flojo y sin poder, pero tres de ellos encastados y con juego. 1 novillo de Mollalta (encaste mayoritario Domecq), lidiado como sobrero en 4º. lugar, mal presentado, manso, flojo y descastado. Pedro Carrero, silencio y silencio. Manuel Dias Gomes, silencio (saluda a la familia por su cuenta) y silencio. Javier de Prado, palmas de la cla y silencio.

Como sucedió el pasado domingo hubo más novillos que novilleros.  ¿Ustedes creen que a la empresa les preocupa en lo más mínimo estrellar a jóvenes con ilusiones ante la plaza y el público madrileño –por más que vengan con nutridas partidas de ovacionadores familiares- y novillos como corresponde a la primera plaza del mundo? La pregunta es retórica, no se preocupen; la respuesta ya la conocemos todos. Ayer, nueva ración de lo mismo. No importa que lo que sale por toriles sea más o menos noble, más o menos complicado, con o sin casta, los carteles están compuestos y preparados para el fracaso y ayer volvió a cumplirse el guión de forma milimétrica. Anunciados estaban Pedro Carrero, que lleva ya 10 años de novillero con picadores y que en 2012 hizo el paseíllo en tres ocasiones; Manuel Dias, portugués, que debutó con los del castoreño en 2009 y que el pasado año se vistió de luces dos veces;  y Javier de Prado, recién graduado con caballos, que lleva en su haber ¡tres novilladas mayores! Pues nada, a los leones, con una de Veragua en Madrid…

El segundo e interesante novillo de Prieto de la Cal, Friturero, 442 kilos (Foto: las-ventas.com)
Los veraguas de Prieto de la Cal tuvieron notables y muy diferentes matices; alguno flojeó en exceso -fue devuelto el primero, un bonito castaño que apenas se tenía en pie, y quizá pudo haber seguido el mismo camino el siguiente, un feo novillote de 526 kilos, que no mostró poder alguno-, pero también los hubo encastados y con juego en el último tercio, desmintiendo el tópico de que los veraguas sólo desarrollan en el primero, viniéndose abajo en lo sucesivo. Fueron los tres de capas claras, los que estaban más en el tipo de la tradicional vacada, preciosos de lámina y con cuajo suficiente, aunque no fueran ni descomunales, ni con el peso que se acostumbra en este coso. Un precioso melocotón y dos jaboneros dejaron, por fin, el pabellón de la ganadería (rojo y gualda) a la altura de la historia secular de la vacada. Otra cosa es que lucieran como debieron, porque –lamentablemente- ninguno de los tres espadas supo sacarles el jugo que llevaban dentro, empecinándose en torearlos como si del encaste mayoritario se tratara, con la misma rutina de pegar pases hasta la saciedad, siempre para las afueras, y acortar distancias para ahogarlos en cuanto pudieron. Otra cosa, además, fue la nulidad lidiadora del joven Javier de Prado a quien la cla, inductora al suicidio, sin duda -algo que deberían hacerse ver en una consulta psiquiátrica-, invitaba al desastre con sus aplausos injustificados y los insultos dirigidos a quienes –aficionados- le recomendaban que bajara la mano y se doblara por bajo como requería el sexto y último novillo.
Tres novillos francamente interesantes, cada uno en su estilo, que reivindicaron que estos encastes singulares, encastes en vías de extinción, siguen ofreciendo razones para los aficionados al espectáculo taurino integral, al margen de modas y vicios contemporáneos. Menos mal, porque de otra forma –y es por ello, no se equivoquen, por lo que se han programado estas novilladas- estarían condenados, bien al ostracismo, bien al exilio de allende nuestras fronteras (donde aun saben apreciar la variedad de castas, comportamientos y partes de la lidia que en la Piel de Toro han sido condenadas al olvido, a la indiferencia o al reprobación).

El tercero, Felino, melocotón de capa y 454 kilos (Foto: las-ventas.com)
Y eso que la novillada no comenzó de la mejor manera posible, más bien al contrario. El primero, Rompedor (castaño, 466 kilos, con cuajo), se fue de vuelta a los chiqueros por su manifiesta y clara invalidez, incapaz de sostenerse en pie y humillar sin claudicaciones. 

Carrero en el primero, el cuarto previsto, del hierro titular (Foto: las-ventas.com)
Salió en su lugar el cuarto, también de la vacada titular, un novillo más fuera de tipo, feo y con menos trapío que sus hermanos, pese a sus 526 kilos, Dormilón por mote, negro de capa y de futuro, que blandeó tanto o más que su retirado hermano. Sin poder alguno, se cayó antes de la primera vara, pasó por ellas con más pena que gloria –dos caídas más-, y tras dolerse en garapullos, llegó con mínimos hálitos vitales a la faena de muleta. Dos caídas más y una incapacidad manifiesta marcaron el guión del postrer tercio, todo ello por alto y sin el más mínimo compromiso de Pedro Carrero, siempre distanciado y a media altura, despidiéndolo para allá y sin metérselo ni una sola vez, hasta que el bicho no pudo más. Más de media, caída y con desarme, nos hicieron atisbar que quizá había algo más en el fondo del novillo, pues aguantó la muerte con algo que nos recordó a la casta. Mal preludio a la ópera veragüeña. El cuarto fue el sustituto de encaste mayoritario –ya podía la empresa haber buscado sobreros de encastes también singulares- de Mollalta, vacada de la que deben haber comprado la camada, como en un “todo a cien”, los “sabios veedores” del tripartito. Cortijero de nombre, con 474 kilos y unos cuartos traseros chupados, negra la capa, fue un torillo al uso moderno: manso, flojo y descastado. Unos lances perdiendo terreno precederían a la masacre en varas –manseando el animal-, y tras las banderillas (ayer hubo buenos y malos pares por igual), le vimos rodar en cinco ocasiones en la franela, ante una nulidad de faena semejante a la primera de Carrero. Todo desde y para fuera y despegado del novillo cuanto daba el brazo y el pico de la muleta. Media estocada en la tabla del cuello (bastante aplaudida por sus amigos, ante la indignación de los aficionados), precedieron a que el bicho se aculara defensivamente en tablas y a dos descabellos.

Lo mejor de Dias Gomes vino en el quinto (Foto: las-ventas.com)
Lo interesante del festejo comenzó con la salida del segundo, un novillo pequeño pero con trapío llamado Friturero, jabonero, manso en varas –apenas picado visto que sus dos hermanos no habían respondido físicamente-, pero boyante y noble en la muleta, con recorrido y transmisión desde la distancia. Al diestro portugués, por tanto, no se le ocurrió otra cosa que ahogarlo para que así le pesaran menos esos exiguos 442 kilos que lucía en la tablilla. Iba y venía al toque, sin molestar, con clase y casta, pero le pesó demasiado al espada luso, y Dias Gomes ni fijó las plantas en el tanteo, ni se lo pasó por el fajín, citándolo desde fuera de la rectitud y despidiéndolo para el Algarbe. Visto que se lo comía crudo, optó por acortar distancias de forma exagerada, complicándose la vida con ello, pues el bicho comenzó a protestar y quedarse corto en las embestidas –…en el pecado va la penitencia-, y hasta ahí llegó su historia. Después de un pinchazo caído, aguantando, le sacudió un señor bajonazo que también gustó mucho a los seguidores del novillero… Saludó por su cuenta sin que nadie lo reclamara, diez o doce personas al margen. Detalle que conviene destacar: lo estrellaron contra barrera o burladeros no menos de media docena de veces, a ver si con ello le quitaban los bríos de salida, ¡fantástico! El quinto fue otro novillo negro que dio la nota…, negativa en este caso. ¡Don Tomás tiene la negra!, porque también negro –como el primero- fue este Hocicón I, de 494 kilos, manso, soso y de poca casta.  Nada vimos al diestro luso con la capa, lances sin sal y sin mover los brazos con soltura, y poco más de lo mostrado con la franela. Unos estatuarios de poco sabor, antes de pasarlo –ahora bien colocado y trayéndoselo- con la zurda y la diestra, sin mayores emociones. Arrimón a la tercera tanda, el novillo que se vino a menos aun, y ambos con el color del plomo. Un pinchazo casi arriba, prologó una buena estocada en el hoyo de las agujas, para ver como doblaba al hilo y refugio de tablas.

Chicuelina de Javier de Prado en el quinto (Foto: las-ventas.com)
El mejor y más interesante lote de la tarde correspondió a Javier de Prado, que anda tan verde como es de esperar –debutó con caballos el 30 de junio de este año-. El tercero de la tarde, Felino (capa melocotón y 454 kilos) era un precioso veragüita, que cumplió en varas (a pesar de ser mal picado y de que el segundo encuentro fue apenas un picotazo) y que luego siguió pronto, alegre y embestidor en la muleta. Y eso que le hicieron las cosas para que se abroncara todo lo posible, en la lidia y en  el tanteo con la muleta. Unos lances acelerados con el percal, un quite por chicuelinas quitándose a cada lance en vez de aguantar el terreno, y un tanteo de entrada metiéndose el bicho debajo… cuando requería darle más salida a la espalda. Y claro, el novillo terminó por aprender que no debía rematar las suertes sino quedarse por allá para ver qué pescaba al final de cada lance. Así que…, dicho y hecho; el novel diestro no paró de rectificar terrenos, hasta que alguien debió cantarle que acortara distancias y dejara de mostrar las bondades del bicho en la distancia. No mejoró la faena con ello, porque el veragua siguió protestando desde las cercanías y quedándose igualmente debajo; ni le dio distancia –la que requería el animalito-, ni lo toreó, moviéndose todo lo que pudo entre lances. Pases después, casi desbordado por el ímpetu de Felino, decidió coger la tizona para darle un sonoro bajonazo en los sótanos, que conmovió los cimientos del coso. Palmas de la familia y allegados, que –abundantes- habían venido desde Monroy, tierra de indómitos extremeños –bandoleros en el siglo XV y conquistadores en lo sucesivo-. 

Hocicón II, un novillo que sacó fiereza y casta (Foto: las-ventas.com)
El sexto fue Hocicón II, un precioso y cuajado jabonerillo claro de 460 kilos, que empujó algo en el primer encuentro con la caballería, pero cabeceó y salió suelto del segundo. Mostró casta y se complicó en el último tercio; fiereza, en suma, que es algo que apenas se ve ya en las plazas de toros. Y, acudiendo siempre al toque, con entrega, generosidad y transmisión, le complicó la vida al neófito espada,  que no supo entenderlo, ni hacerle las cosas según requería su condición. El novillo acudía con la cabeza por las nubes, lo mostró ya en banderillas, a pesar de que galopaba desde lejos y metía la cara. Pero en vez de doblarse por bajo y pasarlo con la muleta por el suelo, el diestro extremeño se empecinó en llevar la muleta a la altura de la cadera y rematarlo todo por alto. ¡Un desastre! No le arrancó la cabeza en uno de sus frecuentes –casi constantes- tornillazos, de milagro. La afición sensata le gritó que se doblara, que le bajara los humos y la muleta, que había novillo de sobra; la reacción de la impresentable cla fue el recurso al insulto y los absurdos aplausos al diestro… por ver si conseguían que se inmolara en el albero, al parecer. ¡Qué bien, qué mono todo! Y como no pudo con él, y como el novillo se hizo el amo de la situación, decidió de Prado ir por el estoque y dejarle media, sin pasar, que bastó para que el bicho doblara.

En suma, novilleros a los leones y tres novillos veragüeños de capa clara que, sin ser sencillos, mostraron que hay vida, que hay casta, que hay interés, después de la… sangre mayoritaria.

martes, 10 de septiembre de 2013

Fandiño y su repetición en la feria de Otoño madrileña

Se nos anuncia como una casi absoluta novedad el hecho de que Iván Fandiño se haya acartelado por duplicado en esta próxima Feria de Otoño madrileña. Gesto, no cabe duda, pero gesto que ni muchísimo menos es novedoso en la historia, aunque la empresa no haya tenido a bien hacerlo en los últimos años (y ya llevan casi una década desde que su precursora Taurovent comenzase a regir los destinos venteños para nuestra desgracia, Fidel San Román y algún otro imputado en la nómina y registro mercantil de la empresa).
Por tanto pongamos en su justo término el gesto del diestro de Orduña, que lleva, no cabe tampoco duda, una buena temporada -con alguna irregularidad-, y es de los diestros que más hemos alabado este año.

La Feria de Otoño 2013
Los carteles de Otoño, trufados de algún interés para acallar voces críticas, tienen en Fandiño el máximo exponente, pero se echa absolutamente de menos la presencia de las mal llamadas figuras, incapaces de demostrarlo en la primera plaza del mundo, Las Ventas, y ante su público, a finales de temporada (tampoco, es cierto, lo hacen en primavera…). Ni el Juli, ni Morante, ni Manzanares, Castella o Perera aparecen por Madrid, ni por asomo. El único del pelotón de cabeza es un ya decadente Manuel Jesús Cid, el Cid, que no es ni sombra de lo que alcanzó en Bilbao en 2007 frente a seis de Victorino, triunfo indiscutible, corrida histórica que junto con la de José Tomás en Nimes (2012) sigue “picando” y mucho a las figuritas del mazapán taurino.
Por eso estas últimas encerronas en solitario en plaza de segunda o tercera categoría se cantan como éxitos apoteósicos: Talavante en Mérida y Morante en Ronda (que es casi un festival anual y al que podríamos achacar las mismas cosas que al pacense en la capital extremeña). Ni una ni otra son, ni representativas, ni gestas hiostóricas. El Cid cortó en Bilbao cuatro orejas que debieron ser seis y que probablemente lo hubieran sido en Madrid; lo de Nimes de José Tomás, es único en la historia, por más que el público estuviese volcado a su favor desde el principio (también lo estaban con Talavante y Morante, sin toros dignos de tal nombre, y la corrida de Francia fue con reses de trapío, al menos, más que digno y en plaza de primera).
Pero no divaguemos; el resto de la Feria de Otoño 2013, es mediocre o no tiene mucho interés, por más que los voceros de la prensa oficial o de a “tanto por línea” la ensalcen sin cuento. Que Fandiño repita es buena cosa, pero ya en su día, por ejemplo, lo hizo también un diestro de la "escasa" importancia de Antoñete, entonces -1985- figura indiscutible. Veamos, al margen de la duplicidad de Fandiño, lo que suponen.

Anuncio con la despedida de Antoñete en la feria de Otoño del 85 en que hizo doblete
Toros y novillos
Viene, el jueves 3 de octubre, una novillada de El Ventorrillo, cuyos hermanos mayores se lidiaron en la capital el pasado 28 de mayo de 2013. El conjunto del encierro lo calificamos entonces de esta manera: “6 toros de El Ventorrillo, desiguales de presencia, mansos o muy mansos en varas, flojos y descastados, entre lo bronco, lo mular y lo aborregado”. Fantástica repetición, sin duda, de la ganadería de Fidel San Román que acaba de lidiar otra novillada en Las Ventas, de lo que fuera de Guardiola Domínguez, hace unos días. ¿Seguirá habiendo, como en épocas pasadas, intereses económicos por medio?
El día 4 se anuncia una corrida de Victoriano del Río, que aunque no atraviesa el mejor momento de su historia, al menos ha dejado bien puesto el pabellón en Madrid en los últimos años, con encierros –es verdad- desiguales, pero siempre con algún o algunos toros de interés. Nada que aducir al respecto.
El día 5 nos vuelven a traer -¡oh desgracia infinita!- una nueva corrida del Puerto de San Lorenzo y su segundo hierro clonado. Incomprensible, a menos que, como en las rebajas, te den dos o tres por una. Lo del Puerto viene siendo una auténtica desdicha desde hace muchos años, y su presencia en esta plaza se ha saldado, de forma habitual, y con una única excepción, con fracasos estrepitosos, fruto de la mansedumbre, el descaste y la falta de fuerzas del ganado.
Muy buena la inclusión de la vacada de Adolfo Martín para el día 6; es ganadería que atraviesa muy buen momento, que se llevó una buena parte de todos los premios del último San Isidro y que ha seguido cosechando éxitos rotundos o parciales casi toda la temporada. Esperemos que no haya problemas de trapío o en el reconocimiento veterinario… porque “las meigas, haberlas, haylas”.
Y hasta ahí. Tanto la novillada matutina de Monte la Ermita, del día seis, como la de José Luis Pereda del día de la Hispanidad –al fin la Comunidad les ha puesto en su sitio, ya que la empresa quería  pasar de la fecha tradicional-, se hayan fuera de abono.

Diestros mayores y menores
Nos parece adecuada la presencia de Sergio Felipe en la novillada, aunque quizá no tanto la de sus compañeros; visto lo visto, y con la espada a cuestas, a mí me hubiera gustado ver repetido a Diego Fernández.
El Cid, la máxima figura que este año ha sido capaz de anunciar el tripartito, anda ya como de retirada, casi arrastrándose por los ruedos, con resultados muy desiguales o malos en plazas de auténtica responsabilidad, aunque de eso ya no queda apenas nada. Guardemos al menos el recuerdo de lo que fue, incluso en Madrid o Sevilla, y de aquella corrida histórica bilbaína. No entendemos por qué han incluido al colombiano Ritter, que no pinta nada en esta feria, ni aun para tomar la alternativa… porque la podía haber tomado en cualquier otra fecha en que no obligara a los abonados…
Alberto Aguilar -creo- se ganó la repetición el pasado ciclo isidril, y con reparos por mi parte –ya que sigo viéndolo sin demasiada capacidad y con ese toreo contemporáneo de esconder la pierna- Adame, ambos anunciados el día 5 con la –pensemos que no boyada- corrida del Puerto. Jiménez Fortes, la nueva apuesta joven del taurinismo oficial podría haber dejado sitio a algún otro diestro más del gusto de los madrileños (pienso en Frascuelo o Sergio Aguilar, Robleño o tantos otros).
Ferrera y Castaño, después de su última actuación en esta plaza se merecían la repetición, por más que el castellano-leonés no atraviese, ni muchísimo menos, un buen momento; pero ¡ay, su cuadrilla...!, su cuadrilla es espléndida. 
Así que, en resumen, la feria es manifiestamente mejorable si la analizamos con un mínimo detenimiento, y las loas –pagadas con publicidad- injustificadas. Dejémoslo.

Para los neófitos
La primera Feria de Otoño de que tengo noticia, como tal, con ese nombre y en Las Ventas, se celebró en 1962, y en ella no hubo duplicidad alguna. Sin embargo en la de 1963 ya se repitió un nombre y así seguiría haciéndose varios años más en lo sucesivo. Las ferias de Otoño desaparecieron en varias ocasiones de la programación madrileña, recuperándose en tiempos de Manolo Chopera y continuando ya hasta nuestros días.

En las líneas siguientes podrán ver lo que he podido encontrar al respecto de repeticiones o duplicidades en la misma. Fandiño, sin duda, no hará historia por ello, aunque puede entrar en ella si sus resultados son los que confiemos se produzcan.

Dobletes en la FERIA DE OTOÑO

Temporada1962: No hubo duplicidad.

Temporada 1963: Jerezano, como novillero, repitió el 25-IX (novillos de Salustiano Galache) y al día siguiente (novillos de Carlos Núñez).
También repitió el novillero Zurito tanto el 25 como el 26-IX (éste cortó una oreja la segunda tarde a un sobrero de Francisco Escudero).
Luis Segura (matador de toros) repitió el 28-IX (con Palhas) y el 29-IX (ante toros de Jumillano y de Moreno Guerra, saliendo a hombros esa tarde).

Temporada 1964: Repitieron como novilleros José Fuentes (los días 3-X y 4-X) y Vicente Punzón (los mismos días), cortando ambos una oreja la primera de estas tardes. Los novillos fueron de AP (remendados con  uno de Frías Hnos. para Fuentes y otro de Baltasar Ibán para Punzón) el primer día y de Eusebia Galache el segundo. Llenos ambos días.

Temporada 1965: No hubo

Temporada 1966: No hubo

La Feria de 1979, hubo dobletes aunque no estuvieran anunciados
Temporada 1979Hubo tres repeticiones. Concretamente la terna que alternó el día 21 de septiembre, formada por Gabriel de la Casa, Manili y Antonio Chacón (ese día con un batiburrillo de ganaderías familiares: 3 de Ana Carolina Díez Mahou, 2 de Fermín Bohórquez y 1 de Bohórquez-Domecq Hnos.), repetirían otros días. El 22-IX lo hicieron Manili y Chacón (3 toros de Ana Carolina Díez Mahou y 3 de Germán Gervás), sin mayor pena ni gloria (silencios). Y Gabriel de la Casa lo hizo el 23-IX con toros de Ramón Sánchez también sin mayor historia.

Temporada 1981: No hubo

Cartelito de bolsillo de la Feria de Otoño de 1982
Temporada 1982Los entonces novilleros Curro Durán y Luis Miguel Campano repitieron. Su primera tarde fue el 12-IX (con novillos de Antonio Arribas), cortando el segundo una oreja. Su segunda actuación fue el 20-IX, en mano a mano frente a novillos de Hijos de Pablo Martínez Elizondo, sin mayores trofeos.

Temporadas 1983 y 1984: No hubo

Cartelito de bolsillo de la Feria de Otoño del 85
Temporada 1985: Antoñete hizo doblete, el primer día (28-IX) con toros de Jandilla (una oreja) y el segundo (30-IX) con toros de Juan Jiménez Alarcón y Belén Ordóñez (en mano a mano con Curro Vázquez y dando una vuelta en el quinto). Se retiró momentáneamente en esa corrida y Paco Parejo le cortó la coleta.

Temporadas entre 1986 y 1993: No hubo

Temporada 1994Hubo  doblete de Óscar Higares. El primer día (29-IX) con toros de Aldeanueva y Benítez Cubero sólo recogió silencios; el segundo (12-X) los toros del Sierro y Hnos. Astolfi le permitieron cortar una oreja en su primero.

Temporada 1995Este año el doblete lo protagoniza Pepín Jiménez. Su primera (27-IX) tarde con toros de Victoriano del Río, corta una oreja al primero; la segunda tarde (el 28-IX) es ovacionado en el primero de sus dos toros (uno de Ernesto Louro y otro de Los Bayones).

Temporada 1996: No hubo

Cartelito de bolsillo de la Feria de Otoño del 97
Temporada 1997: Nuevo doblete, ahora de Fernando Cepeda. Su primera tarde fue el 2 de Octubre, como sustituto, con un toro de Juan Antonio Romao de Moura y otro de Torrealta (silencios en tarde que le echan un toro al corral a Paula). Su segunda actuación tiene lugar el 5 del mismo mes, con toros de Peñajara para nuevos silencios. El primer día no estaba anunciado y sustituyó a Curro Vázquez.

Temporadas entre 1998 y 2001: No hubo

Cartelito del último doblete, aunque no estuviera anunciado, el de Robleño en 2002
Temporada 2002: Repetiría Fernando Robleño en una feria importante para él. El primer día (6-X), con toros de Adolfo Martín, cortó una oreja y dio una vuelta en el mano a mano con Encabo. El segundo (13-X) con reses de Victorino saldría a hombros tras cortar dos al sexto, en un festejo en el que sustituyó al inicialmente previsto El Cid. 


Desde la temporada 2003 a la actualidad nadie más ha repetido actuación en la feria de Otoño madrileña, salvo error u omisión por mi parte.