Madrid, 16 de septiembre
de 2012. Un cuarto de entrada. 6 novillos de Concha y Sierra, bien presentados,
bonitos de capa, pero mansos, descastados y complicados, con corto recorrido en
general excepto tercero y sexto. Iván Abásolo, silencio (aviso) y silencio.
Jesús Puerta, división al saludar y silencio. Julio Chover, vuelta con
protestas y silencio tras tres avisos (entró en la enfermería cogido).
La empresa
persigue el desastre tarde tras tarde. Es penoso, lamentable, ver el cartel que
hoy ha presentado en Las Ventas. La Comunidad, mientras el festejo cumpla esos
mínimos requisitos del pliego, callará, pero es de todo punto indignante esta
vergonzosa programación. Es un escándalo que caso de suceder en cualquier otro
aspecto de la vida provocaría indignadas manifestaciones, protestas, intervenciones
con excusas públicas y quién sabe si algaradas. En este infame mundo, no pasa,
sin embargo, nada de nada. No se puede, y llevamos años denunciándolo, traer a
novilleros sin experiencia, sin bagaje, sin un crédito solvente,
suficiente y archi-necesario a enfrentarse con novillos de Madrid, salgan estos
como salgan, con mayor o menor casta, fuerzas, bravura o mansedumbre. Gente sin
preparación para el reto que asumen, que sólo por las ganas y quién sabe si por
ser su única o última oportunidad vienen a dejarse la piel frente a una plaza y
un ganado que les viene no grande, sino ultra sobredimensionado. Todo ello, por
cierto, con la aquiescencia de los mentores de cada cual –que también son
co-partícipes del fraude, por una parte, del planchazo de su pupilo, y del
derrumbe del arte-, y de unos autocares con gente del pueblo o de la Peña que
animan al chaval hasta el suicidio, de forma patética y vergonzosa, mandándole
a los leones entre risas y aplausos de todo punto inconscientes. ¡Qué
vergüenza!
El colorado salpicado lidiado en sexto lugar (Foto: las-ventas.com) |
El otro día les
comentaba lo de mi hipotética presentación en el Teatro Real en una ópera
cualquiera como protagonista del evento; ¿se lo imaginan?, pues eso mismo
sucede con la mayor parte de los chavales que inconscientemente se anuncian a
ver qué pasa en estas novilladas venteñas, donde los de la empresa ni aparecen…
por si las moscas. Hace años para debutar con garantías en la primera plaza del
mundo se requerían decenas de novilladas previas, un cartel de interés y unas
maneras que cualquier indocumentado de entonces tenía mil veces más acreditadas
que el de más postín actual. Eso es lo que lleva haciendo años y años
Taurodelta o el actual “tripartito”: estrellar jóvenes con esperanzas para que
la mayor parte no vuelvan a levantar cabeza en su vida. ¡Fantástico! Y con el
aplauso o la connivencia de Comunidad y del mundillo taurino en general. En
cualquier otro sector de la sociedad esto se hubiera acabado con escándalo,
aquí continúa en medio de silencios de complicidad, y con la prensa mirando… no
sé si a la taquilla.
Lo de hoy ha sido
un suma y sigue. El “joven” Abásolo a punto de la treintena (29 años) a la
búsqueda de mayor fortuna y con poca documentación; se ve que como es vasco de
nacimiento (también de Orduña, como Fandiño) hay que protegerlo también como “encaste
minoritario”, porque no ha acreditado conocimientos para hacer el paseíllo en
Las Ventas. Ángel Puerta, gaditano de Jerez, 24 años, es el único que ha
mostrado maneras, quizá pueda prometer si se depuran un buen conjunto de
defectos, pero al menos es lo que uno espera en un novillero. Jesús Chover,
valenciano, 22 años, es un chico valiente al que han puesto un terno de luces y
le han mandado al circo romano; pero ni se le han visto maneras, ni suficientes conocimientos, ni
clase alguna, hasta el punto en que los inductores del suicidio hoy han estado a punto
de conseguirlo en dos ocasiones. Al final el chico ha acabado en la enfermería
con dos cornadas, una en la cara posterior del muslo izquierdo de 20 cm, con
destrozos musculares isquiotibiales, y otra en el tercio superior del muslo derecho, de 15 cm de longitud, a
Dios gracias también muscular. Que el pronóstico sea de menos grave no implica
que disminuya en algo la responsabilidad de los que le pusieron o los que le aplaudían atolondradamente,
bien por ignorancia absoluta, bien por un hooliganismo completamente reprobable
en una plaza de toros. El chico, con su valor a cuestas, carece de los recursos necesarios, es prácticamente un neófito taurino, visto lo visto, expuesto varias veces a los novillos y con unos “haceres”,
entre el tremendismo y la falsedad del toreo contemporáneo, irreproducibles.
La novillada, por
si algo faltara, ha sido una nueva decepción en el encaste vazqueño. Bien
presentada, es cierto (aunque con la misma desigualdad que su pariente lejana
de hace dos domingos, 67 kilos de diferencia entre unos y otros), de bonita
capa –había varios salpicados en castaño, colorado y negro, uno estornino y otro
que era casi sardo-, pero de juego pobre en conjunto, nobles o tontorrones, alguno protestante, pero sin la casta que uno
esperaba encontrar en ella.
Abásolo en el que habría plaza, un precioso colorado chorreado y salpicado (Foto: las-ventas.com) |
Abrió plaza un
precioso Cestero, de 461 kilos, ese
que casi era sardo, colorado chorreado, salpicado y listón (una franja
melocotón en el lomo), que cumplió en varas, empujando en ambos encuentros,
pero saliendo fácil del envite, evidentemente flojo (menos para la
presidencia), yendo a menos en la muleta y sin atisbos de la más preciada
cualidad de un toro de lidia: la casta. Iba peor por el pitón zurdo, por el que
pegaba un tornillazo y se revolvía buscando, que por el diestro, pero ni aun
por éste fue capaz Abásolo de sacar algo en claro. Pajareo constante,
descolocación, bastante enganchón, todo mientras el bicho pasaba, porque cuando
dejó de hacerlo rozó el nihilismo. Dos pinchazos, media desprendida, un aviso y
silencio en la plaza. Digamos que el animalito salió con más pies que sus
hermanos y que algo parecía prometer con el capote. Capote que los tres
novilleros se encargaron de mover siempre que pudieron, alternando en quites, pero sin clase o
calidad especialmente reseñable. El cuarto se llamó Campanillo,
con 525 kilos (quizá más), negro bragado y meano, manso y éste sí, sin clase
alguna y embistiendo siempre con la cara a media altura. Sin pensárselo, así
como había desaprovechado las diez o doce embestidas de su primero en unas
probaturas inútiles, el vizcaíno citó en los medios, de lejos, e intentó torear
sin probarlo. Fue desde lejos, y eso es virtud, pero la falta de quietud y su colocación
apuntaron otra cosa, quitándose, además, cuando llegaba el bicho a
jurisdicción. Con mucho movimiento de pies el ya no tan joven no demostró
apenas nada de nada, mucho trapazo sin limpieza, pajareo constante y una imagen
de cierto patetismo. Ni los yankees aplaudieron. Dos pinchazos, el segundo con
desarme, y una entera por arriba con nueva pérdidas de muleta y de nuevo un
silencio en el que se escuchaba el eco…
El jerezano Ángel Puerta en el segundo (Foto: las-ventas.com) |
El jerezano, al
menos, mostró que con el pulimento adecuado puede llegar a tomar la alternativa
en un par de añitos. El primero de su lote, Sorprendedor,
con 498 kilos, era otro precioso castaño oscuro salpicado y listón,
prácticamente estornino por detrás. Un bicho que nada hizo en varas, y que
llegó manso, sosote, con la cara a media altura y cortito a la faena de muleta.
Me gustó como lo cogió Puerta, toreando desde el principio, citando y
llevándolo de lejos, pero luego empezó a practicar la escondida de la pierna
que debiera haber cargado y dejó de gustarme, a pesar de que le reconozco las
ganas. No duró mucho, porque el animal demostró que iba mejor por el zurdo y
allí le sacó un buen natural en una de las tandas que le aplicó a continuación.
Y cuando el toro comenzó a quedarse… cambió de mano, en vez de darle la última
serie, y aun le enjaretó dos más… ¡Dios mío, pero es que ya nadie tiene sentido
de la mesura! Con ello se le complicó, se quedó a medio viaje y le tiró un
recado que, a decir verdad, aguantó el gaditano estoicamente. Un pinchazo y un
infame bajonazo lo mandaron al desolladero… y aun tras de ello se atrevió a
saludar a la familia que le aplaudía… cuando debería haberse tapado. Hubo
reacción en contra de la afición. En el quinto, de nombre Bermellón, un novillo de 505 kilos, de capa colorada chorreada,
salpicado y listón (como el primero), tampoco tuvo el santo de cara, y hubo de
vérselas con una animal manso, descastado, soso y de medio viaje. Tras el
desastre de lidia que pudimos contemplar en el primer tercio, el animal llegó
sin recorrido a la muleta, pegando tornillazos con peligro cierto, y al menos
Jesús anduvo firme, sin amilanarse, aguantando y tragando lo suficiente como
para no descomponerse; y es más, como en el primero suyo se le vieron ciertas
maneras… Pero no había nada qué rascar… como suele decirse, a pesar de que puso
voluntad sobrada. Una entera con nueva pérdida del trapo (algo que hoy hemos
visto en incontables ocasiones) lo mando a los carniceros entre la apatía del
respetable.
El tercero, uno de los toros que embistieron en el festejo con mayor claridad (Foto: las-ventas.com) |
Jesús Chover no
sólo es que esté verde como los espárragos trigueros, es que en lo poco que le
hemos visto no hemos podido atisbar cualidad que le pueda acreditar como un
futuro matador. Acaso el valor… y con matices, claro, porque si bien recibió a
su primer enemigo con faroles de rodillas -no eran largas afaroladas como dicen algunos-, luego con la muleta todo era pasarlo
desde muy fuera, siempre en paralelo, retorciéndose para alejárselo de sí lo
que podía y tan despegado que casi no le daba el brazo para mover la muleta por
delante del bicho. Sus dos novilladas de 2011… ya decían bastante. Ese primero
al que recibió con espectacularidad, se llamó Magnífico y casi resulta serlo; era un novillo negro salpicado, que
aunque manseó en los caballos llegó embistiendo (sin demasiada codicia, pero al
menos con viaje) a la franela. Los lances capoteros, faroles ya apagados,
fueron eléctricos también, lo que no dice nada bueno... Puso banderillas buscando
la espectacularidad más que la ortodoxia, incluyendo un tercer par que partió
por la mitad y que puso en un “algo” que pretendía ser un quiebro, a toro pasado,
reconsiderando terrenos, moviéndose bastante y que a punto estuvo de costarle
un revolcón… (aguarden). Con la muleta fue un auténtico desastre ante uno de los dos
novillos que pudieron embestir (sin mucha casta, conste) de la tarde… y ambos
cayeron en sus manos. Los retorcimientos nos recordaban a una gran figura
consagrada y ensalzada de continuo en la prensa, el esconder la pierna… a otra,
el pasárselos despegado como nadie… pues casi a otro de los mediáticos, si me
apuran, pero la falta de clase, lo basto de su toreo y el conjunto en sí… no
tienen parangón, por más que le aplaudieran los de los autobuses, que al menos
confío vayan en conjunto a visitarle a la Clínica de La Fraternidad esta noche…
Una estocada caída, entera y perpendicular que hizo guardia por bajo del animal
fue ovacionada como si les fuera la vida en ello, y el chico animado por los de
casa se dio una vuelta por su cuenta, con protestas de la afición… ¡lo que hay
que ver!
Cara pagó su osadía, su desconocimiento y esos aplausos en el
postrero, Pavito, un novillo de 528
en la romana, colorado salpicado (un toro en cualquier plaza, si hubiera tenido
algo más de cara –por cierto con qué sospechosa facilidad se han astillado
varios de los de hoy, incluso contra el peto…-), y de condición mansa en varas,
embestidora en la muleta y con un atisbo de genio a la hora de no
dejarse matar. Nuevo animal desaprovechado por completo, que, éste sí, regalaba
embestidas desde la media distancia, rematándose por la derecha hasta dos y
tres metros atrás. Pareó a su manera, y entre la algarabía general partió de
nuevo los palos y puso un desastroso par de cortas, quedándose en la cara y sufriendo
un premonitorio primer revolcón… Más
aplausos, ¿a qué? El diestro ché apenas le sacó partido con la muleta,
volviendo a los retorcimientos, al toreo despegado, en paralelo y siempre desde
las Chimbambas… con idénticos aplausos de los conocidos, que rozaban el
paroxismo. Sin limpieza, ni aseo alguno, fueron transcurriendo los minutos; sus
partidarios lloraban de emoción, los aficionados nos mirábamos
perplejos, y los extranjeros –mayoría en el coso-, absolutamente perdidos, lo
mismo aplaudían que pitaban… según les fuera. Le tengo apuntado que se trajo el
novillo dos o tres veces, vaya en su descargo, medianamente toreado, pero de
aquella forma... Tres pinchazos me hicieron augurar las más funestas
consecuencias…, en su primer novillo la estocada perpendicular y delantera, esa
que hizo guardia de un palmo por debajo, pareció ser su fuerte, pero quiá, nada
que ver. Un primer aviso sonó antes de que le diese otro pinchazo y media
también perpendicular y caída –debe ser su especialidad-. El caso es que cogió
el descabello como si me lo dan a mí…, y le sacudió cinco golpes, perdió la
muleta, otro descabello y un nuevo y segundo aviso. Ya sabíamos, desde bastante
antes, que el torillo se iba vivo, seguro, se lo pueden contar mis vecinos de
localidad que lo oyeron varias veces en este trance. Nuevos cinco descabellos
con pérdida del trapo entre tanto, y en uno de esos intentos, con el toro
protestando y defendiéndose, le prende y le da la primera de las dos cornadas
que recibiría. En vez de retirarse a la enfermería, en gesto de valor y
pundonor, volvería a la cara para intentarlo otras tres veces más y en un nuevo
arreón sufrir esa segunda cogida mientras sonaba el funesto tercer aviso… No
hubo más. El toro no quiso o no pudo volver a los corrales con los mansos y fue
apuntillado desde un burladero, entre tremenda bronca del personal extranjero
que se acordaba de “Ferdinando” el toro de Disney, que volvería vivo a disfrutar
de las flores en aquella dehesa idílica. Lo mismito que se han imaginado los
seguidores del diestro para con su matador, al parecer. A veces la ignorancia no
es hermosa… ¡es culposa!
La crónica es complicada, como
ven. Quizá lo más fácil hubiera sido cantar el pundonor, la valentía del
diestro, las ganas que puso… como hará la mayor parte de la prensa mañana, sin
complicarse la vida en ello, acompañando como siempre a la mayoría…, lo más fácil,
sin duda, pero no sé si lo más honesto consigo mismos.
Describir las capas de algunos toros de encaste vazqueño es muy difícil, sobre todo vistos desde lejos, pero creo que el primero y el quinto de ayer eran sardos. Al menos, ése fue mi parecer y también el de los amigos con los que siempre veo los festejos de Madrid, parecer que en esta ocasión está corroborado por el mayoral de la ganadería, que me dijo sin lugar a ninguna duda que "el 18 y el 29 son sardos." Y a propósito de toros vazqueños, parece que "los alimentos y el agua" de los corrales de Ceret deben de ser mucho mejores que los de Madrid, pues los toros de Prieto de la Cal lidiados allí el pasado sábado, no sólo no se cayeron, sino que además triunfaron.
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