viernes, 20 de julio de 2012

Prevalencia de los encastes en el toro de lidia (III)

En anteriores entradas hablábamos del absoluto predominio del encaste Domecq (yo creo que ya hay que ir haciendo distinciones entre diferentes líneas) en el panorama del ganado bravo actual, tomando como base los datos y cifras que arrojan los ejemplares lidiados en 2010 y las ganaderías existentes en la Unión de Criadores de Toros de Lidia. Les recuerdo que habíamos escogido esta asociación ganadera porque de ella sale la mayor parte de las reses lidiadas como toros en plazas españolas y francesas (aunque se abran mayor camino las de la Asociación en novilladas y haya ganaderías de las otras tres asociaciones que lidien –y algunas bastante como Núñez del Cuvillo- incluso en cosos de categoría). Un factor fundamental, no obstante, en el leve contrapeso que hace Francia en materia de elección de encastes, tal y como comentaba “Cartujanillo” en un comentario en este blog, sería el de la disposición de la Carta verde para la exportación de ganado al país vecino (que no poseen en el año citado, por desgracia algunas ganaderías de encastes reducidos –aunque también otro tanto les pasaría a vacadas de encastes más mayoritarios-) y sobre todo, y ese es un factor decisivo en muchos casos, el que se lidian como novillos muchos de los machos de esas ganaderías singulares (nuestro comentarista cita casos como el de Coquilla, Vázquez, Saltillo o Pereira Palha). Ello requeriría, no obstante, un estudio aparte que quizá haga más adelante, aunque también comparándolo con lo que se lidia en novilladas en España y cruzando datos entre nuestra patria y la francesa. 
Novillos de los Hdros. de Hernández Pla cuando aun andaban en manos de la familia


Es evidente, sin embargo, que esa evolución hacia el monoencaste no se ha producido por generación espontánea, sino por la imposición de los gustos de los diestros (amparados en los silencios del público en general), en contra de un -más reducido que nunca- número de aficionados que desean ver el juego y las diferencias de otros encastes, sin desdeñar a aquellas ganaderías que están a buen nivel dentro del predominante. No hay más explicación que esa: el predominio de lo de Domecq se ha producido sobre la base de una muy estudiada y cuidada –y patrocinada y pagada- campaña a favor del toro “artista” o de la “toreabilidad” como concepto, hoy universalmente reconocido y que no existía apenas hace dos décadas. Nadie, en los años ochenta o primeros noventa hablaba de “toreabilidad”, nadie –hubiera sido poco menos que fustigado en plaza pública- abogaba entonces por el toro “que no molesta”, inmundo concepto que va imponiéndose y siendo defendido desde profesionales y cierta parte de la crítica pegajosa.
En 1985, las procedencias de Núñez y Domecq, más alguna otra de origen Parladé (Gamero Cívico, por ejemplo, Pedrajas y alguna más) sumaban bastante menos de la mitad de las ganaderías de la Unión. Encastadas en Atanasio o Conde de la Corte había por entonces 55 vacadas (hoy suman sólo 41 y andan muy a la baja, perdiéndose -quizá para siempre- la ganadería de los Hdros. de Atanasio Fernández, pérdida en conjunto que ciframos en el entorno del 20%); las  procedentes de Santa Coloma, sin embargo, no han descendido de igual manera, eran -en 1985- 28 y ahora suman 25 (sólo una pérdida de poco más del 10%); mayores han sido las mermas sufridas por encastes como Vega-Villar (de 24 ganaderías en 1985 a las 9 actuales) con un 62,5% de disminución, Villamarta (entonces contaba con 18 representantes y hoy con 11) con un 38,9% de bajada o la presencia que entonces tenía Ibarra-Martínez (hoy residual, en la ganadería de Montalvo y poco más) que aun contaba con 8 ganaderías en las que se advertía claramente dicho origen.
No todas, como es lógico imaginar, se encontraban en mal momento, en mal estado; algunas embestían –y bastante- en aquellos años. ¿Qué es lo que ha motivado su disminución, tanto absoluta como porcentual, a cambio de un solo encaste? Pues no sólo la bondad, docilidad, mansedumbre y falta de casta mostrada por esa “toreabilidad” perseguida, desde luego, sino todo un montaje publicitario y el convencimiento de la clase dirigente entre los diestros de que aquello es lo mejor para menos exponer y torear mayor número de festejos con más elevados triunfos –otorgados por un público cada día más indocto en su conjunto-.  Y acompañar la palabra con obras, seleccionando un tipo de toro –antaño conocido como “artista”, hoy superado el concepto por el “que no molesta”- que acudiera más veces a la muleta como lo haría un “ausente” borreguillo idiotizado.
Toros de Peñajara en la Venta del Batán (1995)

Cuando los ganaderos mandaban en sus casas, y no había que plegarse a los gustos y exigencias de sus antagonistas, las cosas, sin embargo, eran diferentes. Todavía pudimos entreverlo en la década de los 70 –en la que terminé de aficionarme y me aboné por vez primera a la plaza de Las Ventas-, cuando tratábamos con Luis Fernández Salcedo, Manuel García Aleas, José Antonio Hernández Tabernilla, Domingo Ortega, Victorino Martín padre, Luciano Cobaleda, Alonso Moreno de la Cova y otros ganaderos señeros del momento. Ganaderos todos –excepto Fernández Salcedo, que lo fue muy atrás- que habían ofrecido toros encastados y que seguían dando reses notables en la plaza madrileña, con las que se enfrentaban las figuras del momento (unas más y otras menos, por cierto).
Echemos, no obstante, aun más atrás la vista, y hagámoslo hasta un pasado más remoto, cuando aún no había estallado nuestra trágica guerra civil. A raíz de la promulgación de la II República (en claro golpe de estado) la propia Unión de Criadores de Toros de Lidia, viendo los embates que sufría desde el populismo y marxismo radicales, decidió justificar su existencia tanto desde el punto de vista económico como medio-ambiental y laboral. No sólo se publicó entonces un magnífico opúsculo de Manuel García Aleas y Gómez ("El toro de lidia en la plaza de la economía nacional"; Madrid, Estanislao Maestre, 1932), sino que editó un Anuario titulado “Registro de Ganaderías 1932” (Madrid, Papelería Madrileña, 1932), a la manera de los que hoy se siguen haciendo pero sin el detallado –y no sé si demasiado fiable- historial de cada vacada. Sin embargo, sí que llegaron a incluir las procedencias de las entonces 112 ganaderías pertenecientes a dicha asociación, que por aquel tiempo tenían mucha menor pureza que lo que ahora podemos considerar, ya que para las mismas apuntamos un total de unos 229 encastes o procedencias (no me refiero al número de encastes diferentes, sino a su representación en esas 112 ganaderías). Hoy, las 364 vacadas de la Unión, tienen  479 encastes o procedencias (hay ganadería que procede de dos encastes, y así sucesivamente).
En 1932 la variedad, por tanto era muy superior, y era relativamente raro encontrar lo que hoy (80 años después) se considera una ganadería puro… (pongan el encaste que gusten). Los ganaderos refrescaban, seleccionaban, añadían lo que querían a la búsqueda de mayor presencia (o menor en algún caso), más acometividad y bravura o mejores condiciones de lidia en los tres tercios, vista la evolución de la lidia desde tiempos de José y Juan en adelante. Hemos cogido, por tanto, esas ganaderías, y con la información “oficial” de la propia Unión, e intentando cuadrar lo mejor posible con los cuadros ya publicados y los orígenes y encastes destacados en el Real Decreto 60/2001 (Reglamentación sobre Prototipo Racial de la Raza Bovina de Lidia) hemos trazado el siguiente cuadro:
Procedencia de las ganaderías de la UCTL (1932)
Castas – Encastes – Líneas
Nº. ganaderías con ese encaste
Porcentaje sobre nº. ganaderías
Porcentaje sobre nº. encastes
Casta Cabrera (Miura)
6
5,35%
2,62%
Casta Gallardo (Pablo Romero)
12
10,71%
5,24%
Casta Navarra
11
9,82%
4,80%
Casta Vazqueña
25
22,32%
10,91%
Casta Vistahermosa
Otros encastes
8
7,14%
3,49%
Encaste Giráldez
1
0,89%
0,43%
Encaste Murube
8
7,14%
3,49%
Encaste Contreras
6
5,35%
2,62%
Encaste Lesaca – Saltillo
6
5,35%
2,62%
Encaste Ibarra
Línea Ibarra
5
4,46%
2,18%
Línea Martínez
8
7,14%
3,49%
Encaste Santa Coloma
Línea Santa Coloma
21
18,75%
9,17%
Línea Graciliano
6
5,35%
2,62%
Línea Coquilla
1
0,89%
0,43%
Encaste Albaserrada
7
6,25%
3,05%
Encaste Núñez de Prado – Urcola
9
8,03%
3,93%
Encaste Parladé
Línea Gamero Cívico
13
11,60%
5,67%
Línea Pedrajas
3
2,67%
1,31%
Línea Tamarón - Cd. Corte
7
6,25%
3,05%
Línea Atanasio
1
0,89%
0,43%
Línea Rincón – Núñez
1
0,89%
0,43%
Encaste Hidalgo Barquero (Giráldez+Vázquez+Cabrera)
4
3,57%
1,74%
Encaste Vega Villar (Santa Coloma+Vázquez)
3
2,67%
1,31%
Encaste Villamarta (antes Núñez de Prado+Carvajal)
2
1,78%
0,87%
Casta Ulloa – Varela (junto a Vistahermosa y Vázquez)
5
4,46%
2,18%
Casta Jijona
Línea Flores
8
7,14%
3,49%
Línea de la Tierra
19
16,96%
8,29%
Línea Jijón - Manuela de la Dehesa
1
0,89%
0,43%
Línea Salvatierra – Conquista
4
3,57%
1,74%
Línea Jijón – Gaviria
2
1,78%
0,87%
Cruce Muñoz – Cabrera (Rafael J. Barbero)
2
1,78%
0,87%
Casta Freire
2
1,78%
0,87%
Casta Espinosa – Zapata
3
2,67%
1,31%
Casta de Vera y Delgado
2
1,78%
0,87%
Casta Castellana Vieja (Sanz y Valdés; salmantinos)
5
4,46%
2,18%
Castas Portuguesas
2
1,78%
0,87%
Total Ganaderías
112
-
-
                Total líneas y encastes en las 112 ganaderías
229
-
100%
 
Es decir, tal y como muestran las cifras previamente expuestas, el encaste Freire, o el encaste Espinosa-Zapata todavía aparecían en dos y tres de las vacadas de la Unión, por ejemplo, encastes que poco tenían que ver con el origen Vistahermosa, Vázquez, Gallardo o Cabrera, aunque seguro que hubieron de recibir aportes de tales a lo largo de un siglo –poco más o menos- de existencia. Todavía quedaban restos de la casta castellana vieja en cinco ganaderías, y de Vera y Delgado en dos; castas portuguesas, sin demasiada relación con toros hispanos, aparecían en otras dos vacadas de la Unión, y todavía conservaban sangre de origen jijón (con J o con G, como gusten) en 36 piaras (más de una en una misma ganadería). Del marqués de Casa-Ulloa y Varela, pero ya mezcladas con Vázquez y Vistahermosa, había hasta cinco ganaderías… unas mejores y otras peores, como todas.
Es cierto que ya el tronco ibarreño iba imponiéndose frente a los demás, bien fuera derivadas directamente de él (5 vacadas), bien a través de la ganadería de Martínez (hasta 8), bien a través de la división efectuada entre Santa Coloma y Parladé en 1904-5. De la del Conde de Santa Coloma aparecen derivando hasta 28 ganaderías a las que deberíamos sumar las 7 procedentes o con ganado de Albaserrada, y ello sobre un conjunto de 112 ganaderías, lo que pesa específicamente un 24,99% del total o un 31,24% si tenemos en cuenta el ganado del marqués. Parladé y sus principales derivaciones, sin embargo, en ese momento sólo suponían un 22,30% del total de ganaderías inscritas en la Unión. Mientras que las vacadas de origen jijón todavía –parcialmente las más de las veces- suponían la existencia y pervivencia de ese encaste en un 32,12% del conjunto de la UCTL. Desde luego Miura, Gallardo y Vázquez estaban mucho más presentes en diferentes ganaderías de lo que hoy puedan estarlo; sus porcentajes ascienden, respectivamente a un 5,35, a un 10,71 y a un sorprendente 22,32%. Y todavía quedaban, más nominalmente que otra cosa, y relegadas –eso sí- a sus tierras de origen y novilladas, varias ganaderías de origen y casta navarra, alguna ya claramente mezclada; hasta 11 inscritas, lo que suponía un 9,82% del conjunto.  Habrá que echar la vista aun más atrás, pero por hoy baste. 

1 comentario:

  1. Muy interesante este párrafo: "el predominio de lo de Domecq se ha producido sobre la base de una muy estudiada y cuidada –y patrocinada y pagada- campaña a favor del toro “artista” o de la “toreabilidad” como concepto". Especialmente -y patrocinada y pagada-.
    Espero impaciente la ampliación que hagas de este asunto que nos separaría de una "evolución inevitable del gusto" y nos llevaría a un interés espúreo. Andrés

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