viernes, 8 de junio de 2012

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Compás
El toreo también es un compás de compases. Es geometría de alta precisión. Eje, radio, diámetro, verticales, horizontales, semicírculos, círculos, líneas, distancias, colocación, ajuste, cálculo, unidad, pulso, tacto, equilibrio, armonía…en un “juego” de vida y muerte.
No, no me olvido del compás que forman pies y manos con más o menos grados. Se torea a pies juntos; con el compás abierto a la medida; “espatarrado” con el compás forzado, amanerado o afectado; se torea de frente; de perfil; se destorea con la pierna contraria escondida, es decir,  descargada o descargando la suerte porque dicha pierna está o estará por detrás de la que está más cerca del toro en los instantes del embroque. Casi todos esos matices sirven para el compás y pulso de las manos.
Por supuesto, el concepto compás abarca la brújula que mide el ritmo, la cadencia, el temple, el aire y la aureola del arte de torear.
Es un tratado tan difícil como efímero, casi más veloz que la capacidad retentiva de la retina, pero es un tratado de tecnología punta al fin y al cabo. No, no son pedantes ni ridículas estas reflexiones. Que se lo pregunten a los eruditos de la física, la química y las matemáticas al analizar las verónicas majestuosas de Paula, los naturales magistrales de Camino, las trincheras exactas de Antoñete.
Es verdad que son demasiadas las tardes rutinarias o miméticas de toros, toreros y toreos, pero no es menos cierto, que tal cual  pasa con la temática novelística o cinematográfica, o con inercias deportivas, musicales, etc. etc. Por una obra original o genial, novecientas noventa y nueve del si pero no. Es necesario este clarificador contraste para demostrar que La Tauromaquia no está ni peor ni mejor que otras disciplinas más o menos masivas. Ocurre, que en ninguna de ellas, o casi, se mira con los meticulosos prismáticos que ven los compases del albero. El toreo es una relación entre dos sujetos: persona y animal. Lo otro son relaciones de personas con personas, con imaginaciones  o con objetos, donde los espectadores son más tolerantes o ligeros a la hora de calibrar.
No se si la corrida es el ritual más culto del mundo como dijo Lorca. Lo que si sé, es que es el más meritorio de los que han existido y existen cuando es auténtico y excelso –nada de pegapasismo ventajista al toro tontiblando- al compás de freno o frenesí.
Sí, el toreo como la calentura y la pasión erótica-amorosa, es cosa de dos.
Y ayer los toros originarios de Atanasio-Lisardo (Puerto de San Lorenzo actuales) apenas tuvieron compás, ritmo y cariño. En la primera parte de la lidia, suelen ir a su aire como los pájaros –es abanto, decimos los taurinos- de vuelos ácratas. Sus verdaderas intenciones se palpan después de la suerte de varas. El tercero se decantó por lo boyante, los tres últimos por lo maligno, y los otros dos tampoco fueron para hacernos toristas.
El Cid es un lidiador “macho” y zurdo que luce con torazos bravos y zocatos. Con los toretes al uso, no es el torerazo que abrió triunfalmente dos veces la Puerta Grande… y  cinco o seis veces, la tizona, se la cerró.
Luque, al que en alguna tertulia le llamé Duque por su aristócrata torería, en el toro boyante alternó el toreo eterno y el toreo moderno. Tuvo momentos que su capote, su muleta, su ritmo y su compás  recrearon  el toreo de siempre y para siempre, lo premiamos con una oreja. Sigo creyendo que a sus 23 años –con menos prisas y más pausas- es el torero joven con más posibilidades de cumplir los sueños.
Thomás Dufau, no parece el nombre y apellido más apropiados para los carteles taurinos, pero ayer, dejó una grata impresión –con toros inapropiados- por su tranquilidad, conocimiento y buenas maneras ante las caras de los toros. Aprobado alto en su confirmación de alternativa y buena aportación para seguir creyendo en toreros franceses. No practicó el pegapasismo. Eso tiene mérito y expectativa para romances y objetivos de altura.
            Mocita, no te líes ni te cases
            Con un coleta pegapases
            Torear es acariciar y sentir
            Es lo contrario de agredir
            Pegar pasos y pases sin compases
            No se debe consentir


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