jueves, 7 de junio de 2012

Con y sin ton ni son


El comentario de Ángel Arranz

Creatividad
Hay artesanos en ciernes que se creen artistas. Suelen ser candidatillos pedantes o prefabricados, mal asesorados, que casi siempre confunden Arte con Marte.
No es lo mismo fajarse y forjarse en la diversidad y adversidad prácticas que formarse en la teoría de cursos a distancia, o formarse a través de operaciones mercantiles triunfalistas que disgustan, más que gustan a eruditos pensantes de todas las Artes, Ciencias, Oficios, Inventos y Eventos habidos y por haber.
Resulta grosero o grotesco que demasiados candidatillos-candidatillas que pisan un escenario o actúan en público se autocalifiquen como artistas.
Pegan cuatro berridos en un micrófono, pegan cuatro trapazos en un albero, maltratan al personaje que interpretan, pegan cuatro pelotazos, pegan cuatro letras o cuatro colores y… se creen o les hacen creer artistas. Alguno llegará porque casi todo se aprende; mientras…, humildad, aprendizaje y respeto ante los verdaderos artistas.
No es lo mismo cortar una oreja en el límite de la vuelta al ruedo que cortar una oreja con insistente petición de la segunda. Lo mismo pasa con los demás artesanos, unos están el límite por abajo, y otros pueden subir al exigente escalafón superior.
Ojo, tiene mérito ser artesano correcto se trate de lo que se trate.
Los artistas, son los oficiantes que sobresalen de los artesanos. Es decir, sus propios compañeros le señalan como un colega deslumbrante.
En el caso de los toreros, los hay, en principio, perfeccionistas como Ponce; fundamentales como Morante; esenciales como Tomás. Son excepción los que llegan a esas cumbres, y, es  a base de tesón y pundonor como  El Juli o Castella.
Hay figurillas “mediáticas” tan puntuales como pasajeras que son más populistas que artistas.
Dos observaciones:
1ª) Reconozco y admito que haya preferencias dentro de esas posturas y composturas en el arte de torear. A mi me satisfacen las cuatro.
2ª) Mi opinión ni es la única, ni es la mejor.
Este comentario solo pretende diferenciar quincallas de medallas.
En oro y luces estaba pensando en la calurosa pseudosiesta –estoy jubilado- que me producen los telediarios.
Esta tarde cartel de carteles en la corrida de la “Beneficencia”.
Y pienso en una metáfora con un recital de música y canciones excelsas de tres estilos.
Plácido Domingo, voz de voces, es, por ejemplo: Morante.
Raphael, voz de voces para baladas, y con  profesionalidad solemne: Manzanares.
Sabina, voz ecléctica, de fusiones y letras picantes o bravas: Talavante.
¡Que gozada!...pero del dicho al hecho hay trochas y trechos.
En telegrama les explico que pasó ayer Las Ventas.
Morante solo dejó dos muletazos y tres chicuelinas con cierto sabor; como si Plácido tuviese afonía. Manzanares en pega pases, casi competitivo, lo mejor fue su coro, su cuadrilla para entendernos; como si Raphael cantase con letra y música enlatadas y altavoces averiados. ¿Talavante?, salió a hombros, ¿por qué? Estuvo decidido con la muleta, fusionó el rock tremendista, el seductor bolero y la alegre rancherita que gustó a un  público más consumido y consumidor que consumado… pero su participación en el recital estuvo lejos de la inventiva de Sabina y de la Puerta Grande. Su lote fue para orejas superiores. Los otros cuatro toros no los vimos porque sus lidiadores no los quisieron ver o mostrar de verdad. Ayer el doctor y los dos maestros parecían bachilleres.
Por cierto, mañana me paso por la Plaza de Colón a comprobar si sigue la bandera. Ayer hubo capotes y muletas con mucha tela. Casi tanta como tiene la bandera.
            Por cada diez derechazos repetitivos
            Un natural regular
            Los consumidores lo ven normal
            Inspiración e improvisación es colosal
            Los toreos han de ser perfeccionistas, creativos
            Experimentales… por muchos motivos
            Poco que ver… con los simplistas competitivos


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